Eran las tres y media de la madrugada cuando mi mujer me removió, en voz queda me dijo: parece que están tocando la puerta. Segundos de silencio, y sí. Escuchamos los toquidos, eran suaves, apenas audibles. Me levanté y sigiloso llegué a la puerta. Al escuchar de nuevo el breve ruido. Pregunté: ¿Quién es?
—Soy yo, tu compadre Eduardo. —Al reconocer la voz, abrí la puerta, por un breve instante me quedé asombrado, dudando dar el pase al que miraba, me era totalmente desconocido, cara angulosa, barba crecida y una mirada imperativa que asustaba.
—¿Eres tú compadre?
—Claro compadre, soy yo.
Al confirmar la voz, le di el paso. Le abracé y le dije: perdona, pero es que…
—Sí, estoy hecho una basura, luego te cuento.
—Sí, sí, pásale. Mi esposa que había estado atenta, se presentó y también abrazó a mi compadre.
Eduardo fue aquél que en la masacre se escondió debajo del auto, y después de varias horas pudo salir arrastrando su cuerpo sorteando obstáculos. Como era uno de los líderes visibles del M68, hubo de esconderse hasta que pudo huir de la ciudad de México. En mi casa de ciudad Obregón, lugar donde había sido asignado por una empresa en la que trabajaba como su gerente regional, lo tuve escondido por dos semanas. El lugar era seguro, teníamos de vecinos a un jefe de la policía estatal y un agente federal de caminos. Nos saludábamos con afecto, pero nada más.
—Compadre, estoy en peligro de muerte, si crees que debo irme, dímelo. El gobierno federal nos lanzó toda la fuerza, y su fin es eliminarnos.
—Pues que hicieron compadre.
—Nada nada malo compadre, ellos obedecen al capitalismo, a los gringos. Rusia intenta avanzar con el socialismo, y los Estados Unidos con el capitalismo. Ambos, tienen la misma pasión, ambos se manifiestan entusiastas, pero férreamente decididos a imponerse. El triunfo de la Revolución Cubana con Fidel Castro y Ernesto Che Guevara han logrado un avance muy importante, las esperanzas de la gente explotada está por lo alto, por eso en Argentina, Chile, Bolivia, Uruguay y el resto de la América Latina ahora existe un gran movimiento que pronto se convertirán en triunfos. Por eso los gringos están dispuestos a todo; para nuestra desgracia, nuestro presidente es un vil agente de ellos, solo obedece las órdenes de ellos, y la gran oligarquía mexicana, compuesta por empresarios explotadores, también respalda sus represiones. Nosotros no tenemos apoyos, y aunque nuestros obreros y campesinos son explotados, aún no hemos logrado politizarlos lo suficiente; existe mucho atraso académico y cultural.
—¿Esta negra la cosa compadre?
—Sí, muy negra.
Tomando café y platicando nos amaneció, mi mujer nos hizo desayuno, después de alistarme me fui a la oficina, arreglados los pendientes regresé a casa. Mi compadre aún estaba durmiendo. Por la tarde noche lo invité a dar una vuelta por la ciudad. Ya rasurado y con ropa nueva estimó que ese era su mejor disfraz.
—¿Y cuáles son tus planes compadre?
—Tengo camaradas en Guaymas, dejaré pasar una semana más y me pondré en contacto con ellos.
—Si necesitas quedarte más tiempo…
—Te lo agradezco compadre, tengo que reportarme, la causa me lo exige.
Dos años después ocurrieron, simultáneamente, cuatro asaltos bancarios en diversas ciudades de Sonora. En los días siguientes secuestraron a dos empresarios importantes de Hermosillo, tres de Chihuahua y uno de Monterrey. El rescate solicitado fue fletar un avión con guerrilleros que el gobierno tenía prisioneros, se los llevaron junto con los plagiados a Cuba, allá los soltaron. De los asaltantes y secuestradores nunca supe el final, tampoco de mi compadre Eduardo. La Liga Comunista 23 de septiembre arreció sus luchas, y surgieron los revolucionarios urbanos, entre los más famosos Lucio Cabañas. La violencia desatada hizo mella en el comportamiento ciudadano.
La explosión de todo aquello inició con el M68, estallamiento de violencia inmerecida, la manifestación de Tlatelolco era pacífica, organizada por estudiantes y gente del pueblo, pero el gorila se asustó cuando el 27 de agosto, en algunas calles de la capital, los manifestantes gritaban: ¡El pueblo unido, jamás será vencido!
La fase del M-68 del primero al 27 de agosto fue la más importante, emocionante y hermosa para el movimiento estudiantil, culminó finalmente con la represión que se dio desde el amanecer en el zócalo el día 28, pero la marcha fue lo más grande, medio millón de manifestantes cubrieron el recorrido desde el museo de Antropología e Historia hasta el Zócalo, siempre vitoreados por ciudadanos que desde los balcones les aplaudía y lanzaba confetis. Los marchantes se plantaron ante la puerta del palacio nacional; fue reconfortante ver a una población decida, entusiasta; miraban en ese movimiento un triunfo a la razón, un triunfo de esperanza para que los campesinos, obreros, empleados y pequeños empresarios tuvieran un avance en la mejora de la vida social de México, pacíficamente pedían cesara la represión que un mes antes había cobrado 32 víctimas, pedían la libertad de 87 prisioneros políticos, esto, entre otras cuatro peticiones que serían para soliviantar el estado de tensión, sin embargo, el gorila y sus corifeos en lugar de atender, se asustaron con la gran marcha, la más importante hasta ahora y se fueron por lo más fácil y cobarde: la utilización de las armas contra un pueblo indefenso. Decidieron dar al traste con la oportunidad de ser buenos gobernantes y se convirtieron en horrendos verdugos, villanos que pasan a la negra historia y al olvido.
Estamos aquí reunidos. No para conmemorar sino para seguir luchando porque el 2 de octubre de 1968 marcó la historia de México. No debemos dejar de luchar porque el futuro es nuestro. Porque tenemos que transformar esta sociedad.
Anónimo.
Se ha cumplido un año y cuatro meses de ineptitud del Procurador de Justicia de Sinaloa; los maleantes que ordenaron la muerte de nuestro compañero y amigo Javier Valdez Cárdenas, siguen libres. Exigimos: ¡Justicia! ¡Justicia! ¡Justicia!
*Escritor de la novela Tierra blanca.
Artículo publicado el 16 de septiembre de 2018 en la edición 816 del semanario Ríodoce.
