Melesio Cuen, el secretario inconforme

MELESIO CUEN Y EL GOBERNADOR. Corre tiempo.

Desde hace algunos días corre el rumor de que Melesio Cuen Ojeda se va de la administración estatal y que solo espera el momento para hacerlo en una forma que cause el menor daño posible al proyecto de Rubén Rocha Moya. El ex rector no está cómodo. De hecho está muy incómodo. Con un enorme poder desde que era un funcionario de medio pelo en la UAS, fue consolidando un liderazgo al que pocos se enfrentaron y contados con los dedos de una mano los que tuvieron éxito. Nació para mandar, de eso no hay duda. No para que le digan lo que tiene qué hacer y menos para que uno de sus pares o alguien menos que él lo mande por un tubo.

Tiene otra virtud. Su capacidad de recuperarse de una caída es sorprendente. Resiliencia le llaman ahora. Parece que las derrotas lo engrandecen. Es de los que ganan perdiendo o al menos sacan provecho de los descalabros. Después de las elecciones de 2018 nadie daba un peso por el PAS, su insólita creación con deleznables métodos y recursos universitarios, humanos y materiales.

Pero el caso más revelador de esa capacidad de Cuen para sobreponerse a las caídas fue justamente la creación del PAS. Había sido candidato a senador por el partido Nueva Alianza en las elecciones del 1 de julio de 2012, logrando apenas el 16 por ciento de los votos. Seis semanas más tarde, el 14 de agosto, Cuen ya fundaba el Partido Sinaloense, algo que muchos consideraron o consideramos como una aventura sin futuro. Antes, un día después de esa elección, su hermano Jesús Alfredo fue asesinado cuando salía de un restaurante donde Melesio tenía una reunión con sus colaboradores.

Cualquiera hubiera pensado o recomendado que lo mejor para Cuen Ojeda era distanciarse un poco de la política, un retiro espiritual para reflexionar sobre el qué hacer y cómo, hacia dónde ir ahora y con quién. Cualquiera menos Cuen. Anunció el PAS y basado en las estructuras universitarias que controlaba sin duda ni recato, lo hizo crecer nominalmente y en las primeras elecciones donde participó, las intermedias de 2013, demostró que no había creado ese partido local para espantar pájaros: obtuvo 90 mil votos, el 9.7 por ciento de ellos y tres diputaciones de representación proporcional.

Su siguiente objetivo fue ganar la gubernatura en 2016. Buscó una alianza con el PAN pero no fructificó y fue en coalición con Movimiento Ciudadano. No ganó, pero su partido logró 250 mil votos, que representaron el 24 por ciento, una tajada nada desdeñable para un partido local cuyas victorias cuajaron en tres municipios y seis diputados plurinominales.

Luego vendría otra caída de su proyecto, pues el crecimiento de Morena en el país y en Sinaloa, y el desprestigio que le dio ser un partido derivado de la UAS, con recursos de la UAS, además del cansancio de su estructura, casi siempre en la nómina rosalina, lo llevó a fracasar en las elecciones de 2018. El trastazo fue descomunal, pues de los 250 mil votos obtenidos en 2016, cayó a 86 mil, que representaron apenas el 6.6 por ciento del total de votos. Una bagatela: de seis diputados se fue a dos y de tres ayuntamientos conservó uno.

El PAS se veía como herido de muerte. Máxime que había ganado la senaduría otro ex rector, Rubén Rocha Moya, quien había dicho una y otra vez que rescataría a la UAS del cacicazgo que la dominaba. Nada, por el contrario. Interesado uno y muy listo el otro, pronto se dieron los acercamientos, los acuerdos, las fotografías, los apapachos mutuos. Yo te quiero mucho, yo también. “Por la Universidad”, “por Sinaloa”.

El resto de la historia ya es más reciente y medio mundo la conoce. Rocha amarró el triunfo en coalición con el PAS pero cedió lo más importante para los sinaloenses y para el futuro de la entidad; no cargos en el gobierno, no diputados, no ayuntamientos, porque esos van y vienen en cada elección: cedió la Universidad.

La elección de gobernador coincidió con la de la rectoría. Ungido Jesús Madueña, llamó a su oficina a cada uno de los nuevos funcionarios para darles la bienvenida y advertirles: “debe quedarte claro que yo soy el rector, pero el que manda es el señor. Sentado en la misma mesa, Héctor Melesio Cuen.

Bola y cadena
ES MUY IMPROBABLE QUE EL SECRETARIO DE SALUD renuncie ahora, aunque quisiera hacerlo. Lo hizo Jorge Luis Guevara a la Universidad Politécnica, pero ésta no es nada y aquel tampoco. Renunciar ahora sería tanto como romper sus lazos con Morena y, principalmente, con el gobernador, por más que traten de ocultar sus discrepancias. La otra razón es que tiene intereses y proyectos, uno de ellos la senaduría para 2024, que no lograría sin el apoyo de Rubén Rocha.

Sentido contrario
MELESIO CUEN LLEGÓ A LA secretaría porque no le quedó de otra. Cuando corría el lápiz por las cartulinas, Rocha le propuso la secretaría de Economía, pero Cuen no la aceptó. Le dijo que pretendía la de Salud pero no para él, sino para alguien de su equipo. Rocha le dijo que no, que solo se la daba al PAS si iba él de titular. Cuen le dijo que quería seguir al frente del partido para fortalecerlo, que lo apoyaría en el Congreso con sus diputados, que la alianza seguía en pie. Pero Rocha no cedió y tuvo que aceptar. Luego vino el anunciado pleito con el alcalde de Mazatlán y Cuen no sintió el apoyo del gobernador. Perdió la batalla en medio del escarnio público.

Humo negro
LA GOTA QUE ESTÁ DERRAMANDO EL VASO es la pandemia. Igual que a nivel nacional, en Sinaloa están ocultando los datos y manipulando las curvas estadísticas para justificar que la gente siga como si no estuviera pasando nada. Hace días Rocha le pidió que hablara con Hugo López-Gatell para consultarlo sobre el regreso a clases presenciales, pero aquel nunca le tomó la llamada. Y tuvieron que resolverlo aquí por cuenta propia. Cuen se opone al Carnaval y el Químico terco en quererlo hacer. Otro pleito donde Rocha se ubica en el medio cuando puede determinar sí, o no.

Artículo publicado el 16 de enero de 2022 en la edición 990 del semanario Ríodoce.

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