El poder arrasador de los Amarillas

LA HUERTA DEL ABUELO. El dispendio y la arrogancia.
LA HUERTA DEL ABUELO. El dispendio y la arrogancia.

Un hotel, fincas en el centro histórico y huerta con helipuerto

Poco a poco, sin el más mínimo sigilo, como un martillazo en el recién parido pavimento hidráulico de la cabecera municipal de Mocorito, los Amarillas se hicieron de muchas propiedades y acorralaron y se adueñaron del centro histórico de esta pintoresca ciudad.
Fue cosa de cuatro o cinco años. Ahora tienen una casa, donde vivieron los padres, entre las calles Madero y Pino Suárez, frente al mercado. La vivienda, que tiene aproximadamente treinta metros de frente, tiene una barda trasera de concreto de alrededor de tres metros de alto, al otro lado de la cuadra, sobre la calle Miguel Hidalgo.
También está el hotel Zavala, en remodelación, y una finca ubicada junto a las oficinas del Issste, a pocos metros de la Presidencia Municipal y muy cerca también del mercado y de las dos anteriores propiedades.
A estos inmuebles se suma la Huerta del Abuelo, la joya de la corona: los pocos que han ingresado indican que es un predio que abarca entre tres y cinco hectáreas, con go-kars y gasolinera para los pequeños vehículos, helipuerto, cancha de tenis, bar, una recámara exclusiva para el gobernador Mario López Valdez y otros muchos beneficios más.
“Es otro mundo. Un paraíso”, relató uno de los habitantes de Mocorito.
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Los bienes
Gabriela Amarillas López, hija de Gildardo Amarillas, subsecretario de Administración del gobierno estatal, es, al menos hasta lo que se ha encontrado, la mejor y más pública expresión del voraz poderío alcanzado por esta familia de alcurnia mocoritense, pero igualmente distantes y al margen de sus habitantes.
Apenas el 27 de febrero pasado, el Departamento del Tesoro de Estados Unidos incluyó a esta sinaloense en la lista de personas que tienen nexos con el narcotráfico, específicamente con Juan José Esparragoza Moreno, el Azul.
Las autoridades estadunidenses ubicaron también en su lista de personas vinculadas al narcotráfico con las que se prohíbe sostener relaciones financieras, al mexico-colombiano Hugo Cuellar Hurtado, acusado de ser uno de los principales colaboradores de Esparragoza.
A través de la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), las autoridades norteamericanas también boletinaron a seis personas y a diez empresas vinculadas a Cuellar Hurtado en el municipio de Tlajomulco de Zúñiga, en Jalisco, así como en provincias de Colombia. El boletín señala que Hugo Cuellar empezó a  vivir en México desde 1990 y suministra desde entonces cocaína al cártel de Sinaloa.
Uno de sus hijos se casó con Gabriela, a la que se le señala de lavar dinero a través de al menos tres casas de empeño: Guadalajara, Prenda Todo y Presta Fácil, empresas ubicadas en el estado de Jalisco.
El funcionario estatal emitió un boletín para pronunciarse sobre esto y llamó indignante que se manche la imagen de Gabriela con base en presunciones.
“Su casa de empeño Guadalajara S.A. de C.V. se constituyó legalmente en el año 2006, y se financió con recursos de procedencia lícita, ya que tanto ella como su esposo son gente de trabajo cuyo patrimonio se ha construido producto del esfuerzo y del desempeño profesional de ambos”, manifestó Amarillas López, quien negó que Gabriela y su esposo, John Fredy Cuellar Silva, mantengan relaciones comerciales, laborales o de financiamiento con la familia política de ella.
Entre las propiedades de Gabriela Amarillas se encuentra una vivienda comprada en 60 mil 300 pesos a los hermanos Lindya Isabel, Rogelio, Carlos Alfredo, Beatriz Lorena, Germán y Ariel López Angulo.
La propiedad, ubicada en el lote 16, manzana 47, de la calle Donato Guerra sin número, tiene la escritura 4980, elaborada por el notario 60, Manuel Guillermo García Rendón, quien le formalizó varias de sus propiedades y transacciones. La fecha es 18 de mayo de 2005 y el predio mide mil metros cuadrados.
En la escritura 10266, con fecha 15 de julio de 2013, Mercedes Carvajal Aguilar le vendió una finca ubicada en Juárez y Madero y Pino Suárez, en esta cabecera municipal de Mocorito. El predio, que tiene una construcción, mide en total 454 metros cuadrados.
En la escritura 4769, Érika Janeth y Bárbara Amarillas Medina le venden a Gabriela Amarillas un lote urbano ubicado en la manzana 16, por la avenida Madero, a 198 mil pesos, aunque el valor comercial es, según el avalúo realizado, de 220 mil pesos. En el documento, protocolizado el 15 de diciembre de 2004, se especifica que el predio mide alrededor de mil 821 metros cuadrados.
La escritura 4705, con fecha de 12 de noviembre de 2004, señala que Francisco Peña Herrera vende a Gabriela Amarillas un terreno ubicado en el lote 19, manzana 47 —que incluye terrenos de cultivo—, en 165 mil pesos. La escritura fue protocolizada en El Rosario y se refiere a un predio de 6 mil 940 metros cuadrados en forma de polígono irregular.
Además, el 12 de noviembre de ese año, la escritura 4704 se refiere a un predio vendido por María Concepción López de Valenzuela, ubicado en el lote 13 de esa misma manzana, la 47, vendida a 388 mil pesos. En total, el terreno mide 17 mil 225 metros cuadrados y linda con el río Évora y las bombas de agua potable. Su anterior propietario era el Ayuntamiento de Mocorito.
HOTEL ZAVALA. La historia a la basura.
HOTEL ZAVALA. La historia a la basura.

