Sushi a la mexicana

Sushi a la mexicana

 

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El discurso de Sushi a la mexicana (East Side Sushi/EU/2014), escrita y dirigida por Anthony Lucero es muy claro: mostrar el verdadero lugar de los latinos en Estados Unidos, que si bien por muchos años ha sido el de la trastienda, escondidos, también les pertenece el de enfrente, porque son los responsables del éxito de muchos de los restaurantes de ese país, de ahí que sea oportuno que llegue en un contexto de elecciones.

La mano de Juana (la culichi Diana Elizabeth Torres) sólo deja que la alarma suene dos veces. La detiene, se levanta de inmediato y talla su cara para eliminar el sueño y poder empezar el día a las 3:50 de la mañana. Hay que hacer desayuno para su papá (Rodrigo Duarte Clark), preparar el lonche de su hija (Kaya Jade Aguirre), picar la fruta, meterla en recipientes de plástico y llevarla en su carrito a alguna calle de California, a ver si hay quien la compra o la pide por caridad.

Más tarde, dos tipos le ponen un arma en la sien, y mejor se va a ordenar y limpiar un gimnasio. Pero eso no es lo de ella, por eso cuando ve el anuncio de que solicitan un empleado en ese restaurante de sushi, no lo duda: se mete, pide, ruega, convence y al día siguiente ya está levantando pesados costales de arroz y lavando trastes.

La premura obliga a su compañero Aki (Yutaka Takeuchi) a pedirle que le ayude a picar verdura. La ve y le cambia el jabón por el cuchillo. Juana observa cada movimiento de los chef, y luego lo hace. Si el tiempo no alcanza, se lleva a su casa los ingredientes que ya no se necesitan y practica. A la vuelta de un año no sólo aprende, también crea sus propios platillos.

Un día enfrenta a Mr. Yoshida (Roji Oyama), su jefe experto en rollos de arroz, y le dice que ya no quiere más estar en la parte de atrás, porque, como cualquiera, merece la oportunidad de trabajar en frente, en la barra. La respuesta es no, por ser mujer y ser latina. Ella no se deja. Se quita el delantal lo avienta y le renuncia, pero no se detiene: al día siguiente, ya limpia y lava carros, aunque eso tampoco es lo suyo. Lo de ella es cocinar, y si es sushi, mejor. Habrá que demostrarlo en esa competencia regional con los más destacados, por el premio, sí, y porque nada ni nadie la detiene.

El sushi funciona muy bien como ese espacio (Estados Unidos) en el que se mezclan los ingredientes japoneses y mexicanos (diferentes culturas) en un nuevo alimento (forma de vida) sin afectar la esencia original (tradicional) —con todo lo conservadores que son Mr. Yoshida y el papá de Juana, terminan aceptando chiles en el sushi y pescado crudo con arroz— y este es el mensaje directo para Donald Trump, y más le vale entenderlo y atenderlo.

Diana Elizabeth Torres es toda una sorpresa y un deleite: de manera natural y convincente, representa muy bien a la mujer latina: entrona, terca, luchona, trabajadora, guerrera, que no se da por vencida jamás, hace varias cosas a la vez y toma el “no” como un impulso para continuar con más ganas, encomendada a su santo predilecto (Madre Teresa de Calcuta), y si es necesario cambiar y mostrarse diferente (ordenada, limpia y sonriente), a pesar de todo, pues lo hace, pero de que consigue lo que se propone, lo consigue.

Es cierto que la cinta también se vale de estereotipos para atrapar al espectador y termina siendo predecible, pero eso no es más que los aciertos. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

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