La semana que acaba de pasar en el partido Morena no fue buena para los cardiacos. Es literal. Las designaciones de candidatos a la gubernatura cimbró la vida interna del partido en varios de los 15 estados donde se renovarán poderes. El epicentro, palacio nacional. Porque hay que decirlo: no se están definiendo las candidaturas por encuestas, ni por estudios de opinión, como dice la convocatoria. Eso es un embuste. Las está definiendo el presidente de la república, como en los viejos tiempos del PRI, solo que ahora vestida la mona de “proceso democrático interno”.

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Para cuando salga la próxima edición de Ríodoce el caso de Sinaloa –y creo que todos—ya estará resuelto, así que, aunque no me guste, trataré de jugar como si tuviera una bola de cristal, aunque este ejercicio del “análisis” nos lleve siempre o casi siempre al equívoco.

Escenario 1: Rubén Rocha Moya es designado candidato, sale a decir que fue un proceso ejemplar que refrenda el espíritu democrático de la cuarta transformación y que se encuentra listo para contender y para triunfar. El resto de los candidatos ofrece trabajar en unidad por el bien de Sinaloa, aunque habrá más de alguno que trabajará solo para sus parcelas de poder. Gerardo Vargas Landeros, por instrucciones de la maestra Elba Esther Gordillo, se morderá un tanate, dirá que se suma a la candidatura de Rocha y a partir de ahí empezará a negociar posiciones en el gobierno y espacios políticos para su gente, alcaldías, diputaciones, regidurías. Para entonces él mismo ya habría negociado irse a una diputación federal o a la alcaldía de Ahome.

Escenario 2: Contra todo derrotero moral del partido, el designado es Gerardo Vargas Landeros. Sale con el pecho por delante a decir que siempre estuvo arriba en las encuestas, que es un hombre de trabajo y de retos, que está comprometido con la cuarta transformación y que está listo para ganar la gubernatura y apoyar desde Sinaloa al presidente Andrés Manuel López Obrador. Rubén Rocha es invitado a ocupar la Secretaría de Educación Pública, rehúye dar declaraciones sobre el proceso interno y si las hace son esquivas y demagógicas, que “las instancias decidieron”, que seguirá desde cualquier trinchera apoyando al presidente, que será un honor ocupar la silla en la que alguna vez se sentó José Vasconcelos…

Escenario 3: Contra todo derrotero moral, el designado es Gerardo Vargas Landeros… pero a Rocha tampoco le dan la SEP (dicen que ya se la ofrecieron y la rechazó, pero lo dudo, nadie le dice “no” a un presidente y menos a AMLO). Se encierra en su cuarto de guerra con sus operadores, saben que él por sí mismo tiene arrastre y que con ello y el apoyo del partido hubiera podido obtener los votos suficientes para ganar. Por ello analiza la posibilidad de lanzarse por la vía independiente (Aquí Héctor Melesio Cuen le ha propuesto que se lance por el PAS) aunque refrendando el apoyo a los postulados de la 4T y al presidente. Pero ya está demasiado viejo para aventuras –todos a su alrededor están demasiado viejos para aventuras, desde Pedro Brito en Mazatlán hasta el Choni en Los Mochis– y resuelven mejor arriar las banderas. Nada habría que rescatar después de que ya se hacían en el tercer piso.

Escenario 4: La senadora Imelda Castro es la designada, se reivindica la igualdad de género y llega como tercera en discordia para paliar las dolencias del conflicto entre Rubén Rocha y Gerardo Vargas. Tercera en discordia porque desde que a Gerardo le dieron entrada al proceso, lo registraron y lo encuestaron, se convirtió en un contendiente de indiscutible fuerza por la candidatura, “haiga sido como haiga sido”. Imelda no tiene estructura propia pero tampoco está peleada con nadie y negociaría con todos los aspirantes si quiere acariciar el triunfo. Con todos. No le vendría bien la autosuficiencia y menos la soberbia.

No veo escenarios encabezados por ningún y ninguna otra aspirante. Los dos alcaldes que se registraron desde hace mucho quedaron tendidos en la lona, uno, el Químico Benítez, por sus tontos conflictos con la síndica procuradora y el otro, Jesús Estrada Ferreiro, por su pésimo manejo público aunque no esté haciendo tan mal las cosas. La diputada Yadira Marcos se registró para negociar otros espacios, no porque tuviera méritos ni tamaños para aspirar a la gubernatura. Y el resto es el resto.

Bola y cadena
LO QUE PARECE YA UN HECHO es que Morena no saldrá bien librado de sus procesos internos en varias entidades y una de ellas es Sinaloa. Es curioso, pero la que pudiera facilitar más la cohesión del partido y del proyecto si es la ungida, es Imelda Castro, la que menos estructura tiene –prácticamente nula– y la menos conocida de los tres. Que gane ya es otra cosa y dependería mucho de lo que hagan los de enfrente.

Sentido contrario
Y DE LOS DE ENFRENTE NO SE HABLA en estos días pero no porque estén en la inmovilidad; el PRI no deja de moverse un solo día con un dirigente que ha tejido amarres por toda la entidad, algo que es vital en una elección –no olviden cómo arrasó en la elección de síndicos. Sigue el partido en el poder trabajando la alianza con el PAN porque al PRD se lo echó a la bolsa hace mucho tiempo. Y no hay nada definido sobre quién encabezaría esta coalición.

Humo negro
OTROS QUE NO SE HAN MOVIDO desde hace rato son Cuen y el PAS, por lo menos no como lo había hecho en otros procesos. Está esperando que las cosas se definan en Morena. Si va Rubén Rocha irá con él. Si no es así buscará otros cobertores. Nunca irá solo porque no ganaría nada… o casi nada.

Columna publicada el 20 de septiembre de 2020 en la edición 934 del semanario Ríodoce.