Malayerba: Veinticuatro horas
En la cárcel él era el jefe. Lo respetaban y cuidaban. En su pedigrí de cruces, de ficha en la policía y el drenaje de
En la cárcel él era el jefe. Lo respetaban y cuidaban. En su pedigrí de cruces, de ficha en la policía y el drenaje de
Mijo, no andes en la malandrinada. Mejor ayúdame en el puesto de jotdogs y así aprendes algo de beneficio y ayudas en el sostenimiento de
Joel agarró el erre y le jaló. Su amigo ya lo había hecho y le dijo nombre bato, se siente machín. Pisteaban y se enfermaban
Tiene veinticinco años y tres hijos. El primero lo tuvo con su esposo. Todo iba bien. Muy bien. Pero llegaron los encapuchados y se lo
Enrique caminaba solo, por esa banqueta. Estaba ahí y no. Él pensaba en los problemas que tenía con sus padres, en la escuela, y avanzaba
Noche de ronda. Patrullar la ciudad con un ochito en el tapete del carro: la pandilla de yelos negándose a mimetizarse en agua, los botes
Vio al comandante maltratando a varios campesinos y desde lejos le gritó. Déjalos. El hombre se acercó mientras le seguía hablando al uniformado: qué te
La empleada vio las tres camionetas que llegaron. De ellas bajaron unos quince hombres, la mayoría armados con fusiles automáticos. Entraron al motel y lo
Hombre de familia. El hogar era su guarida, la mejor tibieza, la calentura inacabada que le había permitido procrear a esa morrita que ya era
Raúl sintió que los ojos se le llenaban de vidrios: sin pedirle permiso, las lágrimas empezaron a emanar y correr piel abajo. Uno de sus
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