“Yo hago textos ilustrados. La gente les llama ‘cartones’ pero para definir mi profesión a mí me gustaría decir que soy dibujante”.
Abel Quezada.
En Nosotros los hombres verdes (FCE, 1985), nuestro autor explica que los dibujantes, debido a su particular habilidad, se equiparan a un hombre verde en un circo, que solo por tal condición causará curiosidad, tal vez admiración y no le faltaría el trabajo.
Abel Quezada Calderón (Monterrey, 1920 – Cuernavaca, 1991), no solo fue uno de los moneros más importantes de la prensa nacional de su época, sino también publicista, pintor y escritor. Formó parte del grupo, encabezado por Julio Scherer, que fue obligado a salir del periódico Excélsior en tiempos del presidente Luis Echeverría en 1976.
Fue en este diario que publicó el que tal vez sea su cartón más memorable. Ante la magnitud de la tragedia de la matanza de estudiantes en Tlatelolco el 2 de octubre de 1968, en la edición del día siguiente, en el espacio habitual entre las páginas editoriales, en lugar del Charro Matías, la Dama de Las Lomas, el Tapado o Gastón Billetes, apareció solo un recuadro en negro con el título ¿Por qué? En su blog, La colmena cultural, Alejandra Fuentes reflexiona: ¿qué más había que decir? Si los discursos y los monitos salían sobrando.
Su hijo, Abel también, recuerda que ese 2 de octubre su padre llegó a casa desencajado e intuye que la idea del cartón fue instintiva, pues no existe el original, por lo cual cree que don Abel habló por teléfono con el editor Hero Rodríguez Toro y le explicó lo que quería hacer.
El cartón de Quezada sigue hoy vigente. Su lobreguez aún alberga el cuestionamiento al Estado mexicano cada vez que se asume Leviatán, ¿por qué?
Artículo publicado el 20 de octubre en la edición 05 del suplemento cultural Barco de Papel del semanario Ríodoce.