El Vato ahí está. La mirada reflexiva escudriña el horizonte de una ciudad que vive su ausencia.
Javier en la epidermis citadina, recordándole que Malayerba nunca muere.
Es el aniversario luctuoso de Javier Valdez Cárdenas en el mural que recuerda su vida en la esquina de la calle Ángel Flores y Paliza. Que recuerda su vida.
El pollo de El Guayabo y el tarro al pie de su efigie, son las ofrendas y el testimonio de su recuerdo perenne.
Pandillas de quienes en vida fueron sus secuaces, armados con impresos de Javier, tapizan las calles que fueron suyas.
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El entusiasmo con que adhieren la imagen del periodista asesinado el 15 de mayo de 2017, le dan la razón… “Malayerba nunca muere…”
El Vato que nunca muere…