Quirino Ordaz se identificó con López Obrador porque él se anticipó a algunas de las acciones de AMLO en el poder. Dos años antes armó minuciosamente una estrategia para concentrar poder: uno, acaparar las rutas por donde fluyen los recursos públicos; finanzas, agricultura, ganadería, seguridad pública, es por donde llegan desde la federación las grandes bolsas. Segundo, colocar en las áreas de fiscalización a quienes cumplen a cabalidad con el proyecto.
Una de las acciones fue mover a los dirigentes de organizaciones productivas, porque en la lógica de los apoyos a las actividades los dirigentes tenían un peso importante. Después eliminó limpiamente a Antonio Vega de la Auditoría Superior del Estado, y con la mayoría en el Congreso logró colocar a Emma Guadalupe Félix, una mujer con un limpio expediente público, austera en el manejo sus actividades, e inteligente para tratar con medios de información.
Así abrió el camino completamente.
López Obrador, como si se tratara de una réplica de lo que Quirino Ordaz armaba en Sinaloa, haría acciones similares. Nunca iguales, porque siempre hay que guardar proporciones.
Aquel 2017 Quirino Ordaz parecía más preocupado por no terminar como Malova al concluir su gubernatura, desprestigiado y apaleado por la corrupción, que con un proyecto de gobierno para un estado a media tabla en todos los indicadores. Quirino Ordaz quería seguir viviendo en Mazatlán y no tener que migrar a San Diego.
Por eso, que el Congreso decida no aprobar la cuenta pública del Gobierno del año 2018, preocupa poco o nada al gobernador. Aun cuando Quirino Ordaz perdió el control del Congreso, logró deslindarse de cualquier preocupación con las reformas legales anteriores.
El gobernador ganó lo más preciado, tiempo. Podrá ser estruendoso el debate entre PRI y Morena, pero será sustancialmente inútil. Como en otros tiempos de la historia, aprobada o reprobadas, las cuentas públicas no significan ningún riesgo para los titulares. A menos que se acabe la gracia del poder.
Margen de error
(La corrupción) Quirino Ordaz también se anticipó a López Obrador en lo que se refiere a las investigaciones sobre corrupciones de los antecesores. No fue a fondo. Apenas lo suficiente para que no se pensara que fue omiso. Abrió algunos expedientes, concluyó muy pocos, y nunca planteó la corrupción como un sistema del anterior gobierno.
Todas son investigaciones aisladas que no prosperaron. Las figuras principales del anterior gobierno están campantes, como si nada hubiera pasado. Hasta serán candidatos de nuevo, algunos de ellos.
Mirilla
(Oposición) Apenas ganó Andrés Manuel López Obrador la presidencia se asumió que desde el 1 de diciembre se abocaría a perseguir a la mafia del poder. Aquellos a quienes atribuía haberle impedido llegar a la presidencia en 2006 y 2012. Con los bonos tan altos, y mientras se mantenía fresca la idea de que concluía uno de los episodios más corruptos de la historia de México –y vaya que tenemos muchos- donde chicos y grandes abusaron del ejercicio del poder. No les bastó con ser ricos, quisieron ser millonarios.
No fue así. Y entonces se habló del pacto Peña-AMLO. Uno respetaba el triunfo en las urnas, el otro se haría de la vista gorda de lo que ocurrió en 2012-2018.
Enrique Peña sigue en unas largas vacaciones. De Madrid a Nueva York, de bailes a restaurantes de lujo. Nadie sabe lo que hace hasta que su nueva novia ventila en redes sociales su vida, una parte de su vida al menos. López Obrador mientras vive del contraste, no ocupó la casa y trata de desmarcarse en cada movimiento.
Hace unos días Enrique Peña cumplió 54 años, un jovenzuelo dientes de leche, retirado de la política. Vive rápido. De funcionario menor a Administrador de las Finanzas del Estado de México, diputado local, gobernador…y Presidente con solo 47 años.
Los últimos dos años Peña Nieto causa furor intermitente en redes sociales. Basta una foto, un comentario, un video. Él no habla, calla como buen ex presidente priista. ¿Que si Emilio Lozoya soltará la sopa? ¿Que si detienen a otro ex gobernador priista de su época? ¿Que si Ayotzinapa y las torturas de su Policía? Peña Nieto cumple años y es momento de hablar del amor. Su nueva novia es empalagosa: “Hoy y siempre quiero que sonrías porque hay muchas cosas que agradecerle a Dios” le dice Tania Ruiz en redes.
Su vida sigue siendo de telenovela, o de serie, porque las telenovelas están en desuso. Extraños caminos tiene el amor; en su cumpleaños 52 su entonces esposa, Angélica Rivera le deseaba por la misma red social: “Que la vida te regale siempre salud, amor y muchos años más para seguir caminando juntos”. La fortuna lo acompaña.
Peña Nieto no parece inmutarse. Vive la vida. Este país nunca, jamás, ha juzgado a un ex presidente. No legalmente, no formalmente. Por la vía social, ninguno es respetado desde los tiempos de Lázaro Cárdenas.
Primera cita
(Riki) Ricardo Anaya, el ex candidato presidencial del PAN (en alianza con el PRD y MC) es el primer afectado de las supuestas o próximas declaraciones de Emilio Lozoya. El ex director de PEMEX en tiempos de Peña Nieto podría ser el gran fiasco de este gobierno en el combate a la corrupción, o el detonante de las grandes acusaciones.
De que prosperen o no esas investigaciones dependerá mucho de lo que ocurra con los opositores de López Obrador (PUNTO)
Columna publicada el 26 de julio de 2020 en la edición 913 del semanario Ríodoce.