Cine: Un amor a segunda vista

amor a segunda vista

Las películas con personajes desmemoriados son muy comunes. Por ejemplo: El hijo de la novia (2001), Eterno resplandor de una mente sin recuerdos (2004), Diarios de una pasión (2004), Siempre Alice (2014), incluso Qué pasó ayer (2009) y Hombre al agua (2018). Igualmente, están las que abordan el reconquistar a la pareja, por asuntos de amnesia: Como si fuera la primera vez (2004; 2019) y Votos de amor (2012). En ese sentido, aunque parezca, la originalidad no es el fuerte de Un amor a segunda vista (Mon inconnue/Francia/2019), dirigida por Hugo Gélin (Dos son familia, 2017, versión francesa de No se aceptan devoluciones, 2013).

A pesar de que la cinta, escrita por Gélin junto a Igor Gotesman y Benjamin Parent, en general funciona, tiene los elementos de una comedia romántica cualquiera: el inesperado e instantáneo flechazo; y el empalagoso, empático, recíproco y divertido proceso de conocerse (noviazgo y matrimonio ideales, casi perfectos, en todo su esplendor).

El afamado y exitoso escritor Raphaël Ramisse (François Civil) despierta un día con una vida muy distinta a la que llevaba hasta la noche anterior, cuando discute fuertemente con su esposa Olivia Marigny (Joséphine Japy), una talentosa pianista que sacrifica su carrera por seguirlo a él. Ahora, en la realidad paralela, el contador de historias es profesor de literatura en una secundaria y un galán que sale con cuanta chica puede, siempre y cuando no tenga juego de ping-pong con su gran amigo Félix (Benjamin Lavernhe). En cambio, Olivia es una destacada y reconocida concertista a punto de formalizar su noviazgo con su representante. Mientras Raphaël recuerda todo lo de su otra vida, la pianista la ignora, por lo que el escritor usa todo su ingenio para hacerla recordar y reconquistarla.

Incluida en la edición 23 del Tour de Cine Francés el año pasado, la película posee sus escasos buenos momentos: la secuencia del flechazo entre Olivia y Raphaël; la empatía amorosa y la química entre la pareja protagonista; el gran sentimiento de amor de él hacia ella; la lucha que emprende por recuperarla; y la genuina y sana amistad de Raphaël y Félix. También, aspectos que la sostienen de principio a fin: las actuaciones de Japy, Civil y, sobre todo, Lavernhe, como el leal y divertido amigo.

Lo anterior no es suficiente para opacar la principal debilidad del filme disponible en Cinépolis Klic: no saber cómo justificar y sostener una realidad paralela, regresar de ella o ir de una a otra, de manera creíble. Así como Raphaël se pierde, no sabe qué hacer para que lo entiendan y le crean, igual el director no encuentra el rumbo para terminar convincentemente la historia.

Un amor a segunda vista no es más ni menos que alguna otra comedia de enamorados de cualquier país, con todos los estereotipos e implicaciones que se requieren en las relaciones de pareja, antes, durante y después del matrimonio. Desde ahí, es como una película estadounidense o mexicana más, en su tipo. Su idea de la realidad paralela o la de manipular la trama del filme en base a la novela que escribe uno de los personajes, para su propio beneficio, tampoco es algo nuevo: Ruby: La chica de mis sueños (2012) es, por mucho, un mejor ejemplo de eso. No se la pierda… bajo su propia responsabilidad, como siempre.

Artículo publicado el  05 de julio de 2020 en la edición 910 del semanario Ríodoce.

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