Yo corrupto

comite anticorrupción 2

El gobernador Quirino Ordaz pidió la foto y todos pasaron al frente para sellar el acto. Era el anuncio de la instalación del Comité Coordinador del Sistema Estatal Anticorrupción, conformado por siete dependencias públicas representando a los tres poderes, organismos autónomos y un Comité Ciudadano. En la gráfica llaman la atención dos cosas: la primera y más evidente es la presencia del gobernador y además de su Secretario de Gobierno —no son parte del Comité, eran invitados—, y la segunda es la composición de la foto donde las mujeres quedan en los extremos y los hombres, que son menos, en medio.

Más allá de las formas, que son fondo, la presencia del titular del ejecutivo fue motivo de suspicacias de algunos y defendida por otros. Primero se discutió si debía ser invitado y después donde lo sentarían. Siempre sucede así en actos protocolarios, donde esos detalles que parecen intrascendentes para muchos, en esos actos no lo son. Hay casos de risa, donde van trepando a tanta gente al estrado que unos y otros se van invadiendo y no pueden ni respirar, algunos no alcanzan mesa y quedan volando fuera del tablón pero arriba de la tarima.

Con la instalación del Comité Coordinador ya solo faltaría una pieza para que el Sistema Estatal Anticorrupción quede completo: el Secretario Técnico que está seleccionando el Comité de Participación Ciudadana, quien será el encargado justamente de coordinar al Comité Coordinador —valga la repetición.

Pero si en la foto se revela un detalle de forma, en los discursos queda claro un asunto de fondo. Quienes hablaron van de la alabanza a los lugares comunes en cuanto al combate a la corrupción se refiere, o los buenos deseos, y las generalidades. Queda la impresión de que los protagonistas mismos del Sistema Estatal Anticorrupción no dimensionan dónde están parados y paradas. La misma cercanía con el Ejecutivo que muestran en su instalación es peligrosa, puede quemarlos. ¿Por qué —por ejemplo— no estuvo en la mesa también el Presidente del Tribunal de Justicia o del Congreso? ¿O el Fiscal General?

Margen de error
(Los otros) Cuando se habla de corrupción en México, siempre se habla de los otros. Son aquellos, los demás, nunca nosotros, menos yo, los del otro partido, los que se fueron o quienes llegaron. Aunque al final todos sabemos que entre esos críticos de los actos de corrupción, hombres y mujeres con funciones públicas, hay más de uno que hace el juego del ladrón gritando Al ladrón, al ladrón, mientras va corriendo detrás de nadie.

Un error en este arranque del Sistema Anticorrupción será pensar que la compleja ingeniería del sistema mismo es ya un punto de arribo, cuando es apenas el inicio, ninguna legislación es infalible, y menos está que a pesar de las muchas discusiones y debates para conformarla está muy lejos de saberse cuáles serán los resultados.

Mirilla
(Dos sistemas) A la par que se iba armando la estructura del Sistema Nacional Anticorrupción, con sus versiones estatales y municipales, que tomó más cinco años de reformas constitucionales, leyes reglamentarias, estiras y aflojas, en México desfilaron los casos de corrupción más escandalosos de que se tenga conocimiento: la Casa Blanca encabezándolos, con un señalamiento al mismo.

Presidente Enrique Peña por un conflicto de intereses al adquirir una vivienda por encima de sus posibilidades y a un contratista de su gobierno. Después la larga lista de gobernadores acusados, y para rematar la investigación de la Estafa Maestra, donde se revelaba todo un sistema para desviar recursos públicos directos desde el gobierno federal mediante empresas fantasma.

Todas estas revelaciones, y otras más, fueron posibles en buena parte a otro instrumento que llevó más de una década integrar: el Sistema Nacional de Transparencia y Acceso a la Información.
Este y aquel sistema requieren marchar juntos, son complementarios, esa sería la única forma de que esta realidad del país empiece a mostrar cambios.

Deatrasalante
(De Obregón a Peña) Con una diferencia de 100 años dos hombres públicos hablan de la corrupción. En 1919 Álvaro Obregón —que un año después sería presidente de México—, lanzaría una frase lapidaria: “A usted le habrán dicho que soy algo ladrón… Aquí todos somos un poco ladrones. Pero yo no tengo más que una mano, mientras que mis adversarios tienen dos”. Después le diría al periodista Blasco Ibáñez cómo encontraron su mano derecha cuando la perdió en la batalla de Zacatecas: un colaborador sacó una moneda de oro y la mano salió volando de los escombros en busca del dinero.

En 2018, a menos de 100 días de abandonar el poder, la periodista Denise Maerker entrevista a Enrique Peña Nieto y confiesa que el tema de la Casa Blanca fue uno de sus peores errores, lo menciona primero que Ayotzinapa. Aunque no admite que el trato fue el error, sino la explicación de cómo ocurrió la compra-venta: “El tema de la Casa Blanca por ejemplo es uno que a mí me queda muy marcado… Lamenté haber involucrado a mi esposa (Angélica Rivera) en la explicación del tema… a ella no correspondía, ella no es funcionaria… y la involucré porque era ella, de forma, como matrimonio, que estábamos haciéndonos de una nueva casa”. En estas seis últimas palabras está todo (PUNTO)

Columna publicada el 26 de agosto de 2018 en la edición 813 del semanario Ríodoce.

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