La difusión de dietas tanto legítimas como milagrosas no es propia de la era de los infomerciales. Hace un par de siglos, el poeta Lord Byron estaba obsesionado con la dieta, y difundía sus experiencias entre sus colegas.

En los registros históricos, apuntan que en la Universidad de Cambridge su horror por la gordura lo llevó a obsesionarse con su dieta, que era básicamente galletas y papas, eso sí, ambas empapadas en vinagre.
Aunque este régimen de alimentación estilo nazi le funcionó, pues llegó a bajar poco más de 30 kilos en cinco años, su salud no fue de lo mejor en los años posteriores a la universidad. Su dieta era extremadamente restrictiva, no milagrosa.

El caso de Byron es uno de los primeros registros del uso de vinagre para la pérdida de peso. Pero existen estudios que afirmar que, en efecto, el vinagre en la dieta puede ayudar a la pérdida de peso.

Un estudio realizado por el Departamento de Nutrición de la Universidad de Arizona encontró que el “vinagre mejora la sensibilidad a la insulina en comidas altas en carbohidratos en sujetos con resistencia a la insulina o diabetes tipo 2”.

A los participantes del estudio, personas con resistencia a la insulina y diabetes tipo 2, se les suministró vinagre de manzana diluido en agua y dos minutos después una comida compuesta de pan blanco, mantequilla y jugo de naranja.

El resultado fue que los participantes tuvieron hasta un 34 por ciento de mejora en la sensibilidad a la insulina, por lo que afirman que el vinagre puede tener efectos similares a la acarbosa o la metformina, dos fármacos empleados para combatir la diabetes.

Otro estudio realizado en Japón encontró que el arroz blanco en combinación con vinagre disminuyó su índice glucémico en casi un 40 por ciento. Incluir verduras curtidas y soya fermentada también redujo significativamente el índice glucémico del arroz.

Artículo publicado el 16 de octubre de 2022 en la edición 1029 del semanario Ríodoce.