Lo que se vive en Sinaloa es producto de la filosofía de los “abrazos, no balazos”, dice el académico Luis Astorga; por su parte, Guillermo Valdés, ex director del Cisen, vaticina que esto puede durar mucho tiempo y no habrá final feliz
En Culiacán, Sinaloa, poco después de las 8 de la noche, la ciudad cae en una soledad silenciosa. La gente deja de salir de sus casas por temor a ser heridos o muertos en los enfrentamientos entre Los Chapos y Los Mayos, pero también para evitar ser asaltados o despojados de sus vehículos, y más recientemente, víctimas de un secuestro exprés, que consiste en que los levanten y los lleven a un cajero automático donde los obligan a retirar todo dinero que esté disponible.
“Tengo una amiga que la levantaron, y la llevaron a un cajero de su banco, y le sacaron 5 mil pesos”, dijo Idalia Quintero, quien vive en la colonia Industrial El Palmito.
Luis Astorga Almanza, investigador del Instituto de Investigaciones Sociales de la UNAM, no duda en señalar que la inseguridad que se vive en Culiacán ya se veía venir, y su pronóstico no es nada alentador, pues esa violencia migrará eventualmente a otros estados.
“La inseguridad en Sinaloa es una herencia de la filosofía de abrazos y no balazos que profesaba el ex presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, aunque también es una consecuencia de los presuntos vínculos del gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, con miembros del crimen organizado”, sostuvo Astorga Almanza.
Rocha Moya, quien fue postulado por el partido Morena, se ha visto envuelto en una serie de controversias luego de ser señalado por Ismael el Mayo Zambada, como uno de los políticos que asistirían a una reunión con capos del Cártel de Sinaloa para arreglar una serie de roces que tenía con el ex rector Héctor Melesio Cuen Ojeda, asesinado a tiros el mismo día que ocurrió el arresto de Zambada García, en el aeropuerto de Santa Teresa, en Nuevo México.
“Si dijeron que iba a estar yo ahí, le mintieron”, dijo el gobernador en su momento.
Para Astorga Almanza, sin embargo, ya nada salva al gobernador de esos señalamientos, lo cual ha hecho que hoy sea como un cadáver político, que anda como zombi y se mueve entre sombras, mientras es señalado de tener vínculos con narcotraficantes, más cuando los indicios son tan fuertes, y peor aún, con el problema que tiene con la Universidad Autónoma de Sinaloa, y sin tener el apoyo que tenía del ex presidente.
Estados Unidos, el alfil negro
El problema del gobernador no termina con la FGR, sino con Estados Unidos, pues de estar cooperando Ovidio Guzmán López con la fiscalía estadounidense, es claro que ya le soltó toda la información que el gobierno de ese país necesita, como en su momento lo hizo Vicente Zambada Niebla contra Jesús Antonio Aguilar Íñiguez Chuytoño, a quien se señaló durante el juicio contra Joaquín Guzmán Loera que protegía a las facciones de Los Mayos y Chapos.
“Estados Unidos debe tener una cantidad impresionante de información, que seguramente la utilizará de manera oportuna para su conveniencia, y eso incluye información que pueda tener en contra del gobernador Rocha, la cual la podría utilizar para detener esa tendencia de este gobierno de acabar con organismos autónomos, y entonces van a caer cabezas”, dijo el investigador.
El investigador hace una pausa y reflexiona, “¿O tú crees que si, efectivamente, Estados Unidos comprueba que Rocha tuvo que ver con la detención del Mayo, lo habría hecho sin el aval del ex presidente? Pues de cuando acá los gobernadores de Morena se mandan solos. Y las implicaciones son muy fuertes, y estoy seguro que EU va a aprovechar eso, y en la medida que vea que se están afectando intereses en sus inversiones por todo lo que implicaría el sometimiento del poder judicial, y entre los vínculos tan estrechos entre estos políticos, ahí es donde podrían rodar cabezas o presionar al gobierno de México a cambio de que eso no salga a la luz”.
Pero mientras esto pasa, el Departamento de Estado de Estados Unidos ha emitido una serie de alertas a sus conciudadanos para que no visiten ninguna ciudad del estado de Sinaloa, por el peligro que representa estar en esta región, pero principalmente por la guerra que mantienen los diferentes grupos delictivos que operan en la región.
