Qué come usted: Marías Gamesa

galletas

Las Marie biscuit, o galletas María alguna vez fueron un manjar, un lujo, creado en Londres hace casi 150 años para conmemorar una boda de la realeza europea. Hoy son un bocado simple; se producen masivamente y se compran con poco dinero y a raudales.

Pero son esas características las que las definen y al mismo tiempo las impulsan: un producto económico, de gran tamaño y muy popular. La última publicación del termómetro de compras en Latinoamérica, realizada por Kantar Worldpanel, se enfocó en las tendencias de compra durante la pandemia de COVID-19, donde encontraron que, en México, tres de las 10 marcas con mayor crecimiento fueron galletas: Oreo, Cuétara y Marías Gamesa.

Dicho crecimiento se atribuye a tres factores: priorización de necesidades básicas, precio accesible y compras grandes en cada visita al punto de venta. Marías Gamesa cumple con los tres factores. ¿Por qué? Simple.

Han estado en nuestros hogares por décadas, ¿quién no sopeó una de ellas en café, en chocolate? Y quien no lo hizo, tal vez comió algún pay con una base hecha de galletas Marías, y ni se enteró. En fin, son clásicas y, por lo tanto, básicas para muchos consumidores. Además, son baratas y sus paquetes muy grandes, lo que facilita su elección y promueve las compras con el fin de “guardar para después”.

 

Empaque

Marías Gamesa tiene un empaque en forma de tubo. Su color principal es el naranja, sobre el que destaca un corazón de leche, que encierra el nombre de la marca en fuente azul, sin acentuar. En el costado derecho, se encuentra la imagen de tres galletas apiladas y, sobre estas, los sellos de advertencia de la Secretaría de Salud: exceso de calorías y exceso de azúcares. El paquete más común es de 170 gramos, y contiene alrededor de 38 galletas.

 

Ingredientes

Una lista de 25 ingredientes compone esta galleta. Los primeros en ella son harina de trigo, azúcar, jarabe de maíz de alta fructosa, aceite vegetal y sal. Esta, bien podría ser una lista de cosas a evitar si se quiere mantener la salud. El listado lo complementan una veintena de aditivos para conservar, enriquecer y saborizar la receta.

 

 

Si hacemos a un lado el cariño, la nostalgia y la lombriz, es fácil notar que en realidad son un verdadero bocadito de gordura. Nuestro mercado está lleno de productos cuyas listas de ingredientes empiezan

como esta, todo eso contribuye a que a diario nos topemos con más de uno y nos sea más difícil controlar nuestra salud.

 

Canasta básica, combatiendo el hambre a galletazos

En México, esta variedad de galletas es un producto de canasta básica. Junto con las galletas de animalito y las galletas saladas, las Marías, son vigiladas por el gobierno para que se mantengan a un precio justo y así ayudar a los mexicanos a mantener una alimentación digna. Esto es altamente cuestionable, ya que hay productos indignos en dicho programa.

El programa de Canasta Básica, según la propia información publicada en su portal, tiene como finalidad “combatir el hambre, la desnutrición y la injusticia de no tener lo más elemental, la comida”. Esto se busca llevar a cabo garantizando la seguridad alimentaria, aunque la lista de productos diga lo contrario.

Dentro del programa de Canasta Básica existen 40 productos en total, el 85 por ciento de ellos son considerados alimentos y, al menos una decena de estos, son productos procesados. Azúcar, aceite vegetal, chiles envasados, café soluble, pasta para sopa y pan de caja y de dulce, son ejemplos de lo que podemos encontrar como “básicos” para nuestra alimentación. Además, en la lista se encuentran los precursores más populares: harinas de trigo y maíz, que se convierten en más panes y tortillas.

En el caso específico de Marías Gamesa, el aporte nutricional que anuncian viene de un proceso de enriquecimiento, que se aleja mucho de lo que se puede obtener de alimentos enteros y poco procesados. La biodisponibilidad manda. No es igual obtener hierro de hojas o un corte de carne que de una galleta hecha con 25 ingredientes.

Combatir el hambre y la desnutrición con comida suena heroico en el slogan de un programa, pero hay lógicas alimenticias claras: comer mucho no es sinónimo de nutrición, aunque quita el hambre. Se puede estar lleno de comida, pero estar desnutrido. Obeso, pero desnutrido.

Nutrir y combatir el hambre con el mismo plato es complicado, y ni la canasta básica ni el plato del bien comer se acercan a ello. Abundan granos, cereales y ultraprocesados en las recomendaciones. Así no se puede.

Artículo publicado el 13 de diciembre de 2020 en la edición 933 del semanario Ríodoce.

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