La tradición de los bollitos del ‘Tío Pepe’

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En pleno centro de la ciudad de Culiacán el olor del postre elaborado desde 1971, atrae a los comensales

Por la calle Hidalgo, en pleno centro de Culiacán, es imposible no seguir ese agradable olor de los bollitos del “Tío Pepe”.

Desde unos pasos antes de llegar al local, el dulce aroma prepara las papilas gustativas de los transeúntes, que se detienen frente una pequeña vitrina de cristal donde además de los esponjosos y doraditos postres, hay pay de queso.

Están en su punto y a una temperatura aún alta. No es ninguna novedad, desde 1971 se han mantenido en esa ubicación, como el espacio pionero de los bollitos en la gastronomía local.

Desde esa época no ha habido quien se resista al sabor de este postre con la receta original de su fundador: José Luis Cisneros Velazco, quien llegó de Jalisco para innovar con este producto.

Y los comensales lo hicieron suyo, en su mejor época diariamente elaboraban alrededor de un millar de piezas, sobre todo entre la tarde-noche cuando en el local no se daban abasto, aquello era una locura, recordó Ulises Cisneros.

Atraer con el aroma

Se denominó el “Tío Pepe” porque su fundador era una persona muy platicadora y los comensales, en la camaradería, lo empezaron a llamar así. Ya lo traía de herencia, su abuelo fue panadero y gran parte de su familia siempre se dedicó a los restaurantes.

“Mi padre llegó en los 50 a Culiacán, primero innovó en un local por la calle Ángel Flores, frente a la Farmacia Lux con tortas estilo Guadalajara, que fueron un éxito también, eran de pierna, jamón, carne asada”, recordó Cisneros.

“Siempre le gustó estar creando fórmulas y recetas y en ese entonces eran la novedad, nosotros seguimos con esta tradición, de niño trabajé ahí en los bollos de la Hidalgo y ha sido un negocio muy generoso con toda la familia”.

La receta de los bollitos del “Tío Pepe”, contó que fueron un éxito, un furor para una ciudad que con el tiempo ha ido ‘tropicalizando’ y evolucionando en su gastronomía.

Fueron parte esencial en la mesa de los hogares. Los clientes pedían por decenas para toda la familia.

En la década de los 70, a unos cuantos pasos se encontraba también el Centro de Idiomas de la UAS. La juventud también disfrutó de los ricos postres.

“Los bollos siempre han estado en la entrada del negocio porque desde 1971 también se vendían tortas, tacos, quesadillas, enchiladas, pozole, menudo, caldo de gallina y también bebidas alcohólicas”.

Ahí con el ‘Tío Pepe’

En 1982 murió el Tío Pepe y pocos años después su compañera, quien se dedicó al comercio de zapatos en el Mercado Garmendia.

“Los bollitos siempre han jalado a la gente por su olor, mi padre logró la fórmula perfecta y logró ser muy popular. Mi papá ganó todo lo que quiso con las tortas y los bollos, se vino más familia a apoyar el negocio, ahora está a cargo de mis sobrinos, de vez en vez me doy la vuelta para ver que siga el mismo sabor”, dijo Cisneros.

“Siempre estuvo innovando y creó todas las recetas y las de repostería fueron los caballitos de batalla, en algún tiempo también se hicieron donas, pero como requieren mucho trabajo, ya no nos dio tiempo y no era tan redituable”.

Consciente de que a los culichis no les gusta caminar mucho, el “Tío Pepe” ha superado los embates del tiempo. No hay tanto tráfico peatonal, pero aseguró que siguen estando en el gusto de la gente.

“Desde el periodo de Francisco Labastida Ochoa se le ha dado prioridad al sector Tres Ríos y al Centro se le ha ido dejando, muchas fincas también se han ido deshabitando y esto obviamente resta mucho a la zona comercial”.

En el tiempo que él estuvo a cargo del negocio, explicó, diversificó la propuesta; así como a las nieves les empezó a ponerle cubierta como grageas, nueces, etc.

“Somos cuatro hermanos, nuestro barrio siempre fue el Centro y este negocio siempre ha sido producto del esfuerzo, y claro que atrae los clientes; se acercan por el olor de los bollos”, mencionó.

Una tradición

Los bollitos del “Tío Pepe” siempre han sido económicos; de costar 30 centavos, en la actualidad tienen un costo de 10 pesos.

“Como siempre han sido hechos de manera casera, la demanda ha sido fuerte; han sido montones de masa las que se han preparado. Ahí se han vivido épocas muy bonitas”, recordó.

“El Tío Pepe y el santo olor de la panadería, ha sido parte distintiva del Centro y se comen (los bollitos) en distintas modalidades con queso filadelfia, miel, son una delicia”.

Culiacán de acuerdo a Cisneros, es una ciudad que ha ido formando sus propias tradiciones y entre ellas el “Tío Pepe”, con sus bollos, tortas y guisos, pero también con la apertura de la Presa Sanalona, varias familias llegaron buscando el norte, y así la gastronomía se enriqueció.

Sobre la calle Hidalgo el local sigue siendo luminoso, aunque ya no tiene como vecinos a las zapaterías de antaño, joyerías, foto estudio, boticas. Se ha ido despoblando, pero sigue ahí compartiendo el rico olor de los bollos.

Artículo publicado el 02 de enero de 2022 en la edición 988 del semanario Ríodoce.

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