Fentanilo, el ‘Frankenstein’ de los narcos

Fentanilo, el ‘Frankenstein’ de los narcos

Ni la heroína, en sus tiempos de auge, causó tal daño en los consumidores gringos. Más para sectores clasemedieros y altos, tampoco lo hizo la cocaína pura, que llegaba –y sigue llegando—por toneladas a todos los rincones de la Unión Americana. Apareció el cristal –clorhidrato de metanfetamina—como una amenaza entre las drogas duras, pero a la vuelta de tres lustros que empezó a popularizarse, el cuerpo social de adictos lo asimiló. Había que esperar la aparición del fentanilo y sus deformaciones ilegales. Hay decenas de miles de muertos anuales en los Estados Unidos, víctimas de esta droga. (Es irónico, pero tres años antes –en 1968– que el presidente Richard Nixon declarara su guerra contra las drogas ilegales, a las que consideraba como el enemigo público número uno, se había legalizado el uso de fentanilo para usos médicos).

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Quien dio la voz de alerta sobre los peligros del fentanilo entre los consumidores de su país, fue el entonces presidente Donald Trump. Pero es hasta ahora que el gobierno norteamericano parece dispuesto a evitar que siga llegando y haciendo estragos entre los suyos. No se conocen hasta ahora medidas encaminadas al tratamiento de adictos, algo—lo hemos dicho siempre— que nunca les ha interesado, porque simplemente consideran el consumo como un acto criminal. Frente al fentanilo, otra vez como antes frente a la heroína, la cocaína, las anfes, las metas… el enfoque de los gringos es policiaco, de “guerra”, aunque tengamos un siglo viendo cómo ese enfoque ha fracasado.

Pero igual y aquí están, enfocando sus baterías contra un grupo en concreto: Los Chapitos. Desde la visita de la DEA a Sinaloa, en septiembre de 2019, Los Chapitos aparecían en la mira de los fiscales estadounidenses. Fue un recorrido de campo, un reconocer el terreno, pulsar al gobierno. Traían un objetivo más concreto aún: Ovidio Guzmán, el Ratón. Le achacaban ser el promotor principal de producción de fentanilo y hasta lo consideraban desde entonces y hasta la acusación en su contra en la corte federal de Nueva York, el viernes pasado, el líder de este cártel. No lo lograron el 17 de octubre de 2019 porque el presidente AMLO ordenó declinar su aprehensión luego de un desparpajado y criminal operativo, pero lo hicieron después, hace tres meses.

Desde la persecución de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, no se había visto un enfoque tan claro y dirigido de parte de los gringos. Nunca de esta manera contra el Mencho, por ejemplo, que dirige una de las organizaciones del narcotráfico más poderosas del mundo. Nunca contra Ismael Zambada, el Mayo, un hombre que ha estado en el negocio de las drogas medio siglo y nunca ha pisado la cárcel. Lo vimos contra Rafael Caro Quintero, por las razones conocidas, y en Colombia contra el legendario Pablo Escobar, hasta que acabaron con él, en un barrio de Medellín.

Para Los Chapitos y, en general, para el resto de los cárteles, se acabó el recreo. Si con la aprehensión de Ovidio Guzmán, el 5 de enero pasado, se había marcado un antes y un después en la política antidrogas de AMLO, claramente empujada por el gobierno norteamericano, con la reunión que sostuvo el gabinete se seguridad mexicano, la semana pasada, con representantes de Jon Biden en la mismísima Casa Blanca y la posterior acusación del Fiscal General de EU contra Los Chapitos, se abre una nueva etapa en la lucha contra los cárteles de la droga en México.

El propio presidente AMLO tendrá que cambiar su discurso si no quiere verse rebasado por los hechos. Decir que en México no se produce fentanilo y al mismo tiempo asegurar millones de pastillas de esta droga, es una contradicción innecesaria. Claro que se produce, procesar es producir. Si los básicos vienen de China, es otra cosa. En México, en Sinaloa, en Culiacán, en Jalisco, en Chihuahua, en Baja California, en Sonora… se produce fentanilo.

Bola y cadena
POR EL CONTRARIO, AL PRESIDENTE no le quedará otra que subirse al tren gringo que está pasando; ya acomodará su discurso a como le convenga, que en eso es experto. Por lo pronto, su política de “abrazos, no balazos”, no le funcionó y ha quedado atrás. Vienen las elecciones de 2024 y muchos de los hechos que vienen podrán ser capitalizados electoralmente. Aquí y en los Estados Unidos, donde también habrá elecciones presidenciales ese año.

Sentido contrario
NUNCA UNA DROGA HABÍA PREOCUPADO tanto al gobierno norteamericano. En México se empieza a consumir, incluso, sin que los adictos a las metas, al cristal, a la coca, se percaten de ello, porque lo mezclan con ellas. México empezará campañas en las escuelas alertando sobre las consecuencias de consumir fentanilo. No se sabe qué dirán ni cómo. Y se requerirá mucho más que anuncios en televisión o volantes en las escuelas para prevenir realmente que se nos venga un problema de adicciones mayor que el que tenemos y que nunca ha sido atendido, porque al gobierno no le ha importado, como un tema de salud pública.

Humo negro
DESDE QUE SE PERFILABA la Ley de Educación Superior para Sinaloa, el rector de la UAS, Jesús Madueña, empezó a cometer errores. Uno de ellos, que expuso el nivel de enojo que les producía la nueva Ley, fue haber llamado “perros” a los diputados. Luego amenazar con que “no se asusten” con lo que podamos hacer… sacar a maestros y estudiantes a las calles, pelearse con el gobernador…. Como si se mandara solo. Ahora buscó un amparo y eso es comprensible. Pero inventar que la policía, el Ministerio Público y hasta el ejército había ido a su casa con la intención de detenerlo, ya raya en la paranoia.

Artículo publicado el 16 de abril de 2023 en la edición 1055 del semanario Ríodoce.

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