Por sí solo, el cortisol no tiene un efecto directo sobre nuestro peso, pero su presencia desencadena una serie de efectos en la biología de nuestro cuerpo, lo que al final, en descontrol, nos puede hacer subir de peso.

El cortisol es reconocido como la hormona del estrés. Este se libera en situaciones de lucha o huida, y forma parte de las respuestas al peligro.

Su función principal es activar nuestro cuerpo para responder a las amenazas. Una vez que se libera, la disponibilidad de la glucosa aumenta, lo que proporciona energía a los músculos, ya sea para correr o pelear.

Esta función es natural, y el cuerpo humano está totalmente adaptado a ella, ya que en los inicios de la humanidad había que cazar, pero también había que sobrevivir a depredadores en el entorno. Una vez que el peligro se iba, los niveles de cortisol se normalizaban.

Pero en la actualidad, el aumento en los niveles de cortisol y glucosa a causa de estrés ha dejado de presentarse en periodos cortos y ahora es parte de nuestras vidas a cada minuto.

EL CORTISOL ELEVA LA INSULINA

Aunque la reacción del cortisol, que extrae energía de las reservas para ser usada y la de la insulina que almacena energía como glucógeno o grasa parecen contrarias, sus efectos no lo son.

Nuestro cuerpo se encuentra constantemente sometido a estresores no físicos, es decir, que no son depredadores ni amenazas de las cuales haya que correr o con las cuales luchar. El estrés moderno es más sicológico que otra cosa.

Maldecimos en el tráfico, discutimos con la pareja, perdemos el trabajo, conciliamos mal el sueño, pasamos horas frente a la luz de las pantallas. Factores como estos estresan a nuestro organismo, pero ninguno de ellos termina con un esfuerzo físico, y la glucosa que se liberó en el evento de estrés y no se utilizó tiene que volver a ser almacenada, ¿cómo? Liberando insulina.

Existen diversos estudios que demuestran que el cortisol elevado de manera sostenida lleva a un aumento en los niveles de insulina, lo pone a nuestro cuerpo en modo acumula grasa.

CORTISOL Y OBESIDAD

Es posible asociar los niveles altos de cortisol con la obesidad. La presencia de esta hormona ha sido descubierta en diversos ensayos, muy a menudo en relación con cuadros de obesidad o de acumulación de grasa en la zona abdominal.

Un estudio observacional realizado en Escocia encontró relación entre los niveles de cortisol y el índice de masa corporal, así como con las medidas de la cintura.

Por otra parte, análisis aleatorios determinaron que las personas con mayor presencia de cortisol en la orina generalmente tienen un mayor índice de cintura-cadera.

En un estudio comparativo entre pacientes con peso normal y pacientes con obesidad se encontraron niveles elevados de cortisol en el cuero cabelludo de los pacientes más pesados.

Es quizás por esto que la enfermedad de Addison, una deficiencia en la producción de cortisol, provoca que el 97 por ciento de los pacientes diagnosticados sufran pérdida de peso.

PREDNISONA, EL CORTISOL SINTÉTICO

La prednisona es la versión sintética del cortisol. Este fármaco se usa para tratar enfermedades como asma, lupus, artritis reumatoide, psoriasis e incluso cáncer ¿Pueden adivinar cuáles son algunos de sus efectos secundarios?

El uso prolongado de prednisona tiene efectos secundarios como retención de líquidos e hinchazón en la parte inferior de las piernas, presión arterial alta, y aumento de peso con especial acumulación de grasa en el área abdominal, la cara y la parte posterior del cuello.

También se puede presentar glaucoma, cataratas, cara redondeada e hiperglucemia, lo que puede complicar la diabetes en caso de existir.

Es de suma importancia buscar alternativas que ayuden a controlar el estrés moderno y mitigar así la secreción constante de cortisol, un partícipe importante en la epidemia de obesidad alrededor del mundo.

Artículo publicado el 13 de noviembre de 2022 en la edición 1033 del semanario Ríodoce.