2020 fue un año atípico a nivel mundial, el último en la historia de esta magnitud fue hace 100 años, con la pandemia de la Gripe Española. Lo atípico del año se reflejó en el mercado, pues hubo ventas disparatadas de artículos de limpieza, de enlatados y no perecederos; los cubrebocas y el gel antibacterial se agotaron en un inicio igual que medicamentos de habitual baja demanda cuando se les calificó como ‘anti-covid’.
Para finales de ese año, entró en vigor la modificación a la Norma Oficial Mexicana NOM-051 del etiquetado de advertencia que exigió el uso de sellos que alertaran si un producto era nocivo para la salud, informando excesos de grasas, azúcares, calorías o sodio, así como especificando el uso de edulcorantes artificiales o cafeína y recomendando evitar su consumo en menores.
Esta medida venía a reforzar la ya clara flaqueza de la salud de los mexicanos ante la pandemia del COVID-19, pues era evidente que el virus era mucho más mortal en diabéticos, hipertensos, obesos y enfermos del corazón (una constante entre nosotros), pero no fue así, al menos no lo ha sido a siete meses de su implementación.
Marcas como Galletas Marías o Red Cola crecieron como nunca durante la pandemia, mientras que Pepsi y Coca-Cola también lo hicieron, aunque en menor medida, lo que nos dice que, al parecer, 2020 no fue un año de lecciones, sino de subir más de peso y seguir eligiendo mal.
Empaque
El empaque de Marías Doradas es color oro. Al centro de muestra el nombre de la marca y bajo este el nombre de la versión ‘Doradas’. En la parte baja del centro encontramos una etiqueta en color mostaza que casi envuelve a una galleta, promocionando su textura hojaldrada y sabor a leche. En la parte superior derecha se exhiben tres sellos de la Secretaría de Salud: exceso de calorías, exceso de azúcares y exceso de sodio.
Ingredientes
Esta galleta cuenta con 14 ingredientes en su listado. Los primeros ingredientes son harina, azúcares y grasa, una constante en galletas dulces. Le siguen leche descremada en polvo y sal yodatada. Es en estos cinco ingredientes donde se concentran los tres sellos de advertencia.
El resto de ingredientes son aditivos: lecitina de soya, ésteres de propilenglicol de ácidos grasos, monoestearato de glicerilo y estearoil lactilato de sodio como emulsificantes; almidón, saborizante artificial, color caramelo clase I; y metabisulfito de sodio, como conservador.
Por sus ingredientes Marías Gamesa es una galleta dulce y alta en sodio, por lo que no es apta para una dieta baja en azúcares o calorías, así como poco conveniente para su consumo si se tienen problemas de hipertensión.
Muchos sellos, poco impacto
A pesar de las advertencias, este y otros productos colaboraron con el crecimiento de la industria de la chatarra.
‘El cuidarnos y limitar nuestras salidas de casa, incluso para hacer las compras, generó que lleváramos más artículos y gastáramos más en cada visita al punto de venta (más de 9 por ciento) y que la frecuencia de compra tuviera un crecimiento moderado. Por estas condiciones, es que las marcas lograran incrementar sus ConsumerReachPoints (CRPs), es decir, las veces que son elegidas por los consumidores… fue más retador que nunca’, explicó Fabián Ghirardelly, Country Manager de la División Worldpanel de Kantar México.
En el top 10 de las marcas con mayor penetración de mercado Marías Gamesa fue la número 1, con 6.1 por ciento de crecimiento y tercer lugar en frecuencia, solo por debajo de Red Cola y E-Pura y superando a marcas de productos de limpieza que arrasaron en la primera mitad de la pandemia, como lo son Pinol y Cloralex.
El problema con los sellos no es la información que transmiten ni la manera en que la recibe el consumidor, el verdadero problema es que, ahora que la norma de etiquetado se aplicó, casi todo tiene sellos pues la oferta es pésima y las opciones realmente saludables se vuelven escasas. Esto condiciona el consumo y además vuelve a los sellos de advertencia parte del paisaje, los normaliza, y con esto continuamos normalizando la obesidad, normalizamos vivir enfermos, normalizamos los cubrebocas y no cambiar nuestros hábitos para seguir temiendo por un contagio que sería insignificante si estuviéramos un poco más sanos.
Artículo publicado el 27 de junio de 2021 en la edición 961 del semanario Ríodoce.