Claudia y el gran reto de gobernar para todos

Claudia y el gran reto de gobernar para todos

Ahora sí las encuestas tuvieron razón, aunque se quedaron cortas, salvo la de Covarrubias y Asociados, que presentó 58.8 para Claudia Sheinbaum en su última entrega, 31.8 para Xóchitl Gálvez y 9.4 para Jorge Álvarez Máynez. Fue publicada en El Heraldo de México y la más cercana a los resultados de la elección. Un mérito que hay que reconocerle cuando en otros procesos, locales y nacionales, se han equivocado estrepitosamente.

Claudia, Morena y el presidente AMLO se llevaron todo. Una victoria contundente y una derrota demoledora para la oposición, que nunca encontró la fórmula para cambiar el sentido del voto de los que ya estaban convencidos por la continuidad, ni de convencer a los indecisos. Un resultado sobre el que se tienen que crear nuevas narrativas y ya menos apasionadas. Porque el veredicto del 60 por ciento de los mexicanos es incontrovertible, sobre todo en lo que toca a la confianza que han depositado en la llamada cuarta transformación y en el nuevo liderazgo que ha empezado a edificarse a partir del 2 de junio —con sombras o sin sombras del todavía presidente AMLO, eso no lo sabemos ahora.

Solo atenidos a los números, Xóchitl Gálvez no solo no aportó votos como candidata, sino que perdió muchos de los votos que sumaron los tres partidos que conformaron la coalición Fuerza y Corazón por México en las elecciones de 2018. En aquel proceso, Ricardo Anaya, aliado con el PRD, logró el 22.27 por ciento de los votos y Ricardo Meade 16.4 por ciento. Es decir, un total del 38.67 por ciento. Xóchitl llegó apenas al 28 por ciento, más de 10 puntos menos que los que tuvieron en 2018 los partidos que la apoyaron.

Pero no solo es responsabilidad de Xóchitl, que nunca conectó con el electorado, sino también del desgaste de los partidos que la postularon, siempre bajo el bombardeo cotidiano del presidente AMLO desde sus conferencias mañaneras, y de operaciones encaminadas a socavar las bases de los dos principales partidos de oposición, el PAN y el PRI, sobre todo este último.

Esto lo vimos en Sinaloa donde, desde el tercer piso, se operaron acciones para desmantelar al PRI —aquí el PAN ya no importaba mucho y el PRD… pues pobre PRD—, lo cual se vio reflejado en los resultados de esta elección. Piénsese en Sinaloa municipio, que el PRI solo había perdido en los tiempos de Saúl Rubio pero que luego recuperó con el apoyo de los grupos del crimen organizado (algo que se les “olvida” a los priistas cuando afirman, no sin razón, que Morena ha sido beneficiado por el narco).

Este fenómeno que vimos en Sinaloa, donde los principales líderes del PRI se fueron abyectamente desbocados a Morena y se llevaron a decenas de operadores, tal vez cientos, se repitió en muchos estados de la república —Hidalgo, Estado de México, Sonora, Nayarit, Tamaulipas…— y eso por supuesto que tenía que verse reflejado en un resultado electoral, como el que vimos el pasado 2 de junio.
No solo era la descomposición acelerada del PRI en manos de un líder impresentable como Alejando Moreno, Alito, sino un trabajo de comején que se hizo desde la 4T para dejar seco al partido y propiciar su caída, tal vez definitiva.

Porque lo peor para el PRI y para el PAN —el PRD ya no existe—es lo que viene ahora; muchos miembros de estos partidos, incluso diputados y senadores, cuadros locales, seguramente ya están buscando puentes para acomodarse a los intereses de Morena. No los necesitan allá, su valor de mercado ha disminuido al mínimo porque Morena se llevó todo, contará con la mayoría calificada en la Cámara de Diputados, y en el senado tal vez le falten dos senadores para completarla… pero sobrará quien quiera vender el pellejo hasta por migajas porque saben que donde están no tienen ningún futuro.

¿Es tiempo de reflexión para la oposición mirando al futuro? No, ese tiempo existió hace seis años, cuando perdió la presidencia de la república ante un líder avasallante y un partido que en poco tiempo se quedaría con más de la mitad del país. Quien tendría que reflexionar a partir de este resultado es la sociedad civil, la verdadera sociedad civil, con liderazgos auténticos de la sociedad civil que puedan convertirse en contrapeso del poder, porque en los partidos, por lo menos desde esos partidos, eso ya no será posible (y qué bueno porque hubieran terminado negociando hasta a su…).

Claudia se comprometió a gobernar para todos y ese será su gran reto: cumplir los anhelos de esa mayoría que le dio el voto y dialogar y atender a las minorías.

Bola y cadena

UNA BUENA NOTICIA, POR LO MENOS en lo que respecta a la jornada electoral, es que no se manifestó la intervención del crimen organizado como sí ocurrió en las elecciones del 2021. Hubo presiones previas, ya lo hemos dicho y consignado, y eso motivó el retiro de algunos candidatos y candidatas, pero, en general, la jornada fue muy tranquila, digna de una fiesta democrática; tanto que alguien en la redacción dijo, y no sin razón, que no había sido un buen día para el periodismo.

Sentido contrario

AÚN ASÍ, PARA LA HISTORIA quedarán estas elecciones como las más violentas que se hayan vivido; el recuento de asesinatos, amenazas, presiones, ataques, heridos… es brutal, casi todos ligados a intereses locales, caciquiles. A pesar de ello, según los números arrojados de la elección, ni en las zonas más vapuleadas por la violencia la gente dejó de votar. Y qué bueno, una gran lección de ciudadanía.

Humo negro

EN SINALOA EL GRAN DERROTADO fue el Partido Sinaloense, que volvió a sus 70 mil votos y dos diputados plurinominales —para variar, la esposa de Héctor Melesio Cuen y el exrector Víctor Antonio Corrales—, pero sin duda una derrota personal del líder del PAS, quien, incluso, renunció formalmente al partido que fundó para afiliarse al PRI y así entrar a la lista plurinominal de diputados federales. De oquis, porque quedó fuera.

Artículo publicado el 09 de junio de 2024 en la edición 1115 del semanario Ríodoce.

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