Algo que ocurre frecuentemente es el hecho de pensar que nos estamos alimentando con productos saludables, mientras éstos, en realidad, son todo lo contrario.
 
Las costumbres arraigadas que venimos arrastrando y la información mal encausada de quienes nos venden este tipo de productos han venido a enfermarnos física y mentalmente, utilizando información del tipo “esto es sano”, para vendernos productos e ideas, siendo las últimas más peligrosas que el producto en sí. No hay peor ciego que el que no quiere ver, dice el dicho.
 
Esas mismas ideas son las que nos mueven a pensar que es bueno llenar huecos de alimentación con productos prácticos y aparentemente sanos, como los cereales.
 
Recientemente un estudio de la Universidad de Cornell que se realizó en más de 200 hogares en la ciudad de Nueva York, reveló que las personas que tienen cereal de caja a la vista en su cocina son hasta nueve kilos más pesados que quienes no lo tienen a la vista (si es que tienen). ¿A qué se debe esto? A que las cajas de cereales, al estar a la vista, son asaltadas constantemente, lo que lleva a consumir un exceso de azúcar y otros carbohidratos que posteriormente son convertidos en grasa corporal.
 
En sentido contrario, quienes tenían tazones con fruta a la vista en la alacena eran hasta seis kilos más delgados.
 
Un plato de cereal no es sinónimo de enfermedad, es la frecuencia; convertirlo en desayuno y cena; ponerlo a nadar en leche; añadir más azúcar; rellenar el plato. Comer como niños.
 
EMPAQUE
 
Se trata de una bolsa abre fácil, pero sin opción de resellado. La base de su color es roja, en las ilustraciones resalta un tazón de leche con el cereal como sugerencia de uso. Un poco más arriba se encuentra el nombre de producto y, encima de éste, se encuentra Sam el tucán, mascota del producto, quien sostiene, con una gran sonrisa, un anillo de cereal en una mano y una mitad de naranja en la otra.
 
INGREDIENTES
 
Nueve ingredientes conforman el listado que, una vez desglosado llega a un total de 15.
Su principal ingrediente es la mezcla de tres cereales: harina, trigo y avena. En segundo lugar se encuentra el azúcar seguido de aceite vegetal, sal yodatada, colorantes (cinco en total, solo uno de origen natural), bicarbonato de sodio, maltodextrina, esencias naturales de frutas y extracto vegetal.
 
 
DESAYUNOS NUTRITIVOS
 
Lo que más salta a la vista al ver el empaque del producto es la falsa publicidad saludable que se emplea.
 
El rasgo más vistoso en la presentación, es una banda amarilla en la parte superior de la bolsa: Para 3 Desayunos nutritivos, exhiben.
 
Una bolsa de este producto contiene 90 gramos, mismos que dividen en tres porciones de 30 gramos, es por eso que dentro de este envase encontramos tal cantidad de “desayunos”.
 
Basta con palpar la bolsa para darse cuenta que 30 gramos es una porción pequeña. Un consumidor de cereal promedio sacaría dos o una porción y media de esta bolsa, más aquellos que acostumbran rellenar el tazón hasta que ya no queda leche en el.
 
Ahora bien, en el sentido de lo “nutritivo”, de los 30 gramos por porción en el mundo perfecto de Kellogg’s, 25 gramos son de carbohidratos, de los cuales 12 son azúcar, no parece tan nutritivo.
 
Volvamos al primer ingrediente de la lista: mezcla de cereales. De ahí es de donde provienen nuestros carbohidratos, de harina de trigo, de maíz y de avena; el resto es azúcar. ¿Cómo puede ser esto saludable?
 
Dentro de los requerimientos nutricionales del ser humano se encuentran los carbohidratos, pero nunca de este tipo, nunca en forma de azúcar ni de harinas refinadas y pintadas, que no nos engañen.
 
Lo que convierte a los cereales en una de las estrellas de los malos desayunos (y cenas) es que no se comen solos, se acompañan con leche, otro alimento que no necesitamos en lo absoluto si no estamos siendo amamantados y que, además, solo viene a sumar azúcares a nuestro plato, uno no muy nutritivo al final.