Héctor Cuen fue la Universidad Autónoma de Sinaloa por casi 20 años. Un liderazgo de un solo hombre que concentraba todas las decisiones, hasta aquellas aparentemente sin importancia. Tejió una red de poder que le permitió sostenerse y atajar los espacios a cualquier grupo o personajes con una visión distinta a la suya. Aglutinó a su alrededor a todos –casi, como siempre. Docentes y administrativos, una parte de los alumnos, deportistas e investigadores. Incluso, algunos de sus detractores iniciales terminaron por adherirse y otros mejor retirarse ante la imposibilidad de arrebatarle al menos una dirección de alguna facultad.
Otros rectores intentaron extender su periodo de apenas cuatro años, buscaron imponer sucesores o mantener en el poder a su grupo. Intentaron, pero Cuen lo concretó.
Con la UAS bajo su control, Cuen llevó todos sus esfuerzos a lo que él y sus allegados llamaban “el proyecto”, que no era otra cosa más que buscar poder político, y más claramente el objetivo era la gubernatura de Sinaloa. Por eso el camino natural fue entrar a la lucha electoral y después fundar sus propias siglas, el Partido Sinaloense, PAS.
Como sucede siempre cuando todo orbita alrededor de una sola persona, o ésta concentra demasiado poder y las decisiones, elimina liderazgos y opaca a sus equipos, la consecuencia es que ante su ausencia todo el entramado construido puede venirse abajo como un castillo de naipes.
Es el caso de la muerte de Cuen Ojeda, que modifica absolutamente todo y le da un rumbo distinto a lo ocurrido hasta ahora. Eso sin contar que, al tratarse de un asesinato, aun sin esclarecer, todos los involucrados quedan atrapados en esa indefinición, incluida la autoridad estatal que está obligada a dar con los asesinos, como en cualquier otro crimen, pero aquí todavía con mayor razón por el enfrentamiento abierto entre gobierno y UAS-Cuen. Una historia del caso comprobable, basada en evidencia, o de lo contrario el velo de la sospecha estará siempre presente.
Establecido el contexto dos preguntas son básicas:
¿Qué pasará con la UAS, sin Cuen y su férrea concentración de poder? ¿Qué pasará con el PAS si pierde el sostén que desde su nacimiento le apuntaló?
UAS y PAS corrieron hasta ahora por un camino paralelo, como una vía del tren.
Con la muerte de Cuen lo que podría anticiparse es que Universidad y Partido difícilmente podrán continuar de esa manera. Una fórmula así solo es posible si UAS y PAS tienen un solo liderazgo. Y eso es casi imposible que ocurra de nuevo.
Margen de error
(UAS) Primero hablemos de la UAS.
La Universidad cumplió dos años en una guerra con el gobierno estatal. No hay otra forma de llamarla porque se atacan por igual, cada quien con sus armas. Las autoridades principales sortean acusaciones y procesos judiciales, mantienen además un diferendo sobre la reforma de su ley orgánica.
En las semanas previas al asesinato de Cuen Ojeda, luego de la intervención del presidente López Obrador de que se sentaran a negociar, el nivel de la tensión lejos de bajar se intensificó con la participación de grupos en protesta en Ciudad de México y en las instalaciones de Radio UAS.
La UAS en estos 20 años perdió su normalidad democrática en la selección de su rector. No existe la rotación sana de liderazgos. Evidentemente entre los cuenistas hay equipos, simpatías y grupos internos, pero al final era él mismo quien decidía las posiciones de cabo a rabo.
Ahora sin esa cabeza la Universidad tendrá que decidir internamente sobre sus autoridades. Hay un método de selección, pero el Consejo Universitario está viciado. ¿Cómo se pondrán de acuerdo los liderazgos actuales para la toma de decisiones? Sin sumarle aun la modificación que se haga, si se hace, de la Ley Orgánica, y por tanto cambie el proceso para la elección al rector y si se regresa a la votación universal.
En la legalidad hay un rector en funciones, Robespierre Lizárraga, y hay un rector electo suspendido en su cargo por una autoridad judicial, que es Jesús Madueña. ¿Quién mandará ahora sin Cuen? Robespierre o Madueña. Y otra pregunta: ¿Está listo cualquiera de ellos o una tercera o un cuarto personaje para hacerse cargo del liderazgo ahora acéfalo?
Esto, siempre y cuando el grupo actual en el poder, esos herederos de Cuen, conserven la UAS para ellos mismos y procesen este episodio.
También podría ocurrir que, con la ausencia de Cuen, surjan internamente grupos que se mantuvieron doblegados al poder de Cuen o incluso llegar a una negociación para que quien menos se imaginen llegue a ser el rector.
Primera cita
(PAS) El Partido Sinaloense comparte con la UAS muchas de sus incógnitas. Como la de sortear la definición de liderazgos. Pero es fundamental que establezcan con claridad qué partido son y cuál es su proyecto político, porque antes lo era el mismo Cuen, y lo que Cuen tenía en su cabeza.
Tienen tiempo para resolverlo, porque hay financiamiento asegurado hasta la otra campaña. Muchos ya dan por muerto al PAS, pero lo claro es que ahí es más sencillo que sea la diputada Angélica Díaz quien asuma el liderazgo o lo mantengan con Víctor Corrales, siempre leal a Cuen.
El PAS cojea sin embargo de su dependencia de la UAS, sin meternos en el tema de la utilización de recursos, lo evidente es que depende de ella porque sus afiliados son al mismo tiempo trabajadores de la Universidad que dan tiempo al trabajo político.
Mirilla
(¿?) La encrucijada no es nada sencilla. Fue demasiado poder acumulado en una sola persona. La comunidad universitaria en su totalidad tendrá que procesarlo y hacer valer esa autonomía de la que ahora tanto se habla. Y en el PAS, correspondería a sus militantes. Veremos (PUNTO)
Artículo publicado el 11 de agosto de 2024 en la edición 1124 del semanario Ríodoce.