Los tarámaris y sus danzas

Los tarámaris y sus danzas

Hortensia López G.

Los tarahumaras de Sinaloa, que se autodenominan “tarámaris” son un grupo indígena de alrededor de 2 mil personas, originarios de este estado, distribuidos en los municipios de Sinaloa y Choix.

Poseen rasgos culturales propios fuertemente arraigados, siendo la danza el tema al que hoy nos referiremos.

Los tarámaris habitan en la zona serrana, llevan adelante una agricultura de subsistencia, siembran y cosechan maíz (sonuco) y frijol (muní), principalmente; para lo cual realizan un desmonte en algún cerro y siembran a piquete, sin ayuda de maquinaria. Cuando van a cosechar el maíz los tarámaris se reúnen en medio de la milpa para llevar adelante sus danzas, siendo la danza del yúmare la que dedican específicamente al maíz. Para esta actividad no requieren —ni quieren — invitados, no requieren llamativos vestuarios ni música estridente: estamos ante un acto ceremonial verdadero.

Cada vez más somos testigos de la folclorización de las danzas indígenas y toda su cultura; tal vez por la distancia los tarámaris han permanecido ajenos a esto, danzan con su ropa común, su vestido tradicional. Las mujeres aún conservan su vestido o falda que las identifica con su etnia y que las hacen ellas mismas, danzan con sus huaraches del diario, acompañan estas danzas con cantos guturales, teniendo por instrumento musical solo una sonaja.

No hay mayor producción, hay verdad.

La ceremonia se acompaña de elotes asados, tamales y tejuino, iniciando en la tarde y terminando al amanecer.

Este danzar repetitivo con un solo elemento musical y un sonido gutural, que no emite palabras, puede resultar monótono, poco atractivo, para un “público” acostumbrado a grandes producciones, a vestuarios estridentes, llenos de elementos sin identidad, elementos —algunos— que llegaron junto con la industria.

TARÁMARIS. Siembra a piquete.

Buscar hacer turismo con las culturas originarias ha llevado a otros grupos a una distorsión de sus sones para el entretenimiento del público, para que les apetezca bailar con algo que antes era ceremonial y sagrado. A la vez que se busca la espectacularidad, se desdibuja, pierde su carácter ceremonial para ser solamente un show, carente de alma e identidad, pero a la mano de todos.

En el caso de los tarámaris su cultura permanece intacta, no luchan por presupuestos para mostrarse ni corren a las mercerías a ver qué cosas nuevas y brillosas pueden meter a sus vestuarios para que resulten más atractivos o para competir con otros grupos.

La cultura de los tarámaris hasta hoy no ha sido una mercancía para deleite y complacencia de los organismos culturales o turísticos, es muy suya y eso les permite autonomía y vida.

Artículo publicado el 18 de agosto de 2024 en la edición 03 del suplemento cultural Barco de Papel.

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