Se parecen mucho, pero Morena no es el PRI

Se parecen mucho, pero Morena no es el PRI

Mal se ve Merary Villegas, la dirigente estatal de Morena, al defender al Químico Benítez, solo porque “no se puede borrar tan fácil el aporte que le ha hecho al movimiento a nivel estatal; fue uno de los que inició Morena en el estado de Sinaloa, y tienes tú como gobernante de un estado considerar todas las partes”. Eso le dijo a Ríodoce.

Se entiende que defienda la actitud del gobernador Rubén Rocha, al llevárselo a su gabinete para darle sombra porque, al final, es su jefe político. Pero argumentar que el ex alcalde de Mazatlán debe ser medido con una vara especial por su “aporte al movimiento”, es incomprensible simplemente desde la perspectiva de los postulados de Morena: “no mentir, no robar, no traicionar”. Y Luis Guillermo Benítez Torres se limpió todos.

Es verdad que no se ha dicho la última palabra, que falta que las autoridades competentes, la Auditoría Superior del Estado y/o la Fiscalía General del Estado de Sinaloa, determinen si es o no culpable de algún delito, pero justificarlo ahora por su “aporte al movimiento”, es absolutamente incongruente.

No se ha dicho todo sobre el caso de las luminarias, porque el tema, enfocado escandalosamente en Mazatlán por razones obvias, pasa por muchos municipios y es evidente que detrás de la decisión del Químico Benítez de contratar 400 millones de pesos hay alguien más. No es casual que las mismas lámparas fueron contratadas en otros municipios durante la administración de Quirino Ordaz Coppel. ¿Por qué, –por ejemplo–, la entonces alcaldesa de Guasave, Aurelia Leal, fue conminada a instalar esas lámparas en el malecón? Cuando el proyecto de iluminación le fue planteado al gobernador Ordaz, éste le dijo que le daría dinero para ello. Muy bien, le dijo Aurelia, voy a licitar. “No, –le respondió—te daré 7 millones de pesos, pero le vas a comprar a Azteca Lighting”.

No es remoto, entonces, que el caso se extienda a una red de corrupción en donde participan empresarios, pero también gobernantes, algo típico de los gobiernos que, se supone, Morena viene a desterrar. El gobernador tiene algo de razón cuando afirma que los empresarios son los más corruptos. Algo, no toda la razón, porque hay muchos empresarios, la gran mayoría, que son honrados; pero también porque la clase política está infestada de gente que, durante décadas vio el tesoro público como algo de lo que se podía disponer a su antojo. Y nada pasó. Y cuando ha pasado, la intención es más bien política, no tanto por el interés de hacer justicia. El tema es que el gobierno y los empresarios están obligados a convivir. El mismo gobernador los ha llevado al comedor del presidente AMLO.

Apenas ayer, el sábado, el gobernador asistió a la inauguración de un centro de hemodiálisis que la Fundación Vizcarra construyó en el Estado de México, a petición del presidente. ¿Por qué no aprovechar esta disposición para integrar a más empresarios a realizar obras como esta? Están podridos en dinero y las carencias son infinitas. Y el dinero público no alcanza. Y los empresarios han sido, históricamente, los grandes beneficiados de las rapaces políticas económicas de los gobiernos del PRI y del PAN, que terminaron empobreciendo a decenas de millones de mexicanos y concentrado la riqueza en unos cuantos magnates.

Y se van a seguir beneficiando porque el sistema capitalista es así. Lo que el gobierno tiene qué hacer, es aclarar las reglas. Para ellos, y para los ciudadanos. Que no venga un alcalde o un gobernador incluso, a realizar tratos como el que hizo el Químico en Mazatlán. Los ciudadanos han estado votando por un “cambio verdadero”, como dice el gran Tlatoani. Y espera que sea verdad. No más de lo mismo.

Bola y cadena
MORENA SE ESTÁ CONSTRUYENDO apenas, y si pretende gobernar por décadas, como lo ha declarado, necesita apuntalar sólidamente el partido. Y esto no se logra con frases que muchas veces terminan siendo huecas, sino con acciones ejemplares, con proyectos de mediano y largo plazo que puedan medirse. Y con estructuras, lo cual no se logra de la noche a la mañana. Morena no es el PRI, aunque se parezca tanto. Para que al PRI la oposición le hiciera una marcha como la del domingo pasado, para defender al INE, tuvieron que pasar casi 60 años (de 1929 a 1988), y los principales líderes del movimiento salieron justamente del PRI. Morena tiene cuatro años en el poder y le asusta ver a decenas de miles en la capital del país pidiendo que respete al órgano electoral. Eso habla de su debilidad, a pesar de que ha estado ganando casi todo en el terreno electoral, desde 2018. Por eso tiene que ser ejemplar. Que no los hunda la soberbia.

Sentido contrario
POR CIERTO, LA OPINIÓN PÚBLICA estuvo demasiado atenta al pleito entre Héctor Melesio Cuen y el gobernador; luego en el desenlace que tendría el conflicto del ex alcalde Jesús Estrada Ferreiro con el gobernador, con las viudas de policías, con el congreso estatal y hasta consigo mismo. Luego puso los ojos en Mazatlán, ante los desplantes y desaseos administrativos del Químico Benítez. Por eso no ha volteado a ver con atención los turbios manejos del alcalde de Ahome, Gerardo Vargas Landeros. Allá también se cuecen habas. Ya es hora.

Humo negro
¿QUÉ PASA EN EL CONGRESO del Estado que los diputados se ausentan en momentos clave? ¿Por qué razón, cuatro integrantes de la Comisión de Fiscalización del congreso (tres de Morena y una del PAS) no van a la sesión a la que fueron convocados para analizar las cuentas 2021 del Instituto de Cultura de Mazatlán y de las juntas de agua potable? ¿A quién están protegiendo? ¿Así quieren gobernar 70 años? Repito: se parecen mucho, pero no son el PRI.

Artículo publicado el 20 de noviembre de 2022 en la edición 1034 del semanario Ríodoce.

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