El Profe Cruz Hernández Fermín adquirió, antes de morir, prendas de vestir del escritor colombiano
Un traje y unas botas negras de Gabriel García Márquez están en el Macondo sinaloense del Profe Cruz Hernández Fermín.
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Ahí en Recoveco, el poblado del que el propio escritor colombiano tuvo conocimiento, su ropa está como testimonio, en una de esas vitrinas en las que se resguardan tesoros preciados.
Eso es lo que fue para el más fiel admirador de sus novelas. Hace tres años, Cruz Fermín pagó poco más de 100 mil pesos por estas prendas y un huipil de su esposa Mercedes.
Lo hizo a través de quien fuera la asistente del escritor, Mónica Alonso.
Alma Sapiens Payán, recordó que tenía la idea de que hacer un museo, una réplica de la casa de Gabo en Recoveco.
“Él compró estas piezas con su dinero, el ISIC iba a apoyar con la compra, pero no ha sido posible, pero vamos a seguir con el proyecto que él tenía en mente. Esto fue muy valioso en todos los sentidos para él; emocionalmente, históricamente”, señaló la esposa del Profe Cruz.
“Él me había dicho que ya se podía morir tranquilo porque ya había logrado muchos de sus objetivos; haber conocido a García Márquez, que le mandara libros y haber fundado un club de lectura y un festival cultural”.
Las mariposas amarillas
En Recoveco las mariposas y globos amarillos se alzaron para el Profe Cruz Hernández.
En el CBTA 133, donde cada año realizaba el Festival Cultural Gabriel García Márquez, se le rindió un homenaje y se exhibieron las prendas de vestir.
El ballenato se escuchaba; los personajes de los libros del escritor colombiano desfilaban por la plaza principal, había fotografías y libros, Eran los estudiantes que seguían su legado, la fiesta que desde hace 21 años organizaba.
Apenas hace unos días el profe partió, pero ya tenía organizada las actividades de este año. Un cáncer le había quitado la vida.
Sapiens Payán agregó que le faltaba terminar su proyecto en Macondo, un terreno cercano a Recoveco, que planteaba convertir en un centro recreativo y se declarara reserva ecológica, para que ahí se siguiera difundiendo la obra de Gabo.
“Todo eso me contaba; sus ilusiones, temores, dudas, todo. Seguía releyendo toda la obra de García Márquez, constantemente le decía: ‘bueno si ya leíste ese libro por qué lo estás leyendo otra vez’, pero era algo que le gustaba y memorizaba las citas”.
Macondo en Sinaloa
El Profe Cruz nació en el municipio de Tempoal, en la huasteca veracruzana, pero llegó a Recoveco para formar una familia, ser formador de muchas generaciones, pero también para difundir el amor por la lectura.
En su adolescencia había tenido sus primeros acercamientos con El coronel no tiene quién le escriba… porque decía que era como su abuelo, además como el maestro Gabo, creció en un pueblo perdido.
De forma discreta se fue convirtiendo en uno de los más comprometidos promotores de lectura del estado.
Desde Recoveco con sus estudiantes fue una voz comprometida.
Buscaba minar la violencia con las letras. Siempre lo pensó así y a Culiacán llegaba con sus libros bajo el brazo siempre hablando de Gabo.
“Sí alcanzó a transmitir a muchos compañeros el amor por la lectura, él ya estaba listo, a finales de diciembre para este festival, él y el maestro Guillermo se reunieron en la casa para armar el programa”, detalló.
Al Profe Cruz, no le alcanzó para estar en el festival, pero sus alumnos, compañeros y familiares estuvieron ahí para alzar globos y mariposas amarillas en su honor. También se develó una placa, ahí justo enfrente del traje y botas negras de Gabo.
Artículo publicado el 12 de marzo de 2023 en la edición 1050 del semanario Ríodoce.