¿Qué come usted?: Sopa Maruchan sabor pollo

maruchan

Apenas se señaló al coronavirus como una posibilidad de contagio en el mundo entero, dimos cuenta de nuestra capacidad de acaparar cualquier cantidad de productos de limpieza, alcohol (para esterilizar y tomar) y alimentos básicos y duraderos. Muchos de los casos de compras de pánico sobrepasaron evidentemente la necesidad.

Dejando de lado el bochorno del papel sanitario y la escasez de cubrebocas y gel antibacterial hubo otro tipo de compras de volúmenes mayores a los acostumbrados: las de productos no perecederos pero que a su vez no cubren ninguna necesidad básica de alimentación, por ejemplo, las sopas instantáneas.

La practicidad y la falta de contexto hicieron parecer a las maruchan y sus competidoras como una digna opción para las alacenas de los consumidores en tiempos de aislamiento, dejando de lado la salud en el encierro y exponiéndose aún más a complicaciones en caso de contagio.

Todo lo externo es difícilmente controlable, casi que imposible. Podríamos bañarnos en gel, en Lysol, llevar máscaras y guantes, pero eso no es garantía. Lo que queda en nuestras manos es elegir correctamente lo que nos llevaremos a la boca; que esto nos nutra y nos haga más fuertes y que empodere a nuestro sistema inmune, no que lo comprometa, no que lo ponga a tratar de digerir basura instantánea.

 

Ingredientes

Un total de 30 ingredientes componen la receta de esta sopa. El principal y por obvias razones es harina de trigo, base principal de los fideos dentro del vaso, a éste le siguen aceite vegetal, sal y vegetales en una mísera cantidad de 4 por ciento, es decir, dos gramos y medio de una mezcla de zanahoria, maíz, chícharo, ajo, cebolla y tallo de apio.

La lista continúa hasta llegar a grasa de pollo y pollo cocido en polvo, no sin antes percatarnos de que, dado que las listas de ingredientes van en orden de mayor a menor en cantidad de contenido, esta sopita tiene más azúcar, maltodextrina, maíz y glutamato que algo relacionado al pollo.

 

Contenido

En los aportes nutrimentales de este producto destacan tres de los cinco sellos del etiquetado que desaparecerá en los próximos meses. Primero, dos tipos de grasas (saturadas y otras grasas) participan con el 26 y 14 por ciento del requerido diario. Cabe señalar que la calidad de las grasas dentro del vaso es mínima y la mayor parte corresponde a aceite vegetal (no se especifica de qué vegetal), un ingrediente que oxidado contribuye al desarrollo de cáncer y enfermedades autoinmunes.

El tercer sello y el más destacado es el del sodio; aporta el 60 por ciento de lo diariamente tolerable, es decir, más de la mitad de la sal que pudiera usted usar en un día completo viene dentro de este vaso. Si a esto le sumamos que no son pocos los que agregan salsas, limón y más sal al prepararla se convierte en un producto que pudiera ser muy dañino en condiciones específicas.

Por lo dicho anteriormente, el nuevo etiquetado pudiera presentar  los sellos de “Alto en grasas” y “Alto en sodio” para este producto.

 

El caldo de Covid

Uno de los productos más impulsados y adquiridos para la cuarentena han sido las sopas en general. Ya sea en lata, secas o instantáneas. En visitas a supermercados pudimos percatarnos de los huecos en los anaqueles de esta línea de productos que se prolongaron al inicio por más de una semana tras la primera oleada de pánico.

Cuando el desabasto disminuyó el mercado entendió el mensaje y le dio impulso a la tendencia, por lo que ahora las cabeceras en la zona de cajas promocionan puré de tomate, pasta seca de trigo, salsa guacamaya y harina de trigo como necesidades básicas.

Las sopas instantáneas han reemplazado al frijol como canasta básica en algunos hogares, esto debido a la practicidad y a que el precio del mismo, así como el del gas se han mantenido altos en los últimos años, según declaraciones de Víctor Villalobos, titular de la Secretaría de Agricultura y Desarrollo Rural.

Este switch en la canasta básica es una clara señal de que nos estamos decidiendo por la practicidad, antes que por la salud. Las implicaciones de ser prácticos son muy costosas, pues perdemos el control de cuánta sal, cuánto azúcar, cuánta grasa y de qué tipo añadimos a nuestras comidas.

La base de las sopas de pasta de trigo instantáneas es harina ultraprocesada, sodio y grasa, tres componentes que promueven y alimentan a la diabetes y enfermedades cardiacas, que son el caldo de cultivo preferido por el virus, ese mismo que nos encerró y nos llevó a comprar, precisamente, muchas sopas.

Artículo publicado el 19 de abril de 2020 en la edición 899 del semanario Ríodoce.

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