El fantasma de la gordura

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Estadísticamente el panorama del sobrepeso y la obesidad en el mundo es preocupante, pero más en México. Hombres y mujeres viven en la incertidumbre de lo que habrá de pasar mañana con su peso y su salud.

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Los mexicanos, por alguna razón no definida del todo, tienen una predisposición para el aumento de peso corporal. Todos los días desfilan por el consultorio del nutriólogo, endocrinólogo, psicólogo, o médico general, aquellos perseguidos por el fantasma de la gordura, unos porque ya lo traen encima y otros porque ya sienten la inminencia de su gordura.

Los trastornos de la conducta alimentaria como la anorexia nerviosa, bulimia nerviosa, trastorno por atracones, trastorno de pica, trastorno de rumiación, trastorno de evitación o restricción de la ingesta de alimentos, todos tienen como denominador común, la alimentación.

Mantener el equilibrio sano entre lo que se ingiere y lo que se metaboliza o mejor dicho encontrar el balance entre lo que entra y sale energéticamente hablando, es más que un arte, un estilo de vida saludable.

Mientras la persona no sea consciente de la desviación paulatina rumbo a la obesidad, estará llamando al fantasma de la gordura que en determinando momento le cobrara la factura, primero en forma de enfermedad, y después con el cobro definitivo de la vida.

Litros y litros de “manteca” se van acumulando primero en el abdomen y después hasta en los tobillos, es decir, los alimentos invariablemente se convertirán en grasa cuando se cubran las cuotas energéticas.

Esto significa que el fantasma de la gordura lo construye cada persona con su estilo de vida y de alimentación, es increíble como todos los días nos desayunamos con la noticia relativa a la muerte de artistas, conocidos, o familiares que cayeron fulminados víctimas de una enfermedad cardiaca.

El infarto y la hipertensión están asociadas a la dislipidemia o grasa en exceso en la sangre que poco a poco se va acumulando en el endotelio o capa interna de las venas y arterias, hasta que las obstruye parcial o totalmente, si la obstrucción es parcial sobreviene la hipertensión y si es total el infarto; todo por la “maldita” grasa.

Ahora entendemos que el fantasma de la gordura, más que de la gordura, es el fantasma de la muerte, es la amenaza constante que puede sorprender en cualquier momento al obeso y dejarlo en el mejor de los casos, con alguna secuela si no le quita la vida.

Pensemos en un momento ¿Cuál es el órgano, aparato o sistema que se escapa cuando la persona es obesa? La respuesta es: ninguno.

La obesidad siempre afectará tarde o temprano todas las estructuras anatómicas y funcionales del cuerpo humano. El fantasma de la muerte lo vemos en la persona que está por un lado nuestro y nos empuja o reduce nuestro espacio por los kilos de manteca que arrastra de manera crónica.

Artículo publicado el 18 de agosto de 2019 en la edición 864 del semanario Ríodoce.

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