En marzo de 2017 iniciamos una investigación periodística en Ríodoce sobre un despacho fiscal de Mazatlán que era investigado por la Unidad de Inteligencia Financiera, UIF, por triangulación de recursos y evasión fiscal. Unos meses atrás la empresa se había quedado sin recursos porque les habían congelado las cuentas bancarias, no tenían ni para pagarles a sus empleados.

En las semanas de pre-reporteo la información se fue apilando. Unas decenas de hojas se volvieron cientos, un par de archivos se fueron a una carpeta donde lo más complicado era no perderse en el mar de actas constitutivas, movimientos en las empresas, escrituras públicas, cuentas bancarias, negocios, proyectos, relaciones…

Las hojas de Excel donde íbamos vaciando datos se hacían voluminosas, y los mapas para guiarse se enredaban en líneas como una telaraña incomprensible.

En esos días la organización Quinto Elemento Lab emitió su primera convocatoria para apoyar investigaciones periodísticas en curso, o hipótesis sólidas de temas. Lo más interesante de Quinto Elemento eran sus participantes, todos periodistas de alta talla.

Además ofrecían acompañamiento editorial, tan importante para una investigación que necesitaba manos y ojos expertos.

Decidimos participar, y aunque fue un tránsito largo en esta edición presentamos la primera parte de la investigación.

En estos cuatro años pasó casi de todo. Lo más grave el asesinato de nuestro amigo Javier Valdez, que participó en las pláticas iniciales de este trabajo, cuando no sabíamos casi nada del asunto. Su muerte nos envolvió en muchos sentidos. Cuando retomamos los hilos siempre surgía algo para volver a poner una pausa a la investigación de los hermanos Arellano.

En el Grupo Arhe, por su parte, en estos cuatro años ellos aceleraron el crecimiento, consolidaron su presencia y afinaron sus negocios. Eso significaba que nunca alcanzaríamos su velocidad de fundar nuevas empresas y abarcar más y más negocios.

En los últimos dos años, además, el espectro político cambió totalmente con la llegada de Morena a los gobiernos, entre ellos a la alcaldía de Mazatlán, donde tiene su base el Grupo Arhe, y la presidencia de la república. Eso llevó también a una modificación de la intervención de la Unidad de Inteligencia Financiera, y es ahora una institución clave de este gobierno en las investigaciones sobre lavado de dinero. No es que hayan cambiado sus facultades, sino que ahora la UIF tiene un papel principal.

Va pues esta primera parte de la investigación.

Margen de error

(Halagos) Cuando el alcalde de Mazatlán, Luis Guillermo Benítez, quería presumir el auge inmobiliario del puerto sinaloense mostraba a sus invitados una serie de fotografías que guardaba en una memoria USB. Mientras hablaba en sus giras por el país de los centenares de millones de pesos en inversiones nuevas, torres de condominios, hoteles, el parque central (únicamente este complejo costará más de 2 mil mdp) y el estadio de futbol, que volvían a Mazatlán irreconocible, a su espalda se reflejaban diseños arquitectónicos majestuosos, edificios que tocaban el cielo. El Químico, mote del presidente, remataba diciendo una frase hecha: Mazatlán es la Dubai mexicana.

Dubai. El sitio con torres de más de 300 metros de altura, de los edificios reales que parecen maquetas.

Ciertamente, las fotografías de los diseños remedaban el estilo de muchas de las edificaciones del boom inmobiliario en los Emiratos Árabes, que nadie de este lado del mundo conoce más que en fotografías. Le faltaba decir al Presidente de Mazatlán que esas fotografías no eran fotografías, solo diseños en computadora con visiones de todos los ángulos pero inexistentes como proyectos reales. Eran solo de papel o virtuales, porque no llegarían a convertirse en edificios tangibles. Como mucho del imperio de sus creadores.

Después Benítez Torres presumía que eran próximos proyectos de dos muchachos que quieren mucho a Mazatlán, les va muy bien, y traen un ritmo de inversión inusitado. Esos muchachos a que se refería el alcalde no eran conocidos fuera de Mazatlán, como otros empresarios de talla nacional que nacieron y se expandieron desde ahí. Pero él promovía sutilmente al Grupo Arhe, que encabeza Juan José Arellano Hernández, y siempre con él su hermano Erick Ernesto.

Esos muchachos, ya no son tan muchachos, lo fueron cuando empezaron a crear lo que ahora es un conglomerado empresarial con un amplio abanico de giros. Cuando empezaron, hace17 años, sí que eran desconocidos.

Así como el Químico Benítez se deshace en halagos a los muchachos, aunque al final solo habla de uno solo, de Juan José, los alcaldes de Mazatlán que le antecedieron, del PRI o del PAN, no desaprovechaban oportunidad de halagarlos y agradecerles las muchas inversiones y desarrollos en el municipio.

Y no únicamente los alcaldes, los hermanos Juan José y Erick Ernesto, y el grupo Arhe, se ocupan en mantener cercanía con la clase política sin importar las siglas o la entidad. Invitan a sus actividades al gobernador de Sinaloa, al de Yucatán o donde tienen negocios. Se fotografían con ellos o con quien puedan hacer conexiones, como lo hicieron en 2016 con Margarita Zavala en su aspiración a la candidatura presidencial que finalmente no alcanzó.

Sus negocios no dependen propiamente de obra pública –aunque sí participan–, se trata sobre todo de la tramitología siempre necesaria y ahí es donde juega a su favor la cercanía con alcaldes y gobernadores.

No hay hombre de poder en los últimos años que no termine hechizado con los encantos de los hermanos Arellano, más ahora, que se han asociado a uno de los más grandes consorcios hoteleros del país (PUNTO)