El informe de actividades que rindió el senador Raúl Elenes a la clase política, a sus compañeros de bancada, incluido el gobernador Rubén Rocha y el líder de la Cámara de Senadores, Ricardo Monreal, porque no le habló a los ciudadanos de Sinaloa en ese evento realizado en la mejor tradición priista, pasará a la historia como un ejercicio ritual, irrelevante, momentáneo, y es que sigue haciendo la misma política, con la parafernalia a favor de los llamados “cinco minutos de fama”.
Raúl Elenes, a pesar de “informar” haber participado de 15 iniciativas de reforma, 12 de las cuales presentó como parte de su bancada, y tres suyas, no nos dice cuál ha sido el resultado de ellas, si estas con la mayoría absoluta de Morena y sus aliados, son leyes discutidas, votadas y aprobadas.
Y es que no se trata de presentar iniciativas a diestra y siniestra como buen legislador, sino que estas, por su relevancia, se conviertan en leyes que beneficien a los ciudadanos. No mencionó el contenido de ellas y menos que una de las tres presentadas sea ya ley.
Lo que destacó en su discurso fue su gestión a favor del sector pesquero. La piedra de toque que de vez en vez los representantes políticos sinaloenses esgrimen como su principal preocupación o atención de una clientela política —otros, hablaran, de su trabajo a favor de los que viven en y del campo— y la situación sigue igual o peor.
O sea, cada político utiliza un sector económico, para lucirse. Pero, curiosamente, las crónicas de este “ejercicio de rendición de cuentas” no informan que entre los invitados hayan dominado los miembros de este sector. Y es que, seguramente, ni se enteraron de que se hablaría de lo que se ha “hecho” a favor de ellos. Hoy, por hoy, un sector olvidado en las políticas públicas obradoristas y al acecho de quienes controlan nuestros mares desde los grandes empresarios hasta los cárteles del crimen organizado que, como se sabe, han ampliado sus actividades.
El sector pesquero ya no es lo que alguna vez fue con un sistema cooperativo potente. Con liderazgos y organizaciones que influían en las decisiones políticas federales, estatales y municipales —hoy, al parecer, ni regidores, tienen, menos diputados locales o federales.
Son un sector social de lo que el “viento se llevó”. Y, quizá se argumente en contra, que la quiebra de este es el resultado de las políticas neoliberales, ese relato explicativo, que sirve para todo. Y en especial para este gobierno, que ha hecho de él un dogma para acólitos y políticos oportunistas. Una suerte cajón de sastre de “úsese cuando se necesite”.
Pero Elenes no dijo lo que tenía que decir sobre un sector abandonado, capturado, que en silencio está pidiendo ser atendido con urgencia. Recuperado para tener en el centro a los trabajadores y la mesa de los mexicanos. Y es que estos informes, no son para eso, se han convertido en actos fastuosos en amplios salones como el del Centro de Convenciones convertidos en grillas y pasarelas políticas. Lugar de complicidades y amarres entre políticos ambiciosos donde lo menos importante es lo convocado.
Bastó ver las notas periodísticas para saber dónde había estado el énfasis, el interés, en donde se dieron cita los que buscan estar en el ánimo ahora con Monreal, pero antes o mañana, estarán con Adán Augusto, Claudia o Marcelo; se trata de estar en el lugar y el momento preciso, ser parte hoy de la “revolución obradorista” como antes, el “nuevo PRI” o el panismo de la alternancia, la esperanza purificadora.
Y más adelante, si es que se cumple el realineamiento electoral, con el que sueña la oposición, muchos de ellos podrían estar con el vencedor, Ya sucedió con el PRI y con el PAN, ¿por qué no habría de suceder con Morena? Es una de las tragedias de nuestra cultura política. El oportunismo, el transfuguismo, la traición.
Pero, volvamos con Elenes, en su día. Él tenía oportunidad de hacer un balance crítico de las políticas públicas. Pero no lo hizo, calló, y se dedicó hablar y hablar de lo que nadie se tomará el tiempo en comprobar y, quizá, tampoco a cuestionar.
Y es que el senador no es de los que asume postura propia sobre los temas que lastiman a México. No ha aprendido al menos algo de Monreal, que se ha rebelado contra el discurso oficial, oficioso, para avanzar y se le tome en cuenta en futuras promociones. No, lo suyo, es sumarse a la mayoría. Transitar el camino más cómodo. Pero, igual, el más anodino. Aquel que busca ver compensada su rendición manteniéndose en la política de medio pelo.
Así, lamento, decirlo, porque llegué a apreciarlo, su papel oscuro cuando se discuten los grandes temas nacionales, y locales, fue en el debate sobre la reforma eléctrica donde rápidamente se acomodó al oficialismo; sucedió en el debate sobre la militarización donde se plegó acríticamente a la postura del oficialismo y, en la primera fase, de la discusión sobre la reforma electoral, donde inmediatamente levantó la mano para apoyar el golpe a las instituciones de la democracia, ¿y qué decir de los grandes temas de Sinaloa?, simplemente, como su compañera Imelda Castro, no opinan, porque “respetan” el espacio del gobernador.
Se adscriben automáticamente a su relato omnicomprensivo. Nadan siempre en aguas serenas. Van con la inercia de las olas. Sin hacer sus propias olas. Es el nivel de la mayoría de nuestros políticos. Hay plumajes, cómo gusta decir a AMLO, recordando al poeta y político Salvador Díaz Mirón, que cruzan el pantano y no se manchan. Cuando la política, la verdadera política, llama a la crítica, apostar, arriesgar, ensuciarse, estar del lado correcto de lo visible y mejor están, sin duda alguna, en el terreno de los rituales.
Al tiempo.
Artículo publicado el 12 de febrero de 2023 en la edición 1046 del semanario Ríodoce.