Duro y directo

ADOLFO ROJO. Como una beca de Bienestar.

En nuestra colaboración del día 26 de junio compartíamos con ustedes algunos comentarios acerca del estilo personal de gobernar y hacer política por parte del gobernador Rocha Moya.

Decíamos entonces que: “la gran, gran diferencia, marcada desde el inicio con sus antecesores, es que el gobernador no tiene emisarios ni personeros. La política la hace él sin importar que su mano se sienta y se note”.

Esa afirmación quedó de relieve una vez más con las destituciones, nombramientos y declaraciones del mandatario a raíz de lo que consideró intromisiones del Partido Sinaloense y de Héctor Melesio Cuen en el proceso interno de Morena para elegir consejeros, en el que insinuó además que el financiamiento pudo venir de las arcas universitarias, que bien es sabido, eso lo afirma este analista, controla Melesio Cuen desde hace varios años.

Con toda claridad, sin emisarios, sin símbolos ni el clásico subterfugio de “te lo digo Juan para que lo entiendas Pedro” Rocha Moya retiró del gobierno a quienes arribaron a cargos administrativos producto del acuerdo electoral con el PAS.

No solo eso, el gobernador dijo en forma lisa y llana que la alianza electoral que el PAS tuvo con Morena en el 2021 le dio dividendos que nunca pudieron haber obtenido por sí mismos y citó de manera específica ocho diputaciones y cinco presidencias municipales.

Así las cosas, de igual manera, sin intermediarios, sin un “muelle” político de por medio, las respuestas de Cuen, líder pasista, y de quien ejerce nominalmente como presidente, Víctor Antonio Corrales Burgueño, fueron directas hacía el gobernador.

Nos quieren aniquilar como fuerza política, dijo Corrales y expresó además que “no entiende el coraje que hay hacia esta agrupación política” para terminar reprochando que quieren convencer a sus cuadros de alejarse del PAS y atribuye esa actitud a los “gobernantes en turno”.

El Rector de la UAS, Jesús Madueña, dijo olímpicamente que “en ese tiempo estabamos de vacaciones”, así que rechazó que los “quieran involucrar”.

Melesio Cuen por su parte, dice: “yo la palabra la respeto”, y agrega: es cierto que ya no hay alianza porque terminó con el proceso, pero hay muchos compromisos que se han hecho y hoy se están incumpliendo, con lo que deja implícito que es Rocha quien no los ha respetado.

Se justifica y dice que la convocatoria a participar en el proceso de Morena fue abierta y que si participaron militantes del PAS dijo no saber cuantos, y que lo hicieron porque tienen aspiraciones de ser postulados a posiciones federales y eso solo es posible por medio de un partido nacional.

Directo también afirmó en entrevista con el periodista Goyo310, que lo que pasa es que Rocha “está rodeado de una burbuja” y que si les molestó que el PAS apoye la pretensión presidencial de Adán Augusto López, eso no le preocupa porque son un partido independiente que no tiene por qué “pedir permiso”.

Este intercambio deja bien preciso que Rocha impone a sus interlocutores su estilo de discusión abierta, sin esclusas, directamente entre el gobernador y sus destinatarios.

A diferencia de la “liturgia” priísta en la que se arropaba al gobernante y se imponía una especie de barrera para la discusión, según el tamaño del sujeto de las diferencias, aquí hay un gobernador fiel reflejo del presidente, que deja de lado a sus colaboradores y discute de frente, con calificativos y sin tapujos con quien sostiene diferencias políticas.

No importa si el ejercicio gubernamental invade la esfera de su militancia partidista o, viceversa, los asuntos del partido se llevan a los campos del gobierno.

Como dijimos desde el 26 de junio, tiempo, circunstancias y resultados indicarán lo acertado o equivocado de esta forma de entender y hacer política desde la posición del gobernador, pero desde ahora podemos decir que muy lejos quedó aquella expresión que Cuen se “aventó” en campaña, cuando dijo “vamos a cogobernar con Rocha”.

Respecto a los nombramientos, ahí sí que ni mensaje, ni hilo conductor ni intención política. Solo la urgencia de responder a la “grosera” intromisión pasista.

Fernando Pucheta y Adolfo Rojo, por mencionar los mas visibles de esta hornada, son “cartuchos quemados” que poco o nada van a aportar al desarrollo del Estado y menos están en la condición política de fortalecer el liderazgo de Rocha Moya.

Si acaso, Pucheta va a ser tema del mitote político al pasar sobre la autoridad de su jefa Rosario Torres y Adolfo Rojo, con la misma “concha” que lo hizo en el gobierno de Quirino, se dedicará a cobrar sus quincenas como una especie de “beca del bienestar”.

Ambos tenían rato insistiendo, implorando, rogando que les tiraran con algo desde el tercer piso… ¡Que le agradezcan a Cuen!

Artículo publicado el 14 de agosto de 2022 en la edición 1020 del semanario Ríodoce.

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