El Estado tiene tres fuentes principales de ingresos para su funcionamiento y operación; los tributarios, los que provienen de servicios, prestaciones, operación de sus organismos estatales y paraestatales, y los créditos.
De los ingresos tributarios la mayor parte corresponde al ingreso cautivo del Impuesto Sobre la Renta (ISR), 53.1 por ciento y de este, su mayor porcentaje es de los trabajadores asalariados, que aportan más del 44.6 por ciento del total. El 72.9 por ciento de los ingresos tributarios lo aportan los hogares en lugar de las empresas.
Esa situación siempre ha sido inocultable, el mismo Calderón generó una gran polémica en 2009 cuando “descubrió” que los multimillonarios mexicanos solo pagaban el 1.7 por ciento, y no el 28 por ciento de los impuestos a que estaban obligados, por ello los denunció y presionó para que pagaran. Tal “bravura” le duró unos pocos días, los que mandaban, en aquel entonces, rápidamente lo echaron atrás, le recordaron su papel de simple empleado y todo retornó a su nivel.
Siempre ha estado en el debate público el problema de la nefasta pirámide de distribución de la riqueza nacional, por un lado, unos cuantos cientos o miles de mexicanos concentran la mayor parte de la riqueza nacional y por el otro extremo millones y millones de compatriotas se encuentran en pobreza o pobreza extrema. Una medida lógica y elemental y a la cual se recurre constantemente, consiste en gravar a los más ricos para apoyar a los más pobres, como sucede en los países más desarrollados; sin embargo con la operación financiera del gobierno de la 4T se demuestra que aún hay mucho por hacer antes de esas reformas hacendarias.
En realidad, las leyes hacendarias mexicanas son buenas, muy buenas; pero como sucede con todo nuestro entramado legal, constitución, leyes, etc. hace falta que se cumplan y ahí es donde entra la función del Estado, obligar se cumplan y hacerlo con la ley en la mano.
Aquí hay ejemplos, La eficaz operación del SAT consiguió ingresos extraordinarios por auditorías a grandes contribuyentes durante ésta gestión: 753 mil 988 millones de pesos de 2019 a 2022; al mismo tiempo durante los dos primeros años de gobierno se recuperaron recursos por 1 billón 700 mil millones de pesos por la cancelación de la condonación de impuestos a grandes contribuyentes amafiados con el poder, igualmente la estrategia de austeridad y el programa cero corrupción permitieron, con datos al 4to Informe de gobierno, ahorrar 2.4 billones de pesos adicionales. Este “colchoncito” reforzó la operación de los programas sociales y contribuyó a realizar las grandes obras emblemáticas del sexenio.
El cobro de impuestos, indispensables para el funcionamiento estatal, es muy variado entre los distintos países del mundo; los países de la OCDE, promedian el 34 por ciento del PIB por esos ingresos; Dinamarca, el más alto 54 por ciento, Estados Unidos 40 por ciento, Canadá 36 por ciento y México apenas al 17 por ciento en 2022. Todo indica que, a mayor desarrollo y modernidad del país, mayor cultura de pago de impuestos, aún entre los más ricos y con ese rumbo debemos avanzar en el futuro.
Hay 49 millones de asalariados que pagan su ISR. Mientras tanto, los empresarios que se quejan del alto ISR que deben pagar sobre sus ganancias, en su mayoría no lo pagan, hasta 2021 los sectores empresariales con los más altos ingresos pagaban entre el 1 y el 8 por ciento de sus ingresos y no el 30 por ciento que establece la ley. Por ello, 400 mil millones de pesos de sus ganancias son transferidas anualmente a paraísos fiscales para evadir el pago de este impuesto; no por nada las riquezas de esos grandes empresarios crecieron un 33 por ciento durante la epidemia del COVID.
Para este 2023 el SAT recauda 17 billones de pesos, 16 por ciento más que lo conseguido por Peña Nieto.
Los evasores del fisco para 2021 representaban el 6 por ciento del PIB. Luego entonces, se podría concluir que para seguir llevando “la fiesta en paz”, sin “espantar” a inversionistas nacionales y extranjeros, sin asustar a los ricachones; aún no se ocupa de una reforma hacendaria radical y extrema, queda mucha tela de donde cortar; que todos paguemos al erario público lo que corresponde conforme a la ley, sería excelente simplificar los sistemas para que se facilite el pago de los contribuyentes al fisco, poner a raya a los evasores y factureros y seguir abatiendo la corrupción pública y privada. Así podrían pasar algunos años y con eso sería suficiente para mantener finanzas sanas, seguir con la redistribución de la riqueza nacional y los correspondientes programas sociales.
Adicionalmente nuestro presidente está poniendo en marcha obras y proyectos que fortalecerán las finanzas públicas; la producción propia de energéticos, la operación del canal interoceánico, el tren maya, infraestructura y aeropuertos; ninguno de ellos elefantes blancos o bardas sin refinerías, como sí sucedió en sexenios anteriores.
Todo esto viene a colación porque si bien el gobierno federal tiene previsto y asegurados todos los gastos y compromisos financieros para cumplir cabalmente con sus programas y proyectos antes de su partida, ha dicho, también, dejar guardaditos para la mejor operación de la sucesora.
Finalmente, Andrés Manuel López Obrador anunció, en diciembre de 2022, que se reestructuró la deuda externa para que en 2025 se pague solo el 50 por ciento, la mitad del monto de los intereses de la misma.
Artículo publicado el 10 de diciembre de 2023 en la edición 1089 del semanario Ríodoce.
