Vuelta a la página

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El PRI prefiere darle vuelta la página. Quieren dejar atrás el 6 de junio y ni siquiera recordar lo que pasó. Históricamente al que fuera hace algunos años el partido de estado (todavía lo es en algunas regiones) nunca le gustó que cuestionaran sus métodos y sus triunfos electorales, por un tiempo estuvieron acostumbrados a que Jalisco nunca pierde, y cuando pierde arrebata. Hasta que eso no fue posible.

Como el PRI no quiere que lo cuestionen cuando gana –haiga sido como haiga sido, dijo Felipe Calderón en su triunfo de 2006- entonces tampoco cuestiona cuando otros ganan. La solución es darle vuelta a la página, dejarlo atrás, y ocuparse de lo que viene.

También perdió el PAN y el PRD quedó desaparecido, pero todo parece centrarse en el PRI, al final los candidatos casi todos eran de ellos. También ellos controlaron la campaña, el discurso, y la estrategia. Sus acompañantes no pintaron nunca. Triste papel el del PAN, quien también requiere su propio ejercicio de autocrítica, de renovación, y de plantearse qué harán los próximos tres años y los que vienen.

El gobernador Quirino Ordaz siempre controló al PRI. Colocó a quien él quiso como dirigente, igual que ahora con la dupla Cinthia Valenzuela y Sergio Jacobo, ambos enviados del gobernador al PRI. Es comprensible que así suceda, aunque públicamente el gobernador sea insistente en que el partido tiene sus propias instancias de decisión donde él no interviene. Además muchas veces Quirino Ordaz recalcó que él había sido postulado por el partido Verde, no por el PRI, lo que después mejor tuvo que olvidar porque el Verde había tomado un camino distinto al suyo, se fue haciendo al lado de Morena hasta integrarse con ellos.

El PRI tendrá un camino difícil, todos los partidos lo tendrán. En una visión cortoplacista lo que se busca es terminar el periodo de gobierno y dejar colocadas las piezas para retener el control del partido. Eso se está jugando Quirino Ordaz al enviar ahí a Sergio Jacobo. Que logre sostenerse después de que se acabe el periodo de gobierno de Quirino ya será otra cosa. Hay otros grupos que también quieren al PRI.

Todo partido político es una posición clave para los grupos de poder, el control de un partido significa la única vía de acceso al poder. El PRI tiene el reto, primero, de no desmoronarse, los resultados electorales, aunque completamente adversos, muestran una alta prevalencia de simpatías. El PRI sigue siendo el segundo partido más votado, casi en todos lados.

El tiempo resolverá las dudas si la elección de Quirino Ordaz para cuidarle las espaldas, entiéndase a las personas que dejará en posiciones clave –como el PRI, los diputados de la bancada, la Fiscalía de Justicia, la Auditoría Superior, el Sistema Anticorrupción…y otras más- lo protegen de cualquier intento por enrolarlo en investigaciones, procesos abiertos, cuentas públicas suspendidas, y demás. Recordemos que su gobierno así trajo a los malovistas por cinco años.

Margen de error
(Villarreal) La misma lógica de vuelta a la página –como en el PRI- está aplicando el gobierno de Quirino Ordaz en relación al proceso judicial abierto contra Armando Villarreal, encargado de Administración y Finanzas con Mario López Valdez, y otros dos colaboradores, Ernesto Herrera y José Carlos López director y auxiliar de la caja general.

El caso Villarreal se fue enredando, tanto que los más grandes esfuerzos para lograr salir fueron precisamente de quienes inicialmente acusaron a Villarreal Ibarra y sus colaboradores. Extraño y aparentemente incomprensible, pero así es. Al final quienes más ayudaron al hombre de todas las confianzas de Malova a salir del enredo en que estaba, fueron sus propios acusadores: El gobierno estatal y la Fiscalía de Justicia.

La acusación del supuesto desvío de 263 millones de pesos –enviados de unas cuentas a otras y gastados en asuntos distintos para los que estaban destinados- era el único de mayor relevancia de las varias acusaciones que durante los cinco años de gobierno de Quirino Ordaz se fueron haciendo contra colaboradores de Malova. Nunca lo tocaron a él, y menos a Gerardo Vargas, su Secretario de Gobierno.

Era el único, y tanto el gobernador como el Fiscal Juan José Ríos Estavillo tenían prisa por resolverlo. Ya no prisa por fundamentar la acusación, o buscar más pruebas, sino prisa por quitarle la bronca a Villarreal.

Envalentonados al principio, acusaron a Armando Villarreal de dos delitos: desempeño irregular de la función pública y ejercicio indebido del servicio público, pero después se suprimió el primero de ellos –el desempeño irregular- que es el de mayor penalidad. Así, zanjaban la parte complicada y la renuencia de la Jueza a facilitarles el camino. Era, a todas luces, un arrepentimiento de la acusación. Como si solo buscaran asustarlo, mantenerlo entretenido por cinco años, y después que se dieron cuenta que sí se asustó quisieran tranquilizarlo. Triste fiasco el caso Villarreal para la Fiscalía y para el gobierno estatal (PUNTO)

Columna publicada el 27 de junio de 2021 en la edición 961 del semanario Ríodoce.

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