La odisea de Carlos Zataráin, el fotoperiodista de Noroeste

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Lo privaron de su libertad, lo liberaron y le dijeron que fue una equivocación

 

 

El sábado a las 23:00 horas, llegó un automóvil con hombres armados, irrumpieron violentamente en la casa de Carlos Zataráin, quien estaba acompañado de sus amigos Kevin Aréchiga y Cristian Josué Flores, donde los encañonaron con armas cortas y se los llevaron con rumbo desconocido.

En el vehículo traían a otro joven, aparentemente privado de su libertad, pero se desconoce, si éste habría señalado el domicilio, Juventino Rubí, de la colonia Venustiano Carranza, donde estaban conviviendo los tres jóvenes plagiados.

Una versión no confirmada asegura que a uno de los acompañantes del fotoperiodista, lo habrían despojado de 15 mil pesos, producto de las ventas de un negocio aledaño al lugar de los hechos, donde labora la víctima

A Zataráin lo golpearon, lo despojaron de su laptop, su teléfono celular y mil 500 pesos, y cuando sus plagiarios lo liberaron, le dijeron que había sido una equivocación, que se olvidara de todo, como si no hubiera pasado nada.

Cuentan que regresado del “infierno”, cuando Carlos Zataráin volvió a ver a sus seres queridos, no pudo contener sus lágrimas que eran el signo de todas las personas privadas de su libertad y sus familiares que son legión en Sinaloa.

La odisea vivida por Carlos, fotoperiodista del diario Noroeste Mazatlán, llegaba a su primera etapa a las 22:00 horas del domingo 15 de noviembre, cuando sus captores lo dejaron a cuatro cuadras de su domicilio.

La privación de la libertad de Zataráin, Aréchiga y Flores, activó la alerta máxima de los familiares de las víctimas, directivos del diario Noroeste Mazatlán, Colectivo de Periodistas por la Paz y la Libertad de Expresión, Artículo 19, y organizaciones de raperos en Mazatlán que exigieron a las autoridades encargadas de impartir justicia para que los buscaran.

Eran aproximadamente las 22:00 horas del domingo 15 de noviembre, cuando sus captores liberaron a Carlos. Sus presuntos plagiarios, lo habían dejado en la calle Segunda, esquina con avenida Américas, donde desde el frontispicio de una lúgubre casa, transeúntes y conductores de vehículos pueden leer en letras grandes, como diseñadas para un mural: “Funerales Américas, servicio las 24 horas del día”.

Habían pasado casi 25 horas, desde que Carlos había sido privado de su libertad, el sábado 14 a las 23:00 horas, en su casa, en Venustiano Carranza, junto con sus amigos Kevin Aréchiga y Cristian Josué Flores.

 

Sano y salvo

Con el cuerpo adolorido y el alma casi rota por las vejaciones a las que fue sometido durante su cautiverio, Carlos Zataráin no había perdido la sonrisa del “muchacho bueno, trabajador, amante de la música y compositor” que su tía Rocío Zataráin había descrito al ser entrevistada por los periodistas.

Durante la manifestación convocada por el Colectivo de Periodistas por la Paz y la Libertad de Expresión, en la avenida del Mar, donde están ubicadas las letras de Mazatlán, contigua a las ruinas de la discoteca Valentinos, las y los periodistas enarbolaban pancartas con la fotografía de la víctima.

“Libertad para Carlos Zataráin”, “Justicia para Carlos Zataráin”, “Nos hace falta Carlos…”, “Lo queremos sano y salvo”, se leía en las pancartas que después se convirtieron en gritos de los manifestantes que bloquearon de manera espontánea ambos carriles de la avenida del Mar, incluído el monumento a la Perla del Pacífico, en las avenidas Camarón Sábalo y Rafael Buelna.

Sus colegas, las feministas mazatlecas y familiares, que presionaron con la denuncia de su desaparición a las autoridades encargadas de impartir justicia y que habían gritado “vivos se los llevaron, vivos los queremos”, lograron rescatarlo de las fauces criminales donde a diario desaparecen personas.

La noche del lunes 16, alguien preguntó al fotoperiodista si profesaba alguna fe religiosa, a lo que respondió que no era una persona devota, pero sí creía en Dios a quien le había pedido que lo regresara sano y salvo a su casa.

 

Rompiendo el silencio

“No más desapariciones forzadas”, decía una pancarta de un grupo de feministas que se solidarizaron el domingo 15 de noviembre, con el gremio periodístico, indignado por la privación ilegal de la libertad, de Carlos Zataráin.

La solidaridad de las feministas mazatlecas con el fotoperiodista y sus dos amigos había dado en el blanco de la diana de los riesgos que amenazan la vida cotidiana no solo de los periodistas, sino de los ciudadanos que se atreven a romper el silencio, gritando fuerte: “Vivos se los llevaron, vivos los queremos”.

En el contexto de las privaciones ilegales de la libertad en Sinaloa, donde desaparición forzada es casi sinónimo de muerte, el regreso con vida de Carlos y sus dos amigos, conmovió al director general de Noroeste.

“¡Qué día tan más agridulce!, Carlos está con su familia, con golpes menores, pero bien; y eso es extraordinario en este país donde la mayor parte de los desaparecidos nunca aparece; pero que fragilidad vivir en un país que puede desaparecerte, así en un instante”, manifestó Adrián López, director del periódico Noroeste, en un tuiter a las 10:56 horas, del domingo 15 de noviembre.

 

El regreso extraordinario

14 de noviembre. 23:00 horas. Un presunto grupo armado priva de la libertad al fotoperiodista, del diario Noroeste Mazatlán, Carlos Zataráin, junto con sus dos amigos, Kevin Aréchiga y Cristian Josué Flores, de la casa del primero, ubicada en calle Justino Rubí, en la colonia Venustiano Carranza.

15 de noviembre. 16:00 horas. Familiares y amigos, acompañados por algunos reporteros de medios de comunicación, convocados por el Colectivo de Periodistas por la Paz y la Libertad de Expresión, se manifiestan a un costado de las letras de Mazatlán, y bloquean las avenida del Mar donde converge la avenida Rafael Buelna, para exigir su pronta liberación y su regreso sano y salvo.

15 de noviembre. 23:00 horas. Sus captores regresan al fotoperiodista, en calle Segunda esquina con avenida Américas, en la colonia Venustiano Carranza. Presentaba golpes “leves” en su cuerpo y lo despojaron de su computadora Laptop, teléfono celular y mil 500 pesos. Sus dos amigos, también fueron liberados.

Artículo publicado el 22 de noviembre de 2020 en la edición 930 del semanario Ríodoce.

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