Marta Castro Cohn: de chile, dulce y manteca

CHOIX. Crónicas de la guerra.

A la maestra Marta Castro Cohn los alumnos la interceptábamos en la entrada antes de iniciar la clase y al concluir los 50 minutos volvíamos a detenerla en la puerta. Si a un maestro no lo retienen cuando llega y lo entretienen a la salida, algo anda mal con él, con los alumnos o en el sistema.

Maestros entran y salen, y pasan al olvido. No es el caso de Marta Castro, y eso que aquellos alumnos de la generación X ni siquiera sabían de su Epistolario, ni de sus columnas en El Sol de Sinaloa. Bastaba con algo que después supe que llamaban oralidad.

En eso era experta aquella mujer, que por aquel tiempo apenas rebasaba los 50 años aunque a los alumnos con menos de 20 nos parecía una anciana. Una viejecita de huipil, pelo a lo garçon, y que le bastaba una carpeta para dirigir a medio centenar de truhanes casi analfabetos por más que presumiéramos de alumnos de excelencia o lectores de novelas y poemas.

A la maestra Marta Castro Cohn la presión sanguínea le ponía los ojos vidriosos, pero su agilidad mental no sufría del exceso de latidos y aunque la atacaran diez púberes al mismo tiempo siempre respondía para hacer reír a todos.

Una vez le dijo a un compañero que “andaba miando fuera del hoyo”, la argumentación del alumno sobre el tema era un desastre. Para quien no lo entienda, estaba hablando sin saber nada del asunto, pero callado no se quedaba.

Marta Castro era por aquellos años una maestra no solo en la Universidad, sino una maestra en recuperar el habla popular, en particular el habla en la zona rural del noroeste de México casi por concluir el siglo XX.

Para escribir sobre los hablantes es necesario un oído educado. No se trata solo de entender los sonidos, sino reproducirlos en escritura, eso hacía la maestra Castro Cohn.

En la prensa tenía una columna que ahora sale a cuento: De chile, de dulce y de manteca. Como aquella frase de quien no atinaba al punto exacto, esta se refiere a que se tiene de todo, o se puede hablar de todo.

Así está el mundo ahora. Hay tantos asuntos al mismo tiempo que es necesario revolver de todos colores y sabores.

“No sé si tú sepas, pero aquí las cosas andan pal carajo, porque noalluvido todavía. Fíjate quel año pasado en mayo cayeron unas cuantas gotitas. Yo miacordé de tu padre. El dicía: si llueve en abril o mayo nuay máis ni pal caballo. Ansina pasó. Las norias sistán secando.” Escribió la maestra Marta Castro en su Epistolario.

Así están las cosas todavía, pal carajo. Y todavía noalluvido.

Margen de error

(Choix) En Choix han muerto cuatro personas por la Covid-19 en lo que va de la pandemia, de marzo a julio. Pero en asesinatos, solo en mayo cuenta seis. Y en desapariciones la cifra es incierta, pero supera a los homicidios.
El municipio tiene una larga historia de violencia, que por eternizada a veces ni siquiera se menciona.

Luis Fernando Nájera, reportero de Ríodoce en el norte, los últimos meses ha escrito las historias de la guerra actual en Choix. Siempre confrontado, este nuevo enfrentamiento también cobra vidas.

La semana pasada, por ejemplo, Nájera escribió la historia de Juan Carlos Cruz Vega, una de tantas desapariciones en Choix. Primero la policía lo detuvo y lo golpearon, moribundo regresó a casa, solo para desaparecer de nuevo.

Es adicional a la quema de ranchos, balaceras, familias desplazadas y otras que se juegan la vida por quedarse.

No se pone atención a Choix, pero es en todo el país el municipio que durante más tiempo ha mantenido una tasa altísima de homicidios. Por eso sobresale. En los últimos 30 años su tasa ha sido en promedio de 45.5 por cada 100 mil habitantes.

Eso significa que en Choix, como en ningún otro lado de México, los homicidios son muchos para tan pocos habitantes por tres décadas.

Las historias de Nájera en Ríodoce le ponen nombre a tanta tragedia.

Mirilla
(Apertura) Cines y playas están abiertos, después de los meses de clausura obligada. Dos cosas son imposibles con cubrebocas: enfrentarse al choque de las olas y comer palomitas. Muchas más, claro, besarse o decir un discurso. Etcétera.

Unos los llaman insensatos, inconscientes y que ponen en peligro a los demás; entre ellos se sienten atrevidos, hay una sensación de valentía oculta entre quienes se aparecieron en las playas, se tiraron en la arena, o acudieron a un cine y compraron sus palomitas.

La pandemia entró en una nueva fase. El confinamiento es casi imposible entre muchos sectores sociales. Están quienes nunca tuvieron el privilegio de poder quedarse en casa, no era opción ante la situación que enfrentaban. Y están quienes ya no están dispuestos a seguir acatando una medida que los ha llevado a perder el sustento.

Ante esto no podrá hacer nada la autoridad. El simple llamado no funciona. Y si las medidas legales no se tomaron en mayo o junio, ahora no están dispuestos a hacerlo.

En julio, como antes, a la población no le queda más que cuidarse por sí sola. Tanto como le sea posible a cada quien (PUNTO)

Columna publicada el 05 de julio de 2020 en la edición 910 del semanario Ríodoce.

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