AMLO se va, pero se queda

AMLO se va, pero se queda

Lo dijo Claudia Sheinbaum la semana pasada, pero agregando que no se va porque nos deja su legado. En realidad, Andrés Manuel López Obrador no se va, pero no por su legado, sino porque dejó a Claudia, a partir del 1 de octubre presidenta de la república, acotada por todos lados. Los principales líderes de las cámaras legislativas los puso él cuando decidió que las corcholatas que quedaran en el camino de la lucha por la presidencia, ocuparían esos cargos. Así que Noroña, Adán Augusto y Ricardo Monreal le deben a él y no a ella esas posiciones.

Le dejó en Hacienda a Rogelio Ramírez de la O, un hombre que ha estado en la órbita de Andrés Manuel desde hace por lo menos tres lustros –lo propuso para su gabinete presidencial en 2012 pero no ganó la elección—y, además, fue él quien anunció que De la O se quedaría en Hacienda en la administración entrante, no Claudia Sheinbaum. Le dejó también a Zoé Robledo en el IMSS cargo que ya ocupa. Hasta proveedores le está dejando. En una gira de trabajo conjunta, él y ella por el interior de la república, AMLO le sugirió a Claudia que siguiera contratando algunas constructoras “porque han hecho un buen trabajo”. Y si nos vamos a cargos de segundo nivel, subsecretarías, directores de dependencias, como el SAT, por ejemplo, no terminaríamos.

Por si esto fuera poco, AMLO se quedó con el control de Morena por los próximos cuatro años, al promover la dirigencia de su secretaria de Gobernación, Luisa María Alcalde y, por si fuera poco, colocar a su hijo Andrés López Beltrán, Andy, en la secretaría de organización del partido, que controla la estructura, las candidaturas, los apoyos de los gobernadores de Morena para el partido, ¿alguien duda que será el verdadero poder dentro de Morena?

Es tan grande el abuso que hizo AMLO al enjaretar a su hijo en la dirigencia de Morena, que el día en que se llevó a cabo el Consejo de Morena, varios consejeros gritaron ¡Presidente, Presidente, Presidente!, al paso de López Beltrán. Y es abuso porque Claudia Sheinbaum aún no toma posesión del cargo y ya está perfilando a su hijo para la presidencia. Y ni modo que pensemos que todo esto no fue calculado, aunque el presidente luego en su mañanera le dijo a una reportera de la revista Proceso que hablar de que su hijo ya se está preparando para la presidencia de la república en 2030, “es un futurismo, corriente, barato, vulgar…”. Corriente, barato y vulgar es lo que AMLO hizo a la próxima presidenta.

No podemos saber, por lo pronto, si tuvo injerencia en la designación de los mandos del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional, pero no hay razones para pensar que no, porque ya habiendo sido electa Claudia Sheinbaum presidenta, López Obrador sacó adelante dos reformas controvertidas desde que fueron planteadas: la judicial y la que hará que la GN pase a ser administrada por la Secretaría de la Defensa Nacional. Debemos suponer que no tomó en cuenta la opinión de quien cargará con todos los conflictos que esto pueda generar cuando él ya no esté. Claudia, sin embargo, no ha dado visos de independencia, por el contrario, cada vez, entre más se acerca el momento de asumir el cargo, más se pliega a los designios de AMLO, a veces de una forma que da pena.

Veamos la visita de ambos a Sinaloa el viernes pasado ¿Qué significa que el presidente AMLO haya dicho “que nadie se quiera pasar de vivo o se confunda porque yo soy moderado; soy hasta fresa en comparación con la presidenta; ella va a terminar de poner orden en todo el país…”? Claudia por un lado ¿qué escucha? ¿O qué debemos entender nosotros? ¿Va a terminar de poner orden? ¿Y quién empezó a poner orden? ¿él? Si justo cuando cortaba el listón de la presa Santa María, en el Rosario, a hora y media de carretera, comandos del narco se enfrentaban al ejército y les infringían bajas, en uno más de los enfrentamientos que se dan todos los días. ¿Terminar de arreglar lo que usted no empezó, presidente? Se evidencia como una retórica perversa la de AMLO cuando antes de abordar el avión de regreso a la capital, los narcos dejan una vagoneta con seis cuerpos adentro y una leyenda pintada en el costado que dice “Bienvenidos a Culiacán”.

Bola y cadena
ANTES DE BAJAR DEL AVIÓN que los llevó de regreso, seguramente Claudia se enteró de lo que había ocurrido en Sinaloa durante las horas en que estuvieron hablando de progreso y compromisos al pie de la presa. A López Obrador ya no le importa. Carga alrededor de 240 mil asesinados en su administración si se juntan los 195 mil homicidios más los desaparecidos, que andan por arriba de los 50 mil. Nunca le importó y ahora sabremos si la nueva presidenta mira distinto el problema.

Sentido contrario
POR LO PRONTO LA VIOLENCIA EN SINALOA se ha estado extendiendo y agudizando y hasta ahora no hay razones para pensar que el conflicto terminará; se enfrentan dos fuerzas muy poderosas, con muchos hombres y armas de cada lado, una, los Chapitos, que se fue armando gracias a la oportunidad que le dio el gobierno federal con su absurda política de abrazos –como fortalecieron sus ejércitos otros grupos del crimen organizado–, y la de los Mayos con refuerzos que han estado llegando de otras zonas del país, hasta ahora confirmadas de Durango. La leyenda en la vagoneta donde dejaron los seis cuerpos el viernes puede tener ese sentido.

Humo negro
LA SOCIEDAD HASTA AHORA, sobre todo la culichi, ha estado replegada en sus casas; hay pánico, zozobra y mucha desolación. Llama a marchar para convocar a la paz y exigir al gobierno que no la deje sola. El gobernador ya lo sabe: Claudia Sheinbaum es la que debe escuchar este clamor.

Artículo publicado el 29 de septiembre de 2024 en la edición 1131 del semanario Ríodoce.

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