Primero muertos

CIUDAD JUÁREZ, CHIHUAHUA, 28OCTUBRE2020.- En las últimas 24 horas en Ciudad Juárez se confirmaron 450 nuevos contagios de Covid-19,  por lo que la suma de casos acumulados en la frontera llegó a los 12 mil 926. Se informó que a nivel estatal se registraron 20 defunciones de las cuales 16 corresponden a la frontera. Es decir que la suma de muertes por coronavirus en Juárez llegó ya a las 1, 800. En la imagen personal médico trasladó el cuerpo de una persona que murió aparentemente de Covid-19, en el Hospital General de Ciudad de Juárez. 
FOTO: NACHO RUIZ/CUARTOSCURO.COM

La cifra es descomunal. México está entre los primeros lugares en letalidad por Covid-19. Cien mil muertos. Es la cifra oficial sin considerar lo que llamamos “exceso de muertes”, esos casos que aparecen contabilizados en el Registro Civil pero sin que nadie explique de qué o porqué murieron y que nos obligan a concluir que también su muerte fue ocasionada por el bicho que ha vuelto loco al mundo. Si se contaran oficialmente también, andaríamos por los 250 mil casos.

Lea: México y sus más de 100 mil muertos por la pandemia https://bit.ly/3kVzmG9

Ya es indefendible la estrategia del gobierno federal para combatir la pandemia. Por más que traten de buscar explicaciones, éstas no existen. Se equivocaron, eso es un hecho funestamente demostrado, pero no se acepta. Principalmente Hugo López-Gatell, quien luego de ser visto como el superstar de la 4T, ahora va derechito a la hoguera pública.

La pandemia no fue y no será contenida con las medidas restrictivas, las pruebas, el confinamiento, la distancia, la limpieza, el gel y las pistolitas para medir la temperatura. Para el mundo y para México, la única salida a la crisis sanitaria son las vacunas. A partir de su aplicación podremos ver un descenso notable en los casos. Y eso si el virus no muta en otros tipos y nos vuelve a replantear el problema. Y para eso hay que esperar al menos un semestre más en lo que se aprueban, se elaboran, se distribuyen y se aplican. Si bien nos va.

Por lo pronto hay que seguirnos muriendo. Esa parece ser una fatalidad a la que nos hemos resignado con una vehemencia absurda. Hemos preferido correr el riesgo de contagiarnos y llevar el virus a casa, que quedarnos en casa y cerrarle las puertas a la enfermedad.

Las razones son muchas, unas económicas, de sobrevivencia elemental porque hay que llevar la papa a nuestros hijos, y otras tienen que ver con la necesidad del roce social, la convivencia con los amigos, con los hermanos, los padres. En el extremo está el desmadre, los antros, los estadios, las albercas, a los que también acudimos si nos abren las puertas. Es insólito, pero parece que le hemos perdido amor a la vida y dejamos de tenerle miedo a la muerte. Si me da, me da.

Y no hablo solo de los jóvenes, esos que se sienten inmunes al virus solo por serlo o porque piensan que sobrevivirían con facilidad si se contagian. Puede verse en la misma línea a personas de edad avanzada, obesos y, seguramente con enfermedades crónicas. ¿Es ignorancia? No. Después de diez meses de estar bombardeando a la gente con información básica sobre el virus, sus implicaciones, las amenazas que representa, pero sobre todo las evidencias que nos ha arrojado, empezando por los muertos, no se puede hablar de ignorancia. Hemos decidido enfrentar al virus en la calle con la convicción del patriota: sabe que puede morir pero se alista para ir a la guerra; nosotros sabemos que podemos contagiarnos y morir pero asumimos los riesgos. La diferencia es que en nuestro caso somos muy irresponsables –y nadie nos va a levantar un monumento para que nos hagan homenajes cada año– porque no hablamos solo de nosotros, sino de los que nos rodean, que pueden ser la pareja, los hijos, los padres, los hermanos. Casos en los que han enfermado todos en una familia se pueden contar por miles en el país. Y fue uno el que llevó el virus a casa, el que fue al estadio, el que estuvo en el bar, el que se burló de las medidas recomendadas o simplemente no las atendió.

Y el gobierno está peor porque tiene la responsabilidad de cuidarnos y no lo hace. Salvo lo que está haciendo Claudia Sheinbaum en Ciudad de México, en general el gobierno federal y los estatales han sucumbido ante los estragos del virus, que no solo representa un problema sanitario sino también económico. Y entre una cosa y la otra, el gobierno ha preferido que la gente se enferme y muera a que la economía se hunda en la crisis. Lo peor, y esto es criminal, es que en muchos sectores no lo hacen para asegurar empleos e ingresos de los más pobres –esto es solo en el discurso–, sino para garantizar las ganancias de los empresarios. Y en Sinaloa el ejemplo más claro es el turismo, donde las medidas preventivas solo son una faramalla y los hoteleros están retacando sus negocios sin considerar los riesgos de contagio.

Bola y cadena
EL COVID NOS HA TRAÍDO MUCHAS sorpresas, algunas de ellas que rayan en el absurdo. Sabíamos que podía haber rebrotes y están ocurriendo en todo el mundo. Sabemos que el virus puede mutar a otras cepas desconocidas sin que se pueda saber con qué potencia y qué estragos pueda ocasionar. Lo que no estaba previsto es que la gente se rebelara contra las medidas restrictivas del gobierno, obligando a los confinamientos. Casi toda Europa está convulsionada por protestas porque la gente ya no quiere estar en su casa a pesar de que países como Francia reportan más de 50 mil contagios diarios, Alemania 20 mil… La locura.

Sentido contrario
UNA NOTA DE LA AGENCIA REUTERS asegura que al general Salvador Cienfuegos lo soltaron los gringos a cambio de que el gobierno mexicano ayude a capturar o capture a un capo importante, muy dedicado al tráfico de fentanilo. Si me preguntaran diría que a los gringos el capo que más les interesa es Rafael Caro Quintero, por la deuda que significa todavía el asesinato del agente de la DEA, Enrique Camarena, el cual le achacan a Rafa. Si esto es cierto, pronto se verán algunos signos, o se conocerán más filtraciones que nos den algo de luz. Por lo pronto, hay que esperar sentados.

Humo negro
LA PATRIA NO SE SALVÓ, como dice irónicamente la nota de Miguel Vega y Andrés Villarreal. Se salvaron por lo pronto muchos militares de alto rango y políticos que pudieron haber sido señalados en la corte de los Estados Unidos si el general Cienfuegos hubiera sido juzgado. Y que nadie se equivoque: Marcelo Ebrard era uno de los más interesados en que devolvieran al general. Y no por patriota.

Columna publicada el 22 de noviembre de 2020 en la edición 930 del semanario Ríodoce.

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