“Se aconseja a los ciudadanos estadounidenses que se adhieran a las restricciones sobre los viajes de empleados del gobierno de Estados Unidos, para que no viajen a estas ciudades después del anochecer, ni tampoco abordar taxis en la calle, sino que deben de depender de vehículos como Uber, así como de taxis regulados”, se lee en la recomendación.
El nivel de inseguridad no sólo se respira en las calles, sino que se ha vuelto parte de una rutina de renunciación a salir de noche, incluso de día aún dentro de la ciudad, aunque el temor ahora que enfrentan las autoridades es que esta situación no sólo escale, sino migre a otros estados.
Todo es consecuencia de la política de “abrazos”: Valdés
Guillermo Valdés Castellanos, ex director del Cisen y autor del libro Historia del Narcotráfico en México, señala que esta lucha entre grupos criminales sugiere que los enfrentamientos que mantienen Los Chapos y Los Mayos se extenderán a otros estados, y debido a la falta de estrategia por parte de las autoridades, no podrán evitar que eso ocurra.
“Desde la administración anterior el Estado tenía la creencia que, si actuaba o detenía a algún capo, generaría violencia, y para no generar violencia no tenía que actuar, y eso hizo que su lógica les dictara que fueran las organizaciones criminales las que se tenían que arreglar entre ellas, y eso estamos viendo en Sinaloa, donde el Estado no está preparado para ese nivel de violencia, porque en los últimos años su estrategia fue no intervenir”, dijo.
El analista en seguridad no se detiene ahí, sino que sostiene que en guerras y conflictos, cuando se trata de organizaciones poderosas, la violencia se extiende a otros estados, como ocurrió en 2008 con los Beltrán Leyva, los Zetas, los Caballeros Templarios y con la Familia Michoacana, cuya presencia repercutió en otras entidades.
“O es hacer patrullaje, pero sin involucrarse, lo cual sería la prolongación de los abrazos, o tal vez es que las autoridades no tienen idea de qué hacer para desarticular a las células más violentas de ambas facciones, porque si tuvieran una idea sobre cómo se mueven, pues estarían operando una estrategia basada en la desarticulación de las células en los distintos municipios”, dijo el ex director del Cisen, durante la administración de Felipe Calderón.
Astorga Almanza precisó por su parte que la violencia se extenderá por varios estados del país, aunque iniciará en las entidades vecinas a Sinaloa, por la presencia que ambos grupos tienen en todo el país, y por las alianzas que harán con otras organizaciones criminales, como el grupo del Chapo Isidro, en Guasave, o Los Salazar en Sonora.
Lo que veo también es que habrá una reconfiguración en diferentes áreas del poder político, el delictivo, el militar y el poder económico.
“En el poder económico no ha habido muchos cambios, pero en lo político, y con el crecimiento de Morena, el ascenso en gubernaturas, en municipios, en los congresos locales, en la misma presidencia de la república, hay una reconfiguración en el campo político, inclinada muy fuerte hacia Morena, ahí es donde vienen los cambios, dijo el investigador de la UNAM.
El CJNG, el más beneficiado
No obstante, observa Astorga Almanza, autor del libro Drogas sin Fronteras, el más beneficiado de la guerra que se da en Sinaloa es el CJNG, pero también deja claro que la seguridad y la inseguridad no depende del gobierno estatal ni del gobierno federal, sino de las organizaciones delictivas y “lo que estamos viendo es un cambio acelerado en la correlación de fuerzas entre el Cártel de Sinaloa y Morena”.
“Ilusamente, los gobernantes pensaron que podían controlar al Frankenstein (Cártel de Sinaloa), pero era imposible, y ahora lo que estamos viendo es como se irá modificando la correlación de fuerzas políticas con los narcotraficantes, y de qué lado se va inclinando la balanza en esa correlación de fuerzas”, concluyó el académico. Valdés Castellanos vaticina un final que no es ni rápido ni feliz, pero al menos señala que la guerra terminará un día: “Si no hay una intervención inteligente por parte del gobierno para desarticular esto, va a durar un buen rato este pleito”, dijo.
Artículo publicado el 13 de octubre de 2024 en la edición 1133 del semanario Ríodoce.