La credibilidad es el activo más valioso de Ríodoce: Ismael Bojórquez

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Ismael Bojórquez, director de la publicación ganadora del Premio María Moors Cabot en 2011, hace un recuento de la trayectoria del semanario Ríodoce y dice que el periodismo en México vive un momento de gran entusiasmo en una entrevista hecha por el diario El Economista.

Los habitantes de Culiacán comenzaban la semana con la noticia de que un nuevo periódico se estaba regalando en los cruceros de la ciudad. Ríodoce irrumpía en el reducido espectro de la prensa escrita local, dominado básicamente por dos diarios, con una propuesta refrescante y comprometida.

Ríodoce alude a un afluente. Se llama así porque son once los ríos que atraviesan la geografía de Sinaloa, y sus fundadores, Ismael Bojórquez, Javier Valdez y Alejandro Sicairos, aspiraban, no sólo metafóricamente, a que el duodécimo fuera un afluente de información y análisis veraz que alimentara la vida democrática de la entidad. Un afluente de dignidad.

Este miércoles la publicación semanal cumple 18 años con casi un millar de ediciones en su hemeroteca. Alcanza la “mayoría de edad” con una voz madura y propia que es referente cuando en México se habla de violencia, inseguridad, narcotráfico, corrupción, derechos humanos o rendición de cuentas.

Por ello, Ríodoce ha merecido dos importantes premios internacionales: el María Moors Cabot, de la Universidad de Columbia, en 2011, y el Pen Club, en 2013. Sin embargo, no ha sido fácil llegar a la madurez con la orfandad a cuestas de uno de sus cofundadores, asesinado arteramente a unas calles de la redacción; con la hambruna publicitaria impuesta por un gobernador que los quería “matar de hambre”, y ¡casi lo logra!, me dijo un día Ismael Bojórquez, director del semanario.

“La sombra del poder nos acompañó implacable los primeros dos años. El gobernador (Juan S. Millán) había lanzado una consigna: “Vamos a matarlos de hambre”. Fueron hasta las oficinas del periódico a decirlo. Incluso se cruzaron apuestas. “No llegan a mayo”; “No pasan de agosto”; “Ya mero truenan”. Nosotros nos habíamos planteado otra: sobrevivir. Y acordamos que de ser necesario saldríamos con una hoja impresa por los dos lados, pero no bajaríamos las cortinas”, puede leerse en su declaración de origen.

Bojórquez conversa con El Economista y hace un balance de estos años, de los logros y las pérdidas, y subraya que lo más valioso es haber mantenido la vertical en su línea editorial y la credibilidad ante sus lectores.

─ Ismael, ¿cómo resumirías estos 18 años?, ¿qué han logrado, qué aprendieron, en qué se equivocaron?

─ Bueno, el logro más importante es haber sobrevivido. Recuerdo que cuando nacimos mucha gente nos apoyó de muchas formas. Y muchas otras no nos auguraban un mes de vida. Pero el apoyo más importante vino de los lectores. Empezamos regalando el periódico en los cruceros y provocamos que luego nos buscaran. Llegamos a tener más del 40% de nuestros ingresos sólo con la venta de ejemplares. El error más grande, como proyecto, es no haber pensado como una empresa, no en los términos clásicos, pero sí cómo garantizar un crecimiento que nos permitiera no vivir al día, pagar mejor a la gente, hacer un patrimonio. Eso pudo darle más seguridad a Ríodoce, más libertad, más independencia.

─ De la época dura del millanismo a la actual, ¿qué ha cambiado en su relación con el gobierno y con la sociedad?

─ Con el gobierno siempre hemos guardado distancia; unos han sido muy soberbios. En el caso de Juan Millán él quiso matarnos de hambre, como si nunca la hubiéramos tenido. Nos odiaban él y sus colaboradores. Habíamos sido muy críticos con él desde que estábamos en Noroeste y era un hombre al que le gustaba tener a la prensa comiendo de su mano. Nunca, bajo ningún gobierno, hemos permitido que se metan en lo que hacemos, si no nos dan o nos dan poca o algo de publicidad, eso no cambia. Lo tenemos claro nosotros, pero también ellos.

─ Los 1,360 días de impunidad. En tres meses se cumplirán cuatro años del asesinato de Javier Valdez. ¿Qué ha significado para Ríodoce hacer periodismo sin él? ¿Qué esperan del caso?

─ Lo primero que decidimos después de la muerte de Javier fue continuar. Con más cuidado, claro, pero seguir en la línea que habíamos trazado. La primera razón es que teníamos un compromiso con los lectores y, la segunda, por la memoria de Javier. Y el trabajo ahí está. ¿Qué esperamos? Que se castigue a los autores materiales y al autor intelectual. Ya está sentenciado uno de los asesinos materiales y en mayo inicia el juicio del otro que está acusado. Pero hemos puesto el acento en la autoría intelectual, imputada a Dámaso López Serrano, el Mini Lic. Y no vamos a parar hasta que sea castigado.

─ Este año se cumplirán 10 de la recepción del Premio María Moors Cabot. ¿Qué le significó a Ríodoce?

