Este miércoles 23 de abril, como ya es una grata tradición, se estará festejando en Mazatlán el Día Mundial del Libro. Desde la iniciativa original, hay un desfile de lectores que comparten por unos minutos páginas de sus libros favoritos. Julio Berdegué será el gran ausente en esta celebración. Él y su esposa llegaban a ese escenario popular y participaban en un evento con la raza. Esa no era una excentricidad, como tampoco lo era pasar noche tras noche en las presentaciones de la Feria del Libro y las Artes, que tanto le debe, era una congruencia con su ser: un ser culto, un ser liberal, un ser de izquierda. Un iconoclasta irreductible.
“Nadie es una isla completo en sí mismo; cada hombre es un pedazo del continente, una parte de la tierra; si el mar se lleva una porción de tierra, toda Europa queda disminuida, como si fuera un promontorio, o la casa de uno de tus amigos, o la tuya propia; la muerte de cualquier hombre me disminuye, porque estoy ligado a la humanidad; y por consiguiente, nunca preguntes por quién doblan las campanas; doblan por ti”.
Texto editado del libro Mira esa gente sola, capítulo “Crónica del domingo en Catedral”, Julio Berdegué Aznar (Madrid, España, 14 de abril de 1931-Mazatlán, Sinaloa, 21 de abril de 2007).
