El Sueño Americano No Existe

omar oaxaca

OAXACA, Oax. (apro).- Omar Alonso se ha convertido en uno de los instagramers más seguidos por sus publicaciones sobre gastronomía, mezcal y turismo, pero sobre todo atraer Guelaguetzas (palabra zapoteca que significa don de dar, ayuda, solidaridad) desde el extranjero para las comunidades de pueblos originarios.

También trata de generar conciencia entre los artesanos para que no emigren a Estados Unidos porque “aquí tienen lo que necesitan, entonces, no deben dejarse llevar por esa postal falsa (del sueño americano). El lugar más feliz no es Disneylandia, sino es aquel lugar donde vives feliz al lado de la vida”.

Omar Alonso es un influencer que cobró relevancia con su sitio de internet y en su canal de la plataforma de Youtube promoviendo las riquezas culturales de Oaxaca y repuntó durante el terremoto del 7 de septiembre de 2017 cuando comenzó a recolectar fondos del extranjero a través de “una mano para Oaxaca” que permitió la reconstrucción de hornos de pan, generar recursos y se hizo una asociación civil en Ixtaltepec:

“Yo me di cuenta del impacto en el terremoto. Ya tenía buen número de seguidores y me preguntaban si iba a hacer algo para recolectar fondos porque no queremos dar al gobierno. Fue entonces que grabé un video para recolectar fondos para comprar despensas y material de curación”.

“Inició con dos mil pesos, luego creció a 25 mil pesos y en 3 días ya llevaba 150 mil o 200 mil pesos. Me asuste porque no tenía el tiempo para dedicarme a hacer esta labor de fondeo. Se volvió una cosa única. Me salí de trabajar un mes y pregunté quién quería venir a ayudar.

En total “se hicieron 10 viajes a la región al Istmo de Tehuantepec. Tuvimos mucha ayuda hasta seis meses después. La gente confiaba en nosotros y yo iba poniendo en tiempo real ya no queremos agua, tenemos muchos pañales, entonces, pudimos hacer una ayuda muy bonita y transparente, de solidaridad con gente de Europa y de Estados Unidos”, recordó Alonso Martínez.

De ahí surgió “una mano para Oaxaca y de ahí he encontrado gente que necesita algo y me he atrevido a pedir ayuda para proyectos o instrumentos y la gente que sí lo quiera respaldar”.

Citó como ejemplo el caso de un campesino de Jalietza que se encontraba limpiando mazorca le comentó “no tengo un telar por eso tengo que chambear con la gente. Me gustaría tener un telar. Tomé fotos y conté a la gente. Se juntó el dinero y ahora el telar lo están haciendo en Teotitlán del Valle. Pedro empezará a trabajar en familia y realizar el trabajo que le apasiona”.

Omar Alonso reapareció un día en Oaxaca (su estado natal) con dos maletas y sin saber exactamente qué iba a hacer de su vida. No tenía amigos, ni trabajo y no conocía casi a nadie. Sus padres pensaron que nunca iba a regresar.

Diez años antes, en 1998, había pagado mil 500 dólares a un “coyote” para cruzar la frontera de México y Estados Unidos. En su primer intento, después de un largo trayecto en la oscuridad, fracasó, “la migra” lo detuvo y volvió a Tijuana por cuatro días, en los que —cuenta— desayunó, comió y cenó sopa Maruchan.

Luego lo intentó de nuevo. Lo llevaron en la cajuela de un auto y lo dejaron en un hotel de San Diego con 20 personas más, dos días después arribó a los Ángeles, California, su destino final.

Recordó: “Trabajé en un restaurante, en servicio a clientes y empezó mi entrenamiento. Quería tener mejor trabajo, estudie en una escuela de adultos. Es la base de lo que estoy haciendo en Oaxaca. Regresé a Oaxaca y trabajé como recepcionista. A los 28 años fui a Monte Albán. No tenemos la cultura de pasear”.

Fue así que empecé a ir descubriendo diferentes lugares de Oaxaca. Empecé a trabajar con Pilar Cabrera del restaurante La Olla y me llevó a las comunidades para que nuestros clientes puedan visitar y comprar artesanías como en Santo Tomás Jalietza, nos hicimos amigos. Es una familia que me arropó antes de “oaxacking”.

“Me dio un tour por donde se consiguen los ingredientes de cocina y poco a poco me fui metiendo a los mercados y eso me llevo a ir descubriendo Oaxaca a mis 28-30 años”.

En los Ángeles Guelaguetza surgió la idea de invitar a gente famosa de Estados Unidos. La plataforma empezó con las celebridades, “me convertí en su guía y los llevé a visitar los lugares donde nadie lo hacía, es decir a los mercados, baratillos, montañas, donde hacen tortillas, a recolectar gusanos de maguey y lo compartí en Instagram y empezó una comunidad que fue más allá y la información llegaba a un millón de personas”.

En 2011 su cuenta se llamaba “oaxaqueando”, sin embargo, un creativo de los Ángeles le aconsejó cambiar porque los extranjeros no lo saben pronunciar, ni escribir y de ahí cambió a “oaxacking”. A partir de eso empezaron a invadir en todas las plataformas y las audiencias.

Omar Alonso Martínez ahora tiene más de 49 mil seguidores y dice “tenemos que ser profetas en nuestra tierra. Aquí lo tenemos todo y va a tener impacto nacional e internacional”.

Artículo publicado el 28 de julio de 2019 en la edición 861 del semanario Ríodoce.

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