Los más vulnerables de la pandemia: los desempleados y enfermos

mujer

Solamente 300 pesos de salario. Ese es el pago de su incapacidad por haber adquirido Covid-19. Las siguientes dos semanas convalecientes fue de 524 pesos. Pero lo que es peor es no poder ver a sus hijos desde finalizado marzo.

“En mi caso, se me hace un nudo en mi garganta, cuando recién inició lo de la pandemia mis hijos salieron desde el 20 de marzo”, explica Carmen, quien con 34 años tiene sus opciones acotadas.

Entre su trabajo en una pastelería y paciente recuperada de coronavirus, la economía parece ser el menor de sus problemas.

Ella es el reflejo de muchas mujeres en el estado. La necesidad de trabajar y mantener a su familia en tiempos de pandemia se vuelve algo casi imposible de lograr. Hasta antes de la continencia tenía dos empleos, junto al de administrar una pastelería por las noches como ayudante en un bar durante los fines de semana, pero ese ingreso se interrumpió con la pandemia.

“Estuvieron conmigo la primera semana pero al ver la magnitud, yo con mi cubre bocas y le cierre de negocios, no los quise exponer y los mandé a casa de su abuelita”, explica Carmen.

Con el cierre de escuelas el 20 de marzo logró pasar una semana más al lado de sus hijos. Pero ella, al notar el cierre de negocios y el incremento en las medidas sanitarias, tuvo que dejarlos en casa de sus abuelos y desde abril, el no verlos ni tocarlos ha sido lo más difícil. No es solamente haber enfermado, perdido un empleo y visto disminuir sus ingresos.

“Y por lo mismo, sus abuelitos son diabéticos, hipertensos, son mayores y no puedo verlos; no ver a tu mamá desde marzo… una se cuida, es consciente, y durante todo este tiempo estuve enferma, encerrada”, añade.

Carmen está hasta abajo en la pirámide. Tiene que ajustarse a las demandas patronales. Si hay que doblar turno por falta de personal y exponerse a más riesgos. La compra masiva de pasteles el 30 de abril. Luego, el día de las madres y el día del maestro o simplemente un festejo ordinario, la pastelería donde labora siempre tuvo desfile de clientes.

“En mi caso, en lugar de bajar las ventas se han triplicado o cuadriplicado. La gente es muy inconsciente. Sobreviví fíjate lo que es el día del niño, el día de las madres, el día del padre, y la gente es ignorante, es muy luria, les encanta presumir la opulencia aunque se estén muriendo de hambre”.

Luego del 30 de abril, casi 15 días más tarde vino el primer incremento en casos de Covid-19 en el estado. Los ciudadanos aún estaban escépticos a la contagiosidad del virus. Carmen, ese día, observó el desfile de clientes y que las medidas sanitarias prácticamente son vistas de manera laxa tanto por empleados como por clientes.

“A cada rato vienen de Protección Civil y de COEPRISS para ver si cumplimos con los protocolos pero la gente no quiere entender. Acuden familias enteras para la compra de un pastel y el local es pequeño, no dejamos entrar a menores de 12 años y se molestan por la prohibición de entrar y además la exigencia del cubre bocas es todo un problema”, explica.

El problema escala. En el caso de los empresarios, según explica Diego Castro Blanco, líder de la Cámara Nacional del Comercio (CANACO) en Culiacán, muchos comercios simplemente no lograron sobrevivir a la pandemia y no pudieron recuperarse.

“Imagínate, estimamos entre 7 y 8 mil establecimientos comerciales que ya no abrieron, independientemente de las que faltan por reactivarse, alrededor de 8 mil de 42 mil 500 no regresaron”, explica.

Esto se debe a que no hubo solidaridad por parte del gobierno. Al menos así lo cree el empresario.

“Prácticamente nos dejaron solos, incluso pedimos que el gobierno invirtiera una parte importante de equitación y protección de equipos médicos, fue lo primero que pedimos, que atendiera la pandemia, y bueno, en lo general hubo países que metieron hasta un 10 por ciento del PIB y aquí en México ni siquiera un 1 por ciento”.

A través del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) se les dio la posibilidad de acceder a créditos y otros a través del gobierno estatal, sin embargo los montos ofrecidos ni siquiera como paliativos, ya que los apoyos que requieren van más allá de apenas 25 mil pesos.

Y con la reapertura de algunos sectores, gente como Carmen busca emplearse en otro sitio o conseguir uno y dejar de ser desempleado. Y no es cosa sencilla. Ella explica que uno de los requisitos es llevar un certificado de estar libre de Covid-19. Ser negativo.

Pero Carmen no tiene uno. Tras más de 21 días convalecientes volvió a salir positiva aunque, según la alta médica que le dieron en el IMSS, sin posibilidad de contagiar y por ello debió retornar a sus labores.

“Todavía tengo algunas molestias como secuelas, a veces me duele la cabeza y me falta el aire, por eso siempre cargo mis inhaladores. Y por eso es que busco otro trabajo pero me piden esa prueba”, explica.

Este proceso no es generalizado aunque sí sucede, según confirmó Diego Castro Blanco. Para el empresario tampoco es fácil. El pedir este tipo de requisitos, según explica, se debe a buscar proteger a los trabajadores de eventuales contagios.

“Algunas empresas sí están buscando cómo proteger a los empleados, porque de por sí las cosas no marchan bien, sus ventas están muy por debajo de los objetivos y metas esperadas, si tienes personal enfermo, contagiado, pues tienes que mandarlo a que se cuide o que se recupere en casa, duran hasta 40 días en regresar aunque existe ahorita el trabajo en casa, muchas empresas mandaron a sus gentes que pueden trabajar desde casa”.

Carmen ilustra ese ejemplo. También ilustra que percibió apenas el 30 por ciento de su salario. Otra situación que ella ejemplifica es el abandono al trabajador. Por más que el sector busque apoyo, es difícil si no hay ventas y no hay condiciones.

Mientras tanto, se cumplieron 5 meses de pandemia, de crisis. Carmen tendrá que seguir esperando para abrazar a sus hijos. Ese nudo en su garganta es ahora la secuela más grande que el Covid-19 le ha dejado. Y con casi 16 mil contagios en más de 180 días, la gente como Carmen sigue en el fondo de la pirámide.

Artículo publicado el 30 de agosto de 2020 en la edición 918 del semanario Ríodoce.

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