A un año de la pandemia en el estado se mantienen los contagios y se levantan las restricciones

PERSONAL MÉDICO. Llamado dramático.

El gobierno opta por mantener a flote la economía

 

 

El fin de semana del 13 al 15 de marzo de 2020, había escepticismo por el coronavirus. La cercanía del período vacacional incrementó la movilidad en el centro del estado. Gente de Culiacán a Navolato comenzó su peregrinar.

Sinaloa se mantenía libre de casos comunitarios. Al menos eso comunicaba la autoridad en salud y sin la base de datos abiertos y sin informes diarios como los conocemos hoy día, la población mantenía un nivel alto de movilidad pues no estaba convencida de la peligrosidad del virus que se estaba anunciando apenas.

Un año más tarde la realidad muestra otros datos. Casi 5 mil 500 muertes y cerca de 35 mil contagios dejan a un estado muy afectado pero también ansioso por unas vacaciones de Semana Santa.

 

Del escepticismo a la propagación

La mañana del lunes 2 de marzo de 2020 el gobernador Quirino Ordaz Coppel publica en su Twitter que el COVID-19 “está controlado, no pudo con Sinaloa”. El llamado era a mantener la calma.

Pero era la etapa inicial. Los casos llegaban a cuenta gotas en el país. Sinaloa estaba libre de coronavirus al menos en casos comunitarios, ya que el segundo a nivel nacional estuvo hospedado en el Hotel Lucerna.

El jueves 12 de marzo la Secretaría de Salud nombra a su titular, Efrén Encinas Torres, como único vocero para dar información y la tarjeta informativa con corte cada noche.

En la primera tarjeta informativa se lee “casos confirmados por Covid-19 en Sinaloa: ninguno”. El informe se completó con el reporte de tres casos sospechosos en Sinaloa, dos en Los Mochis y uno en Culiacán.

El día 15 de marzo el primer caso en Los Mochis pero importado. En ese entonces todavía se hablaba de escenarios y expectativas. Un año más tarde el tema es el semáforo epidemiológico. Ambos han sido rebasados por la realidad.

Para el 24 de marzo, aún sin casos comunitarios reportados, el gobernador Quirino Ordaz anunció que el nuevo Hospital General de Culiacán estaba a un 80 por ciento de su conclusión y que en caso de ser requerido se utilizaría.

Al día siguiente, el sábado 25, surgió el primer el brote de los casos comunitarios. Y entre ese 25 de marzo y el 3 de abril de 2020 surgieron 61 casos, todos comunitarios. También hubo cinco decesos, los cuales fueron pacientes que adquirieron en el estado el coronavirus, uno en Los Mochis, uno en Elota y tres en Culiacán.

Después de ahí todo ha sido incremento. Dio inicio justo casi dos semanas más tarde del cotillón en el estado durante el fin de semana previo al puente del natalicio de Benito Juárez y las vacaciones de Semana Santa.

La enfermedad dio su primer gran salto en Culiacán. Entre el jueves 2 y el viernes 3, la capital sinaloense pasó de 28 casos positivos a 40. De los 14 registrados en el estado, 12 pertenecían a Culiacán.

Y un año más tarde la realidad es otra. Con un promedio de poco más de 90 contagios al día en el estado, en promedio, el incremento año con año de casos es del 3 mil por ciento. Pero el llamado parece ser el mismo.

 

Expectativa contra realidad

El miércoles 1 de abril de 2020 el gobernador Quirino Ordaz Coppel hizo el anuncio de cerrar todas las playas y balnearios en Sinaloa. Las matemáticas no les estaban favoreciendo en el arranque de la fase 2 de la epidemia y decidieron adelantarse al período de Semana Santa.

Los 18 alcaldes estuvieron de acuerdo. Incluso el de Mazatlán, quien horas antes estuvo de gira por las playas de su municipio en una campaña de concientización. Los 600 kilómetros de zona de playas, lugares de concentraciones, ríos, vados, presas, lagunas, todo.

Casi un año más tarde y más de 5 mil 500 muertes, la instrucción es opuesta.

“En Mazatlán está abierto y los fines de semana hay mucha gente y no ha pasado absolutamente nada”, dijo el gobernador durante una entrevista a medios.

“Los niveles han estado muy estables, creo que la gente se ha cuidado más, sabe que hay que atenderse, sabe que hay que protegerse”, añadió.

Durante las mismas fechas pero del año pasado el inicio de la campaña “quédate en casa” comenzó a cobrar fuerza. También la reconversión hospitalaria. Había al menos reservas y algo de temor por la enfermedad que aún era desconocida entre los sinaloenses.

Pero un año más tarde el “quédate en casa” dejó de ser opción. El llamado incluso es a salir, con cuidados y medidas de higiene y la sana distancia, el llamado es a salir.

Sin contar el más reciente incremento, en Sinaloa el promedio de contagios diario no ha bajado de 90 casos de COVID-19.

Los casos activos por el virus parecen experimentar una baja durante las primeras dos semanas de marzo de este año. Sin embargo en febrero el promedio fue de 719 personas enfermas con el coronavirus de las cuales al menos el 31 por ciento permanecía hospitalizada durante su convalecencia.

En mayo del año pasado hubo promedio de 650 casos activos de COVID-19, cifra muy similar a la actual aunque con la salvedad de que entonces existía el cierre de negocios y la movilidad restringida para prácticamente todos los sectores excepto los denominados como esenciales.

Como comparativo final, el primero de abril de 2020, ya en plena jornada nacional del “quédate en casa”, la movilidad del puente de marzo dejaba 70 casos sospechosos mientras que actualmente la media es de arriba de 600 y un índice de positividad del 50 por ciento.

Y la ambigüedad de los mensajes oficiales sigue dejando casos y muertes en Sinaloa. El llamado a cuidarse, el uso del cubre bocas y evitar aglomeraciones es proporcionalmente inverso a las políticas públicas del estado y mantener todo abierto sin ningún tipo de restricción y un relajamiento cada vez más notorio.

El último relajamiento vivido en el estado fue durante diciembre y dejó una estela de casos y muertes que provocaron un rezago en la estadística oficial que apenas fue “actualizada” a fines de febrero con más de 300 casos y más de 400 muertes.

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