De la tragedia de José Sabas al Diario de María Ester de la Mora

 
mocorito plaza
Esta historia se desprende de la autobiografía de la hermana del profesor que fue martirizado y asesinado por maderistas en tiempos de la Revolución Mexicana. El hecho, ocurrido el 1 de junio de 1911, cimbró las paredes de una casa ubicada a espaldas del actual Ayuntamiento de Culiacán por la avenida Ruperto L. Paliza. María Ester de la Mora lo narra en su libro que intituló Remembranzas de mi vida, 1895-1989.
Mi encuentro con esta historia encierra uno de esos hechos extraños, que suelen darse de forma inesperada. A finales del año 2003, fui invitado a participar en una ronda de lecturas en la Casa de la Cultura de Mocorito; al final, alguien me preguntó si conocía a un corrector de estilo, sin pensarlo de inmediato recomendé a Diana Osiris Mendivil Mora; ella es egresada de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Autónoma de Sinaloa.
En marzo del año siguiente fue llamada para que diera inicio a la revisión del Diario de María Ester de la Mora Hernández. El trabajo le llevó tres meses, y ese mismo año, con el respaldo de la Casa de la Cultura “Dr. Enrique González Martínez”, dirigida por Lilia Inzunza Gil; la Presidencia Municipal representada por Juan S. Avilés Ochoa; el Director General de DIFOCUR, Ronaldo González Valdez, y María Guadalupe Payán Gutiérrez, Coordinadora del Consejo Ciudadano para el Desarrollo Cultural de Mocorito, se presentó el libro un día del mes de diciembre de 2004.
Mi asombro fue cuando en el evento, el conductor del programa anunció la presencia de la señora Angélica Inzunza viuda de Prieto. Al final tuve la oportunidad de platicar con ella; nuestra charla fue de reacciones encontradas, le manifesté mi pésame por la reciente muerte de su esposo, pero enseguida la alegría de saber que ella era hija de María Ester y madre de Irene Prieto Inzunza. Me aclaró que su hija vivía en Nueva York y que se había encargado de enviar el escrito original de su madre, María Ester, para que fuese publicado; tarea cumplida por la nieta de la autora Lilia Inzunza Gil, quien estaba encargada de la Dirección de la Casa de la Cultura.
Ahora explico por qué lo de mi asombro. En principio porque sabía de la relación de doña Angélica con don Raúl Prieto Río de la Loza, pero no que ella fuera hija de la autora del libro.
En el año 2000, el escritor y filósofo Héctor López Palma y un servidor, empujados por la inercia que conjugan las ideas, hicimos un extraño pacto: escribir un libro; nuestra afán era dejar plasmadas nuestras inquietudes sobre las injusticias que de manera impune estaban desarrollando las distintas dependencia gubernamentales, intentando ser coherentes, la obra la registramos con el sugestivo nombre de Las Secretarías del miedo.
Siendo mi colega amigo de don Raúl Prieto Río de la Loza, me informó que le pediría realizara la corrección de nuestra obra. Acepté pensando que eso era poco probable; me equivoqué. No sólo la corrigió sino que también vino a Culiacán a presentar el libro en compañía de don Jesús Lazcano Ochoa, reconocido político de izquierda y luchador social. El evento se dio en el año del 2002, en el Museo de Artes de Sinaloa, auspiciado por DIFOCUR.
Esta publicación va como un homenaje a las personas que a través de los años han sostenido los avatares culturales, en la hoy reconocida ciudad de Mocorito, lugar que justificadamente se le ha distinguido como “La Atenas del Évora”, merecido logro de hombres y mujeres ilustres que han dado brillo a Sinaloa.
Raúl Prieto Río de la Loza (Ciudad de México 1918-2003) fue conocido en el mundo de las letras como el legendario Nikito Nipongo. Escritor, lexicólogo, caricaturista y periodista. Sus famosas “Perlas japonesas” quedaron dispersas para beneficio de los que se preocupan por conservar la pureza y justa claridad del idioma hispano, en libros, periódicos y revistas que empezó a publicar desde 1949.
Sus libros: Hueso y carne (1956), El Diccionario (1959), La Lotería (1960), La Nueva Lotería (1969), Pemex Muere (1981), Nuevas y viejas Perlas Japonesas (1988), Álvaro Obregón resucita (1990), Redacción Cultural Notimex (1998). Revistas en las que dejó su valioso legado: Sucesos para todos, Siempre, El Financiero, entre otras. Periódicos que dieron a conocer parte de sus ardientes reclamos a La Real Academia de la Lengua Española, a cuyos integrantes zarandeaba inmisericorde: La Prensa, Novedades, Excélsior, Uno más uno y La Jornada. En su libro Madre Academia resume gran parte de su valiosa obra, es un compendio de análisis y sesudas anécdotas, que bien podría decirse que es su testamento intelectual.
Remembranzas de mi vida, autobiografía de María Ester de la Mora Hernández, es una obra escrita en primera persona, con una prosa clara y muy bien desarrollada, con tintes de novela. Describe la vida de una mujer maravillosa, que tuvo el coraje de sobreponerse a muchos escollos que la vida le endilgó; una mujer que vivió en un tiempo de atraso, pero que ella  adelantó con ideas modernas, imponiéndose con valentía e inteligencia.
Hubiera sido interesante saber la opinión de Nikito Nipongo sobre la obra de su suegra. Según lo confirmó en su diario, ella le tuvo una deferencia y aprecio muy especial. No era para menos; además de ser un reconocido periodista, la alegró, junto con Angélica, al crearle tres nietas y un nieto.
Mi sincera felicitación y reconocimiento a todos los que hicieron posible la producción de esta obra; mención especial merece Juan S. Avilés Ochoa, un hombre que sí sabe apreciar la valía de la labor política.
leonidasalfarobedolla.com
 

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