Después del ataque del 13 de julio en Pensilvania, y con Joe Biden muy enfermo, parecía que Donald Trump iba en caballo de hacienda. Intentaron matarlo, pero solo lo hicieron más grande: lo pusieron como protagonista de la foto del año. Luego llegó Kamala Harris.
La elección presidencial de 2016 en Estados Unidos marcó un hito en la historia de la política moderna. En un entorno mediático saturado, el equipo de Trump supo aprovechar las plataformas digitales para movilizar a sus seguidores, desafiar a sus oponentes y moldear la narrativa política a su favor. Ahora, cuatro puntos debajo de Kamala según encuestas del New York Times está recurriendo a viejas tácticas; ya se le ve muy cerca de Elon Musk, el dueño de X, antes Twitter.
TWITTER, DESINFORMACIÓN Y ALTANERÍA
En 2016 Twitter se convirtió en el principal canal de comunicación de Donald Trump. A diferencia de otros políticos que seguían el camino tradicional de comunicarse a través de comunicados de prensa y entrevistas controladas, Trump usó Twitter para comunicarse directamente con sus seguidores y el público en general. Sus tuits eran provocativos y controversiales, y generaron una gran cantidad de cobertura mediática. Al mantenerse en el centro de atención, Trump no solo evitó la moderación de los medios tradicionales, sino que también logró moldear la agenda política.
Además, Trump utilizó Twitter para atacar a sus rivales políticos y a los medios de comunicación, creando un clima de confrontación que movilizó a sus bases. Estos ataques directos, aunque poco diplomáticos, ayudaron a consolidar la imagen del candidato “ajeno” a la política, su tema central en su campaña.
FACEBOOK Y LA SEGMENTACIÓN DE INTERESES
Facebook también jugó un papel crucial, especialmente en el uso de anuncios dirigidos. La campaña de Trump invirtió significativamente en publicidad en Facebook, aprovechando la capacidad de la plataforma para segmentar a los votantes con gran precisión. Utilizando datos demográficos y de comportamiento, los anuncios podían ser dirigidos a usuarios específicos basándose en sus intereses, ubicación y otras características. Este enfoque permitió a la campaña de Trump llegar a un público más amplio y, al mismo tiempo, a audiencias específicas con mensajes personalizados.
El contenido de los anuncios variaba desde mensajes sobre política económica hasta temas de inmigración, adaptándose a los intereses particulares de diferentes grupos de votantes.
El uso de las redes sociales por parte de Trump no estuvo exento de controversia. Las tácticas de su campaña incluyeron la difusión de desinformación y la explotación de las divisiones sociales.
Donald Trump demostró que las redes sociales son una herramienta poderosa para la política moderna. Sin embargo, el impacto de su estrategia plantea preguntas sobre el futuro de la democracia y la ética en el uso de las redes sociales en las campañas electorales.
Artículo publicado el 25 de agosto de 2024 en la edición 1126 del semanario Ríodoce.