Sinalojazz en Sonora

 
 
 
sinalojazz
 
Noche de jueves. El Callejón del Templo es la similitud de una estación del tren. Los aspirantes al viaje esperan. Sentaditos.
Es el Festival Alfonso Ortiz Tirado (FAOT 2016) que con su programa convoca a los viajantes. El destino final es la emoción.
Noche de jueves y en el programa figura Sinalojazz. En el preámbulo del inicio, donde en el escenario se contemplan un montón de instrumentos, en ese silencio que inevitable inscribe suspenso, la voz del presentador nos revela: “Cuando siete jóvenes músicos adictos al jazz y a los ritmos afros se juntan, las canciones de la banda sinaloense y hasta del mariachi, ya nunca son iguales”.
Luego la información versa sobre la edad del grupo, siete años, dos discos, recorrido por escenarios trascendentales como lo es el Festival Binacional de Jazz Charles Mingus, en sus ediciones 2009 y 2010.
Al sonar la primera rola se constatan las palabras del presentador: el repertorio de banda sinaloense nunca jamás volverán a ser igual si lo interpreta Sinalojazz.
El requinto, el sax, el piano, la trompeta, las percusiones, deconstruyen el tema emblemático de todo un estado: El sinaloense. Suena a jazz, huele a fonk, tiene aderezos de rock.
Suena potente. Convincente. La diversión de los integrantes de la banda se convierte en divertimento para los espectadores. Contaminan.
Bailan sobre el pasillo de arcos en el ala derecha del callejón. Son norteamericanos, se han instalado en Álamos, la capital de la música. Ellos, como todos los asistentes, encuentran un platillo exquisito para el alma en  las notas que construyen los Sinalojazz, quienes a decir de su vitae, radican en Los Mochis.
El sauce y la palma ya no es lo que antes fuera. Si años atrás don Cruz Lizárraga la interpretó a su estilo y manera, con calidad y respeto, pasión, con esa agrupación de El Recodo, con la que hizo escuela y formó a muchos músicos; hoy la versión de Sinalojazz alcanza otras latitudes.
Un solito de requinto, la trompeta que se escucha más allá, las percusiones, el piano. Vestidura que engalana la melodía, mientras que cerca del cielo, en el corazón de la ciudad, una palma agita sus alas en complicidad con el viento. Se mece con calma.
Que buena noticia para quienes persiguen la paz a través de la música. Que atino el de Sinalojazz, convertido en antídoto contra la estridencia de la banda que desde hace años ya desvirtúa sus interpretaciones.
Implacable la permanencia de la industria musical que banaliza en pos de sus intereses económicos. Pero, como lo dijo el presentador esta noche: después del nacimiento de Sinalojazz, ya nada volverá a ser igual. O por lo menos tenemos opción de música inteligente.

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