El mexicano Jorge Volpi ganó este miércoles el Premio Alfaguara, por su obra Una novela criminal.

El escritor indicó que en el texto narra la historia de Israel Vallarta, y la francesa, Florence Cassez, quienes fueron acusados de secuestro en 2005, “lo que provocó un gran conflicto diplomático con Francia. A ella la liberaron hace años, pero él sigue en la cárcel sin sentencia”.

Dicho caso añadió es “un desafeo”, una “gran irregularidad” en el sistema judicial mexicano y, por eso, aseguró a la agencia Efe, dedicará parte de los 175 mil dólares con los que está dotado el premio, a contribuir a que en México “se haga justicia”.

Recibir el Alfaguara, al que se presentaron 580 originales, Volpi dijo que ha sido “oda una sorpresa”, tanto que ha tenido que intervenir desde México “un poco aprisa”, en una conexión en directo con la sala del Casino de Madrid donde se dio a conocer el fallo.

“Trabajo en la Universidad Nacional, en su Consejo Universitario, y no puedo faltar de ninguna manera, aunque me den premios”, bromeó el mexicano.

Volpi explicó que el texto ganador es “una novela sin ficción”, perteneciente a “ese género ambiguo y extraño” en el que se utilizan las herramientas tradicionales de la invención para contar hechos reales, y que redactó en casi tres años de trabajo, de la lectura minuciosa de miles de páginas del expediente judicial y de entrevistas con los protagonistas de la historia.

Un “magma” al que ha dado forma literaria, pero con el propósito de que sea el lector el que haga “la interpretación, el que saque conclusiones”.

En su construcción, detalla, le ha ayudado mucho el relato de Emmanuelle Steels El teatro del engaño, que apuntaló con su descripción periodística todo lo que él fue averiguando.

“Esta gran historia tenía que ser contada porque tiene efectos en la realidad, y eso es lo que la hace distinta de una novela. No tengo dudas de que este desafeo; las irregularidades tan grandes que se han cometido y que son las que acabaron derivando en la sentencia que liberó a Florence deberían servir para que el caso de él tuviera la misma conclusión”, señala el escritor.

El jurado entiende que la novela de Volpi “rompe con todas las convenciones del género” al colocar al autor y a la realidad “frente a frente, sin intermediarios”, y convertirse el narrador “tan solo en el ojo que se pasea sobre los hechos y los ordena”.