Custodios y el entonces encargado de la dirección del penal de Aguaruto recibieron condenas por la evasión del Changuito Ántrax, el 20, el Chimal y el Limón
Siete años después de la fuga de cuatro operadores del Cártel de Sinaloa del Centro Penitenciario de Aguaruto, custodios y el entonces encargado de la dirección fueron sentenciados.
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La evasión ocurrió el 17 de marzo de 2017 y ese día escaparon en el compartimento oculto de una camioneta Jesús Peña González, el 20; Rafael Félix Núñez, el Changuito Ántrax; Francisco Javier Rosales Zazueta, el Chimal; y Alfonso Limón Sánchez, el Limón.
Ese mismo día, autoridades penitenciarias se percataron que había escapado Juan José Esparragoza Monzón, el Azulito, hijo de Juan José Esparragoza Moreno, el Azul.
En 2019 la Fiscalía General de la República dio a conocer que la investigación por la fuga del Azulito fue enviada al archivo temporal debido a que no tenía datos para continuarla, incluso desconocían qué día había escapado.
El Azulito murió en enero de 2021 de Covid-19, en una clínica privada en Culiacán, sin que las autoridades se percataran que se encontraba internado ahí, hasta el día de su fallecimiento.
Por la fuga de los otros cuatro integrantes del Cártel de Sinaloa el encargado de la dirección del penal, Víctor Manuel; y el custodio, Jesús Francisco, fueron sentenciados a nueve años tres meses de prisión debido a que el juez consideró que su conducta fue dolosa.
Los celadores Hugo Iván, Alfredo y José Roberto fueron sentenciados a un año nueve meses de prisión porque su grado de responsabilidad fue “levísimo” y la pena fue conmutada por trabajos comunitarios; y el custodio Marcelo y el civil Julio César fueron absueltos debido a que no se acreditó que tuvieran responsabilidad.
Todos fueron acusados del delito de evasión de presos en la modalidad agravada de evasión de detenidos, así como procesados por ilícitos contra la salud.
De acuerdo con la Fiscalía General de la República a las 11:00 horas del 17 de marzo, el C4i recibió una llamada que alertaba de una riña en el penal y la fuga del Azulito y el entonces subsecretario de Seguridad Pública, Cristóbal Castañeda Camarillo, le habló a Víctor Manuel, encargado del penal, para que verificara y éste le dijo que sí se encontraba.
A las 12:20 horas, del Centro Información y Seguridad Nacional le hablaron a Castañeda y le informaron que el Azulito había escapado, por lo que de nueva cuenta volvió a hablar con el encargado del penal para que revisara otra vez.
El encargado del penal envió al custodio jefe de seguridad de nombre José Mario y éste le respondió que el Azulito sí estaba y después de eso el agente salió del penal y ya no lo volvieron a ver ni en los días siguientes.
Media hora después, a las 12:50, Castañeda llamó por tercera vez al encargado del penal y le dijo que personalmente verificara si estaba el Azulito y al acudir al módulo otros internos le dijeron que no lo habían visto en todo el día.
A esa hora, todavía no se fugaban los otros cuatro internos, pues según la FGR, la camioneta en la que escaparon llegó a la pluma de entrada del penal a las 12:58 horas y a las 13:12 ingresó sin que la revisaran.
A las 13:22 horas entró al área de talleres y a las 13:30 salió de ahí para dirigirse hacia el pórtico y a las 13:37 horas cruzó la puerta de salida del penal.
Después de verificar que el Azulito no estaba, el encargado del penal salió del inmueble para acudir a la oficina de Castañeda y notificarle personalmente.
Tras enterarse de la ausencia de Juan José Esparragoza Moreno, Castañeda se dirigió al penal, a donde llegó alrededor de las 14:00 horas y activó el código rojo.
En la sentencia, el juez determinó que los custodios fueron omisos al permitir que ingresara la camioneta sin ser revisada; y el encargado del penal, cuando se enteró que el Azulito no estaba, debió ordenar por lo menos el cierre de puertas e impedir la entrada y salida de personas y vehículos; y en cambio, salió del centro penitenciario para informar personalmente al subsecretario de Seguridad.
“De acuerdo a las máximas de la experiencia lo más rápido era una llamada telefónica (al subsecretario), resulta inverosímil que no contara con el número celular de dicho funcionario público o el número directo de su oficina, dado que éste era su superior jerárquico”, indicó el juez.
El vehículo en el que escaparon los internos fue asegurado días después y durante el juicio se acreditó que fue modificado en su estructura y recortaron la altura de la caja de redilas y le quitaron unas tablas del fondo para formar un cajón de aproximadamente 40 centímetros de ancho por 2 metros de largo.
Después de obtener los pesos y alturas de los cuatros fugados, un perito en criminalística buscó personas similares, incluso de mayor peso y altura, y concluyó que cabrían fácilmente en el compartimento.
De los reos fugados ese día, el 20, el Changuito Antrax y el Limón, siguen prófugos; y el Chimal, murió un mes después de la evasión, en un enfrentamiento con elementos de la Marina en el poblado San Cayetano, en la sindicatura de Tepuche.
Artículo publicado el 13 de octubre de 2024 en la edición 1133 del semanario Ríodoce.