─ Sí, se cumplirán diez años. La verdad es que nunca nos imaginamos esto. De repente te llaman o te llega un correo electrónico anunciándote el premio y piensas que es una broma. Sobre todo porque revisamos la historia del Cabot y vimos que en 73 años solo 18 mexicanos, medios o periodistas, lo habían recibido. Fue un gesto enorme de la Universidad de Columbia, del jurado y de quienes empujaron para la nominación. Y bueno, eso nos alentó a continuar. En 2011 vivíamos en Sinaloa –y en México—una de las guerras más sangrientas del narcotráfico y mataban periodistas por todos lados. Nos sentimos protegidos, pero igual, con los pies en la tierra: no puede salirte una pluma y creerte un pavo real.

─ Están alcanzando la mayoría de edad en medio de una pandemia, ¿cómo han conseguido mantenerse en pie en términos de negocio y qué papel han jugado en la cobertura informativa?

─ 2020 fue un año difícil para todos, trágico, y no puede decirse que este año será mejor. Creo que será peor. Nosotros resistimos con algunos ajustes en los gastos de operación. Pero no hubo un sólo despido. La oficina se abre a ratos y no todos los días; el equipo editorial trabaja a distancia. Y creo que esto llegó para quedarse. Era una tendencia mundial y la pandemia la aceleró. En cuanto a la cobertura, desde el inicio nos fuimos a la calle a buscar historias. Teníamos miedo, no sabíamos los alcances del virus. Vimos cómo la gente caía contagiada a un lado de nosotros. Pero había que contar lo que estaba pasando. Eso y hurgar en la información, que siempre te dan a cuentagotas y distorsionada.

─ Han invertido en su presencia en línea, rediseñaron el sitio web -lo veo más lindo y más amable-, ¿cómo les ha ayudado eso?

─ Ya tenemos tiempo con esto, pero la verdad siento que hemos ido lentos. Pero es por lo mismo, se necesita dinero y nosotros no lo tenemos. Siempre hemos vivido al día. Luego, siempre he dicho que hay que buscar un equilibrio entre lo que tú quieres decir y lo que la gente quiere leer, pero no es fácil lograrlo. Y urge que lo hagamos, con contenidos, con prosa, con estilos. Y montados en las plataformas digitales. Quien no logre adaptarse a las exigencias de la tecnología no va a sobrevivir.

─ ¿Cómo ves a la prensa en general en México, frente a la polarización del país, frente al presidente López Obrador?, ¿Cómo se define Ríodoce en este escenario, con nuevos actores emergentes como el “periodismo independiente” en las redes sociales, los youtubers, etcétera?

─ Uno de los problemas de la prensa tradicional es que estuvo siempre “enchufada” al poder, vivían del poder. Algunos medios se enriquecieron hasta el vómito. Esto cambia parcialmente cuando llega AMLO. Pero siguen los privilegios. Ahora ya no es Reforma el beneficiado, pero es La Jornada. Y así…. Ahora, si el presidente debía esperar una prensa crítica sólo por plantear cambios en el rumbo del país, pues él mismo ha acicateado esas críticas desde su púlpito, “cantando tiros”, a medios, a programas, a columnistas. Creo que le ha faltado estatura.

Pero el periodismo –contra la crisis que viven los medios—pasa ahora por un momento de gran entusiasmo a partir de que se abren oportunidades para periodistas independientes, que son financiados por fundaciones nacionales e internacionales. Nunca habíamos tenido tantos trabajos de investigación, incluso sobre temas que en otros tiempos fueron tabú, como el ejército, por ejemplo.

─ ¿Qué opinas del protagonismo que está ganando el ejército en la vida pública del país?

─ Andrés Manuel ya no va a estar cuando se vean las consecuencias de todo esto, porque es un huevo que incuba lento. El ejército era ya una institución muy poderosa pero nunca fue ajeno a las tentaciones de la corrupción ni del abuso. Ahí están el montón de expedientes y de agravios. Y debe preocupar que mientras (el presidente) fortalece estas instituciones, esté empeñado en demoler otras.

─ ¿Crees que el fallido operativo contra Ovidio Guzmán fue un golpe a la credibilidad del presidente y del ejército?, ¿cómo vivieron ustedes ese momento de cobertura en Culiacán?

─ Fue un golpe para todos, para el sistema de seguridad, que se vio neófito en esta operación y hasta mentiroso en el manejo mediático; fue un golpe para la credibilidad del presidente en materia de seguridad y un golpe muy fuerte al orgullo del ejército. En sólo dos horas, un ejército de sicarios puso en el paredón al Ejército Mexicano. Pero también fue un golpe para la sociedad, para los culichis. No puedes vivir pensando que hay debajo de la tierra un monstruo que de pronto puede salir y tragarte.

─ ¿Qué es lo que te hace sentir más orgulloso de esta travesía de Ríodoce, y qué es aquello que más lamentas?

─ Dos cosas, una, que Ríodoce haya sobrevivido estos 18 años contra viento y marea, manteniendo la misma línea editorial a pesar de las acechanzas; y la otra, que es la que nos sostiene, la credibilidad de los lectores, porque no es fácil mantenerla. Y lo que más lamento es la muerte de Javier. (Texto: J. Francisco de Anda Corral, El Economista)

 

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