Mundo jurásico

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Una de las películas más esperadas del año y que ha generado muchas expectativas, es Mundo jurásico (Jurassic World/EU/2015), dirigida por Colin Trevorrow, la cuarta entrega de la franquicia de Parque jurásico (1993), a la que le siguieron El mundo perdido: Jurassic Park (1997) y Parque jurásico III (2001).

Más que una continuación de las tres primeras partes, esta nueva entrega se vale por sí misma, en un parque más moderno, con tecnología de punta, no precisamente con dinosaurios más impactantes, aunque ahí están las referencias a esas cintas antecesoras, que provocan la nostalgia de varias generaciones (la playera de uno de los personajes, unos autos viejos, abandonados en el bosque, por ejemplo).

Los hermanos Zach (Nick Robinson) y Gray (Ty Simpkins) tienen la fortuna de que su tía Claire (Bryce Dallas Howard) trabaja en el parque temático en Isla Nublar, que abrió sus puertas después de 20 años, y recibe 20 mil visitantes por día, por lo que ellos cuentan con entrada libre a todas las atracciones.

Una de las novedades del lugar es el Indominus Rex, un dinosaurio genéticamente modificado, que es extremadamente peligroso, razón por la cual está en resguardo, porque tiene la suficiente fuerza para acabar con todo lo que se le ponga enfrente.

Zach y Grey tienen la oportunidad de hacer un recorrido por el bosque en una especie de burbuja que los protege de los animales; lo que no saben es que el dinosaurio más peligroso se escapó, y ahora están a disposición de él para que su paladar se deleite con ellos.

Aunque al principio se resistía, Claire pedirá ayuda al mejor entrenador de velociraptors, para ir en busca de sus sobrinos, antes de que el Indominus Rex los encuentre. Para ese momento, todos los visitantes del parque entran en pánico, porque el enorme dinosaurio no es la única amenaza que los persigue.

Uno de los mayores aciertos de la cinta son los efectos especiales, a pesar de que desde la primera parte los dinosaurios se ven muy reales, esta cinta no es la excepción en ese sentido y tanto el Indominus Rex como los velociraptors están perfectamente diseñados para poner la piel chinita a cualquiera.

Bryce Dallas Howard, además de sexy y atractiva, es muy coherente en esa interpretación de la encargada del parque: sabe que su responsabilidad es que funcione bien y las cuentas, por lo que la objetividad y la frivolidad son su principal sello.

Chris Pratt como el responsable de criar y entrenar a los velociraptors, así como buscar que sólo se dediquen a hacer el bien, es muy creíble: como todo un defensor de la naturaleza.

La debilidad más evidente es que estamos ante una historia muy floja, que sabemos por dónde va desde el principio y de la cual estamos seguros en qué va a terminar: por más desventuras por las que pasen los protagonistas, jamás se verán realmente afectados negativamente, incluso se darán la oportunidad de cortejarse, con beso incluido, en medio de un ataque de aves prehistóricas.

Es cuestión de que uno se deje llevar, y claro que la cinta entretiene, sobretodo en ese momento de la lucha entre dinosaurios, hacia el final. Vaya a verla… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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