No sé porqué se toma como una novedad que el gobierno de los Estados Unidos esté espiando al gobierno mexicano. Y porqué el presidente, Andrés Manuel López Obrador, lo anuncia como una revelación que más bien parece estar convocando afanes patrioteros. En todo caso, no es el hecho lo que importa cuando viene de la todavía potencia más grande del mundo, sino el contenido de la información que se hizo pública. En un despacho del diario Washington Post, se dijo que había tensiones entre la Marina y el Ejército mexicanos, porque éste tomaría el control del espacio aéreo, lo cual motivó que el titular de la Armada, José Rafael Ojeda, instruyera a su personal a limitar el apoyo a la Sedena. La fuente de la información es, hasta donde se ha dicho, el Pentágono.

El presidente se veía visiblemente molesto cuando lo “anunció” y dijo que “ya” cuidaría el gobierno mexicano la información de la Marina y el Ejército porque estaban siendo espiados por el Pentágono y los medios recibían información filtrada para atacarlo. Incluyó a la DEA, que días antes había revelado su infiltración en el Cártel de Sinaloa para dar seguimiento a las actividades de Los Chapitos, respecto a la producción y tráfico de fentanilo hacia su país.

AMLO apeló a nuestra soberanía, que dijo, estaba siendo vulnerada. Pero más tardó en decirlo que el embajador de Estados Unidos, en México, Ken Salazar, aclarar que, en las investigaciones sobre Los Chapitos para enderezar sus acusaciones en una corte de Nueva York, había participado también el gobierno mexicano.

López Obrador, es muy evidente, está hecho bolas con el tema de la seguridad y cómo ha venido enfrentando situaciones específicas, porque sus acciones están siendo balconeadas, cuando muchas de ellas son profundamente ilegales. Todo esto se da cuando se exhibe al Ejército mexicano por estar usando el programa Pegasus para espiar… ¡defensores de derechos humanos!

Los sistemas de información de la Sedena fueron desfondados por el colectivo Guacamaya y desde entonces el gobierno perdió el control sobre sí mismo en muchos temas de seguridad. No hay dudas de que el gobierno de los Estados Unidos, a través de todas sus agencias, investigue a su par mexicano –por eso atraparon a Genaro García Luna o ¿cómo cree el presidente AMLO que lo hizo?

Que había diferencias entre el jefe de la Marina y el de Sedena, fue de las primeras revelaciones de los GuacamayaLeaks, ya no es novedad, de hecho, nunca ha sido novedad. Cuando llega Enrique Peña Nieto al poder, relega a un Ejército consentido por Felipe Calderón y le encarga a la Marina las operaciones más importantes. Ahora el presidente entroniza al Ejército, le da un poder que nunca jamás había tenido, con todo lo que ya sabemos, y es normal que haya una reacción de los jefes de la Armada. Estamos hablando de poder, de información, de armas, de cercanía con la figura presidencial, de mucho dinero…

Lo cierto es que, hoy día, el Ejército, pese a ser todavía la institución del gobierno en la que más confía la gente, luce profundamente dañado. El golpe más reciente se lo dio una investigación periodística colectiva encabezada por Ignacio Rodríguez Reyna, donde expone los viajes de lujo del secretario de la Defensa, Luis Cresencio Sandoval y su familia, en contra de la pregonada “austeridad republicana” de la 4T.

Tal vez por eso el presidente ha decidido darle un poco de reposo, mantenerlo en la sombra y al mismo tiempo otorgarle más juego a la Marina. Esta misma semana, ante el hecho de que buena parte de la estructura de Los Chapitos está buscando refugio en otras ciudades y zonas del país, en el clásico “efecto cucaracha”, encargó a la Armada de México y a la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana, las acciones de búsqueda de los operadores de este grupo. “Nos dejaron fuera”, dijo a Ríodoce una fuente castrense.

Bola y cadena
YA EN LO PERSONAL, EL GENERAL SECRETARIO está tocado. El hoyo que a la Sedena le hizo el colectivo Guacamaya al hackear cuatro millones de correos electrónicos, hubiera sido suficiente para ser removido del cargo, pero el mismo presidente desestimó –al modo– el hecho. De ahí se han derivado conflictos internos, con la Marina, el uso de Pegasus para espiar periodistas, rivales políticos y defensores de derechos humanos, lujos, contratos amañados. Salva un poco su prestigio el golpe que le dio a Los Chapitos con la detención de Ovidio, pero igual ya no tendría por qué ser mantenido en el cargo. Y lo que queda por saber.

Sentido contrario
LA SCJN ACABA DE RESOLVER que el Congreso del Estado de Sinaloa no tenía por qué impedir que el Ayuntamiento de Culiacán actualizara las tarifas del impuesto predial, como lo propuso en su momento el entonces alcalde, Jesús Estrada Ferreiro. Estrada interpuso una controversial constitucional y la ganó. Pero el congreso ya le había dado palo a su iniciativa. Si sabía que estaba violentando la autonomía del municipio, le valió, se escudó en un discurso plazuelero y mantuvo las mismas tarifas. Primero hay que pegar, después averiguamos.

Humo negro
FELICIANO CASTRO APROVECHA un evento solemne—instalación del Parlamento Juvenil 2023—para arengar a los jóvenes universitarios a no dejarse manipular por grupos internos o externos… y en la inauguración de la Feria del Libro de la UAS, 2023, el rector, Jesús Madueña, habla de la persecución de que la UAS, no él o ellos, es objeto desde hace meses. Es la guerra por arriba de la mesa, la mediática, así de simple… mientras por debajo siguen los procesos que sí podrían tener un impacto definitivo para una de las dos partes. Ya se verá.

Artículo publicado el 23 de abril de 2023 en la edición 1056 del semanario Ríodoce.