El paraíso
Pocos, muy pocos habitantes de Mocorito han ingresado con invitación en mano a la Huerta del Abuelo, ubicada a pocos metros de la rivera del río Évora. Ahí se entra a trabajar y con mucha discreción. También con invitación y en esos casos, los asistentes no son de ese municipio, sino de Culiacán y más allá: empresarios, políticos, servidores públicos que encabezan influyentes grupos políticos, y el gobernador Mario López Valdez.
Dentro, dicen los pocos que han ingresado y que ahora hablan en voz baja, había fauna exótica, como un tigre blanco y pavorreales. Se mantiene un helipuerto, que fue ocultado con grava y tierra luego de que se publicó la presunta relación entre Gabriela Amarillas y el narcotraficante Juan José Esparragoza.
También una cancha de tenis, una recámara que lleva el nombre del mandatario López Valdez, y un bar que se llama Fredy —en alusión a John Fredy Cuéllar, hijo del supuesto narcotraficante mexico-colombiano­—, que incluye una surtida cava. En uno de los puntos más altos del predio, amurallado y arbolado, con fuentes de cantera de estilo colonial, fueron colocadas cuatro banderas en sus respectivas astas: la de México, de Estados Unidos, Colombia y Rusia, pues un familiar cercano se casó con una joven rusa.
Entre los rincones de la finca está un cuarto desde donde los vigilantes captan las señales de las cámaras de video colocadas en los accesos y puntos estratégicos al interior.
El gobernador acude aquí “a cada rato”, señalaron vecinos. Para unos, las visitas del mandatario –ruidosas, en medio de un operativo de seguridad y en helicóptero- eran cada quince días. Para otros no pasaba un mes sin que el mandatario acudiera en su nave y aterrizara dentro del “paraíso”.
Ni la ex alcaldesa, cuando estaba al frente de la administración municipal de Mocorito, fue invitada a estas reuniones que solo eran entre “grandes”: los Amarillas y empresarios y políticos de elite, y los Riveros, que también son oriundos de la región.
“Ella se enteraba cuando el gobernador ya estaba aquí porque le avisaban los de la avanzada, pero nunca la invitaron. Ni siquiera cuando había fiestas, mucho menos cuando entre los invitados estaba Malova”, manifestó un ex integrante del gobierno municipal anterior.
Los Amarillas, por dinero o por influencias, por ese poderío que se acrecienta sin disimulo, se cuecen aparte: no conviven con los lugareños, no saludan ni tienen ningún tipo de roce con la comunidad. Para muchos, este elitismo rancio, propio del Porfiriato rancio, es correspondido. Un viejo vecino de la cabecera municipal lo dijo de manera contundente: “Ellos no quieren a la gente. Pero está bien. La gente tampoco los quiere a ellos”.
Obras inconclusas
Luego de que se publicó el boletín del gobierno norteamericano que vincula a Gabriela Amarillas López con el grupo criminal de Esparragoza, al menos dos de las obras de construcción que tiene esta familia en la cabecera municipal de Mocorito fueron suspendidas: el hotel Zavala y el inmueble ubicado frente a la vieja casa de la calle Madero, ambas en el centro histórico.
Bastaron dos días para que uno de los integrantes de la familia diera la orden de que no se trabajara más. Solo en la finca ubicada junto a las oficinas del Issste laboran un par de pintores.
Mario León Ruiz, director de Obras Públicas del gobierno mocoritense, informó que ya fueron entregados dos avisos en esta obra, ya que no cuentan con el permiso de construcción y por lo tanto no pueden continuar. Dijo que en caso de negarse a suspender trabajos, habrá un tercer aviso y luego vendrá la clausura.
“En la obra que está junto al mercado no hay permiso, pero ahí no están trabajando. En la otra de plano ya notificamos y después del tercer aviso vendrá la suspensión. Y es que no hay cultura de pedir permiso, de pagarlo, y es lo que queremos impulsar y que se haga de manera formal, legal, y si no, pues que se aplique la norma”, dijo.
Datos de esta dependencia indican que la obra del hotel Zavala, un viejo edificio colonial, cuenta con el permiso del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) 053/2013, con fecha 12 de agosto del año pasado. El inmueble está por Juárez y Madero y Pino Suárez número 67. Entre las condiciones que impuso el instituto y que son supervisadas por personal especializado, está la conservación del diseño original y herrería, y otras especificaciones que incluyen pintura, vigas y piso.
Cuatro empleados, de unos treinta que trabajaban hace poco menos de dos semanas, permanecen ahí. El edificio abarca 954 metros cuadrados y costó alrededor de 4 millones 961 mil pesos. El permiso de construcción les fue otorgado por 62 mil pesos, cuando Renato Quiñónez Lau fungía como director de Obras Públicas, en octubre de 2013.
“No puedo opinar”
Por teléfono, porque estaba realizando una diligencia en Pericos, comunidad de Mocorito, Adrián López Rojo, presidente del Partido Acción Nacional (PAN) en ese municipio, dice que no sabe nada, que es un asunto personal del que no está enterado y que no quiere meterse más.
—¿No cree que es necesario que se investigue, que se aclare este posible nexo de los Amarillas con el narcotráfico?
—Desconozco cualquier situación, con eso le digo todo. No tengo injerencia. Conozco al subsecretario y hasta ahí. Lo único que le puedo decir con todo respeto es que la situación, si es como dices, pues que se investigue.
Como le digo, ni conozco la vida de ellos ni nada. Aún así y aunque seamos de Mocorito desconozco la actividad de ellos, en pocas palabras. Es lo que le puedo decir sinceramente, no me meto a más porque no sé.
López Rojo dijo que “sus respetos para ellos (los Amarillas), y si sacan una nota pues que se investigue lo que se tenga que investigar”.

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