Devanarse los sesos

FUNCIONARIOS DE CASILLAS. Héroes de la elección.

A Camila,
una de los millones de funcionarios de casilla

Héroes y heroínas convocados el domingo 2 de junio para recibir, contar y registrar votos, son ajenos a los festejos que atraen multitudes y alabanzas. No hay coronas de laurel, recompensa a los ganadores de una batalla. Nadie les levantó la mano, entre aplausos y porras. La responsabilidad cívica es insonora, cumplir con el deber siempre es discreto, silencioso.

Conozco la historia de Camila, junto al grupo de funcionarios que cumplieron sin quejas las 17 horas de trabajo ininterrumpido en la casilla 952 contigua 1, en Culiacán.

Casi siempre la realidad escapa a nuestros sentidos. Oír, ver, sentir, no es claro. Mientras vemos lo que creemos que pasa, son otros quienes sostienen el peso de la historia. Los soldados anónimos se baten cuerpo a cuerpo con el enemigo, y no los generales a quienes se les atribuye la victoria.

La mal llamada fiesta cívica, el día de la jornada electoral, como el 2 de junio pasado, reparte su peso en millones de almas y cuerpos desperdigados por todo el país. No hay empresa imposible cuando hay manos y cabezas suficientes. Esa fiesta no lleva felicidad, ni jolgorio, al menos no para quienes cargan el peso.

Camila, los suyos, y los otros millones de Camilas y suyos en el país, hicieron su trabajo discreto y sin recompensas. Estamos hablando de la más grande movilización que pueda tener cualquier país. No hay actividad que convoque a tantas personas al mismo tiempo como una elección nacional. Ni la peregrinación religiosa por la virgen de Guadalupe, ni un triunfo de la selección mexicana, lo que se les ocurra no concentrará a tantas personas al mismo tiempo.

Sin embargo, son ellos y nadie más, los y las que no se llevaron los vítores, quienes a final de cuentas cargaron con la parte más pesada.

Mientras el mundo exterior hace el clásico devaneo de sesos, y habla, despotrica, se quiebra, choca entre sus ideas. Piensa en mundos contrapunteados, como dos trenes que impactan de frente. Columnistas, opinadores, influencers, el mundo habla y habla como si fuera una tierra de dos mundos.

Igual y todo eso, millones de ciudadanos salieron con una sola encomienda, independientemente de estar en un bando o en el otro: estar a tiempo en una casilla, armar urnas, contar boletas, esperar a quienes se decidieran ir a votar, contar sin trampas las boletas marcadas, llenar un acta sumando pulcramente…

Si a alguien le suena poco eso, que se vaya al diablo. Ellos y ellas son los héroes y heroínas de esta jornada.

Margen de error

(Es lo que es) Apenas al final de la jornada, seis de la tarde del domingo dos de junio, cuando la ley marca el cierre de las casillas para el proceso de conteo de votos y llenado de actas, justo el momento en que en todo el país se difundían ganadores y perdedores, resultaba un contrasentido ponerse a contar las boletas.

Pero es entonces cuando todo inicia en las 170 mil 648 casillas y el equipo de funcionarios. Parece el momento justo de mandar todo al carajo, pero es al revés. Empieza la parte más compleja de todo el proceso. Contar las boletas y llenar las actas.

Camila y el equipo de funcionarios, como miles al mismo tiempo, mantienen la tarea. Solo de esa manera es posible sostenerla. Por más que por todos lados se difundan ganadores, la única manera que el sistema no colapse, es por el trabajo de todos y cada uno de quienes durante todo el día de la jornada electoral han estado soportando el peso.

Mientras la Presidenta del INE daba a conocer los cálculos matemáticos de los resultados, por todo el país aun continuaba el conteo de los votos, uno por uno. La complicada tarea de que los números cuadren. En la casilla de Camila se contaron tres veces los votos. En una sobraban boletas, en otra faltaban. Al final los números deben ser exactos.

Primera cita

(El plan C) Es López Obrador quien ganó la elección del domingo 2 de junio, sin estar su nombre impreso en la boleta. Se dice por unos y otros que es la marca, Morena, la razón del triunfo arrasador –más de dos a uno en la presidencia. Y que si un palo fuese el candidato en este o aquel distrito, en esta o aquella alcaldía, el palo hubiese ganado.

Evidentemente es más complejo que ambas afirmaciones.

Primero, siempre en una sucesión presidencial se evalúa a quienes están en el poder y los electores deciden si avalan a quienes desde el poder postulan; o los botan, y echan fuera a esa fuerza política.

Segundo, las postulaciones internas de los partidos son resultado de un complejo engranaje donde por muy diversas razones y sinrazones van perfilando cada una de las candidaturas, según sus intereses o los intereses de los grupos internos; esa decisión puede ser fallida o certera: hay rentabilidad electoral con impresentables; y viceversa, perfiles intachables que son pobres en simpatía de votos.

Mirilla

(Poder) En la arqueología política de México, con su presidencialismo todopoderoso, el ocaso del Tlatoani en turno iniciaba al destapar al sucesor. Con sus matices, en eso no hay cambio. Hoy México se debate entre dos conceptos de país. Las grandes mentes de México, antes implacables en sus deducciones, pierden el rumbo.

Quizá sea tiempo de los sociólogos para explicar lo que sucede en este país convulso. (PUNTO).

Artículo publicado el 09 de junio de 2024 en la edición 1115 del semanario Ríodoce.

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