La obesidad infantil es un problema de salud mundial, pero en México sus índices son especialmente elevados. Según la Encuesta Nacional de Salud y Nutrición (ENSANUT), la prevalencia acumulada de sobrepeso u obesidad en niñas y niños de cinco a 11 años es de 37.3 por ciento, es decir, casi cuatro de cada 10 infantes tienen sobrepeso o son obesos.
El sobrepeso es definido por la Organización Mundial de la Salud como una afección por acumulación excesiva de grasa. La obesidad es esto mismo, pero visto ya como una enfermedad crónica perjudicial para la salud.
Un riesgo asociado a la obesidad infantil, además de las ya conocidas enfermedades adyacentes, es el de la pubertad precoz, una condición que puede tener implicaciones a largo plazo en la persona.
La pubertad precoz se define como el inicio de los signos de desarrollo puberal antes de los ocho años en las niñas y antes de los nueve años en los niños. Entre los factores que pueden desencadenar esta condición, la obesidad ha sido identificada como uno de los más relevantes. La relación entre obesidad y pubertad precoz se debe, en gran medida, a la influencia que el exceso de tejido adiposo tiene en los niveles hormonales del cuerpo.
Estudios encuentran relación
Expertos han establecido una fuerte conexión entre la obesidad y la pubertad precoz, especialmente en las niñas. Las investigaciones indican que un mayor índice de masa corporal (IMC) en la primera infancia se asocian con un inicio más temprano de la pubertad. Por ejemplo, un estudio de la Universidad de Michigan encontró que las niñas con puntuaciones de IMC más altas a partir de los tres años, y aumentos significativos en el IMC entre los tres y los seis años tenían más probabilidades de comenzar la pubertad temprano.
Además, un estudio publicado en BMC Pediatrics destacó que tanto el sobrepeso como la obesidad están relacionados con mayores probabilidades de pubertad precoz en niñas y niños. Las niñas con tasas más altas de obesidad tenían un riesgo significativamente mayor de desarrollarla; los niños con obesidad continua durante más de tres años también mostraron un mayor riesgo.
La grasa y las hormonas
¿Qué tiene que ver una cosa con la otra? Es cierto, no hay relación aparente, ya que pensamos que la grasa corporal es solo eso, grasa, y que si hay mucha hay que quemarla o ponernos a dieta, y si no, todo bien. No es tan sencillo.
El tejido adiposo, o tejido graso, no es solo un almacén de energía, como de manera usual lo pensamos, sino también un órgano endocrino activo que produce y libera diversas hormonas y factores de crecimiento, como la leptina, que desempeñan un papel crucial en la regulación del apetito, el metabolismo y la pubertad.
En condiciones de obesidad, los niveles elevados de leptina pueden influir en el eje hipotálamo-hipófisis-gónadas, un sistema hormonal que controla el desarrollo puberal. La leptina actúa sobre el hipotálamo, promoviendo la liberación de gonadotropinas, que a su vez estimulan la producción de hormonas sexuales en los ovarios y testículos, desencadenando así el inicio de la pubertad.
Estudios han mostrado que las niñas obesas tienden a desarrollar características puberales —como el desarrollo de las mamas y la primera menstruación— a edades más tempranas comparadas con las de peso normal. En los niños, aunque la relación es menos evidente, también se ha observado que aquellos con sobrepeso u obesidad pueden presentar signos de pubertad precoz, como el crecimiento testicular temprano.
La pubertad precoz se asocia con una menor estatura adulta. Al llegar a la pubertad, el crecimiento de los huesos largos se desacelera. Cuando la pubertad se presenta antes de tiempo, el crecimiento de los huesos también, provocando que el infante crezca menos de lo que naturalmente debería.
Psicológicamente, los niños que experimentan pubertad precoz pueden enfrentar problemas de adaptación social, autoestima baja y mayores niveles de estrés y ansiedad.
La obesidad infantil no solo es un factor de riesgo para numerosas enfermedades crónicas, sino que también puede precipitar la aparición de pubertad precoz, con los efectos adversos mencionados. La prevención de la obesidad desde edades tempranas es vital para garantizar un desarrollo saludable y evitar complicaciones futuras.
Artículo publicado el 28 de julio de 2024 en la edición número 78 del suplemento Gula.