Cine: ‘El proyecto Adam’

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El perder a su esposa Laura (Zoe Saldana) en una misión espacial hace que Adam (Ryan Reynolds) viaje de 2050 a 2018, año en el que puede encontrarse con su padre (Mark Ruffalo), el único capaz de evitar que la malvada Maya (Catherine Keener) haga un uso inadecuado de los viajes en el tiempo y no logre recuperar al amor de su vida. Sin embargo, un pequeño error ocasiona que su nave aterrice en 2022, precisamente, en su casa, a sus 13 años (Walker Scobell), cuando no tenía una buena relación con su madre (Jennifer Garner) y lamentaba la reciente muerte de su papá.

Los viajes en el tiempo podrían ser una de las fascinaciones más grandes del ser humano. El saber cómo se estará (o si se estará) en el futuro (logros, apariencia física…) y, todavía más atractivo, ir al pasado para modificarlo y evitar esas malas e inconvenientes experiencias: hacer las cosas diferentes para que el efecto sea tal cual se deseaba, sería (además de una locura) impresionante, estupendo y una maravilla.

Esa fantasía es lo que ha llevado a directores, escritores y productores a crear historias con esa irresistible posibilidad, de las cuales han surgido, entre muchas otras, películas como Interestelar (2014), Medianoche en París (2011), El efecto mariposa (2004), Harry Potter y El prisionero de Azkaban (2004), Donnie Darko (2001), Doce monos (1995), Terminator (1984), y por supuesto, una de las más recordadas y gustadas, la trilogía de Volver al futuro (1985/1989/1990), así como notables y significativas series, como Dark (2017/20192020), solo por dar un ejemplo.

Esta vasta cantidad de títulos que encantan a los espectadores que disfrutan de transportarse de una época a otra es lo que hace que surjan más opciones, aunque no tengan nada nuevo qué decir al respecto y su poco esfuerzo se tome como un homenaje a esos clásicos que, buenos o malos, ocupan un lugar especial en la memoria colectiva.

Uno de esos intentos es, precisamente, El proyecto Adam (The Adam Project/EU/2022), dirigida por Shawn Levy, una medianamente entretenida película cargada de llamativos efectos especiales, que le debe la mayor parte de su (poco o mucho) éxito a su curioso y joven protagonista, encarnado por Walker Scobell, con una excelente habilidad para interpretar a un Adam desesperante y a la vez que encantador.

Aun con que el filme disponible en Netflix, escrito por Jennifer Flackett, Mark Levin, T.S. Nowlin y Jonathan Tropper, es predecible hasta el cansancio y no muestra nada que no se haya visto en este tipo de tramas, se gana a los espectadores, también, al complacerlos con una estructura narrativa sencilla, ágil y fluida; secuencias de acción, aventuras, persecuciones especiales y terrestres, enfrentamientos entre buenos y malos; y la (no tan explotada ahora) simpatía de Ryan Reynolds.

Uno de los problemas más significativos de El proyecto Adam (y de la mayoría de estas películas) es que exagera de ilógica, no aclara ni profundiza aspectos clave y evidentes, sino que se vale de la pirotecnia visual para captar la atención, así sea solo un efecto efímero y fugaz como las abundantes explosiones que muestra, que acaba (y muere) en el último instante de su proyección y no perdura en la memoria de (casi) nadie, ni hace querer regresar el tiempo, para revivirla. Véala… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el 20 de marzo de 2022 en la edición 999 del semanario Ríodoce.

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